Al abrir capítulo 14, la oposición al reino de los cielos surge y crece en violencia cuando Juan el Bautista es decapitado. Acuérdese de cómo los profetas del Antiguo Testamento reprendían a los reyes por su desobediencia (por ejemplo, Natán a David por su pecado con Betsabé y por matar a Urías en 2 Samuel 11 – 12; Elías a Acab por matar a Nabot y tomar en posesión su viña en 1 Reyes 21; Isaías a Ezequías por recibir a los embajadores de Babilonia en 2 Reyes 20:12-19 e Isaías 39; Jeremías a Joacim cuando éste quemó el rollo de sus profecías en Jeremías 36; etc.) A veces los reyes oyeron y se arrepintieron; a veces rechazaron la palabra de Jehová y oprimieron a sus profetas. Pero nunca hemos visto una respuesta tan depravada y violenta como la de Herodes en Mateo 14. Vemos que Jesús habló en serio cuando dijo: Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan (Mateo 11:12). El ser discípulo no es juego: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos (Mateo 10:16).
Continúa la confusión sobre Jesús y su ministerio. Herodes piensa que Jesús es Juan el Bautista resucitado (Mateo 14:1-2); otros piensan que es Elías, Jeremías u otro profeta (Mateo 16:13-14). Aun los discípulos mismos malentienden sus enseñanzas y el propósito de su ministerio (Mateo 15:15-20; 16:6-12, 21-23; 17:22-23).
Pero en medio de la confusión, ¡los discípulos aprenden! Reconocen a Jesús como Hijo de Dios después de que demuestra su poder sobre la naturaleza al caminar sobre el agua en 14:22-33. Y por la revelación del Padre, Simón Pedro reconoce que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios viviente (Mateo 11:25-27; 16:15-17). Y sobre esta roca, la declaración de fe que Pedro acaba de decir, Jesús edificará su iglesia, y las puertas del Hades en toda su oposición y violencia no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18).
Note también que a pesar de la oposición, la violencia y la confusión en capítulos 14 – 17, la gloria de Jesús luce más. Mientras Herodes reina en depravación y violencia, Jesús reina fuera de los centros terrenales de poder en compasión a los necesitados (ponga en contraste Mateo 14:1-12 con 14:13-21). Manifiesta su misericordia a toda clase de enfermo, a los hambrientos y aun a los gentiles (Mateo 15:21-39; 17:14-21). Manifiesta su gloria de forma visible a Pedro, Jacobo y Juan (Mateo 17:1-9). El plan de salvación mediante su crucifixión se presenta y se desarrolla (Mateo 16:21-28; 17:22-23), y su iglesia se establece (Mateo 16:18-19).
Hay muchísimas aplicaciones posibles a nuestras vidas en estos cuatro capítulos; hoy vamos a concentrar sólo en dos.
Primero y de más importancia, ¿cómo contesta usted la pregunta que Jesús les hizo a sus discípulos en Mateo 16:15? Después de leer hasta Mateo 17 de sus milagros, su justicia, su misericordia y sus enseñanzas, ¿quién dice usted que es Jesús? ¿Es el Cristo, es decir, el único Escogido y Ungido por Dios para reinar eternamente sobre toda la creación en justicia? ¿O es simplemente otro profeta como Elías o Jeremías? ¿Es el Hijo del Dios viviente, o es simplemente un hombre misericordioso que los demás malentendían?
Segundo, si dice que sí, es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, ¿son su gloria y su poder suficientes para guiarlo a usted en medio de la confusión y la oposición? Cuando usted enfrenta un mundo que no conoce a Jesús como el Cristo, que lo malentiende y lo opone, ¿tiene este Jesús suficiente de poder, justicia y misericordia para ser digno de su atención y adoración?
Sus respuestas a estas preguntas son claves para ver hasta qué punto entiende y se goza de la lectura de Mateo 1 – 17.