Jeremías 4:5 - 6:30
En resumen:
De acuerdo con la visión de una olla que hierve (Jeremías 1:13-16), se le revela a Jeremías detalladamente el juicio severo de Jehová que viene del norte.
De acuerdo con la visión de una olla que hierve (Jeremías 1:13-16), se le revela a Jeremías detalladamente el juicio severo de Jehová que viene del norte.
En más detalle:
Vamos a examinar esta lectura en 4 secciones:
1. Jeremías 4:5-18 – Jeremías toca alarma
2. Jeremías 4:19-31 – El diálogo adolorido entre Jeremías y Jehová
3. Jeremías 5:1-13 – La búsqueda sin éxito de un hombre justo
4. Jeremías 5:14 – 6:30 – Jeremías anuncia el juicio severo de Jehová contra Jerusalén
Primera sección: ¡La alarma suena en Jeremías 4:5! ‹‹Anunciad en Judá, y proclamad en Jerusalén, y decid: Tocad trompeta en la tierra.›› No hay tiempo para dilatar: Pregonad, juntaos, y decid: Reuníos, y entrémonos en las ciudades fortificadas (Jeremías 4:5).
¿Quién hizo sonar la alarma? Jehová. ¿Por qué la sonó? Porque la profecía del juicio de la olla que hierve en Jeremías 1:13-16 está por cumplirse: Alzad bandera en Sion, huid, no os detengáis; porque yo hago venir mal del norte, y quebrantamiento grande (Jeremías 4:6).
La alarma es urgente porque el juicio ya está en camino: El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación (Jeremías 4:7). La alarma alcanza a todos en todas direcciones porque anuncia el juicio completo: Tus ciudades quedarán asoladas y sin morador (Jeremías 4:7).
Pero… ¿por qué quiere uno refugiarse en las ciudades amuralladas si las ciudades se quedarán asoladas y sin morador? Así se demuestra que este juicio es inescapable. Y: Por esto vestíos de cilicio, endechad y aullad; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros (Jeremías 4:8).
Así se va a revelar por vergüenza y confusión la seguridad vana del pueblo de Jehová en sus líderes apóstatas: En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas (Jeremías 4:9).
¿Por qué están confundidos y avergonzados los líderes del pueblo? Jeremías nos va a decir mucho más sobre ellos en capítulos 19 – 24, pero por ahora pone en resumen: 1) la vergüenza y el dolor de su juicio, por decir: ¡Ay, ay, Jehová Dios! No hay forma de mirar su castigo sin proferir lamentaciones al Altísimo, y 2) el motivo de su engaño, que verdaderamente creían el mensaje de los falsos profetas y las mentiras de su propio corazón, los engaños que decían que Jehová nunca les iba a castigar por sus rebeliones continuas. Así Jeremías coloca sarcásticamente el engaño que creen los líderes junto con la repentina llegada del juicio de Jehová de 4:5-9 por decir: Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz tendréis; pues la espada ha venido hasta el alma (Jeremías 4:10). Note: ¿ha engañado verdaderamente Jehová a este pueblo? Claro que no. Pero así tendría que interpretar el juicio repentino de Jehová cualquier líder que ha creído la mantra de los falsos profetas, los que: curan la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz (Jeremías 6:14; 8:11).
La decepción de los líderes no puede hacer frente al juicio de Jehová, igual como todo su poder político no puede cambiar el viento poderoso y seco del desierto: En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo (Jeremías 4:11). Note que no es un viento beneficioso por el cual el segador puede aventar o limpiar (Jeremías 4:11), sino uno asolador que seca, destruye y lleva todo: Viento más vehemente que este vendrá a mí; y ahora yo pronunciaré juicios contra ellos (Jeremías 4:12). Ese viento es el ejército invasor mandado por Jehová para destruir a su pueblo: He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas (Jeremías 4:13). Y otra vez se brota una exclamación de dolor y vergüenza al verlo: ¡Ay de nosotros, porque entregados somos al despojo! (Jeremías 4:13)
Se ha tocado la alarma; se ha identificado el motivo por la invasión de las tropas extranjeras (el engaño de los líderes en rebelión contra la palabra de Jehová). Pero no sólo hay que correr a las ciudades fortificadas para refugiarse. Jehová en su misericordia abre paso a otra posibilidad: Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva (Jeremías 4:14). La invasión no se va a parar; el juicio ya ha sido decretado. Pero hay la posibilidad de sobrevivirlo, de ser rescatado, de correr a Jehová para encontrar refugio en su abundante misericordia y perdón.
¡Y qué paciencia demuestra Jehová al invitar a su pueblo otra vez al arrepentimiento! ‹‹¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?›› (Jeremías 4:14) hace sonar no sólo la frustración de Jehová por la rebelión demostrada a largo plazo sino su paciencia que todavía la supera y espera con brazos abiertos.
Pero los brazos abiertos no se extenderán para siempre: Porque una voz trae las nuevas desde Dan, y hace oír la calamidad desde el monte de Efraín (Jeremías 4:15). La invasión ha entrado el norte de la tierra prometida, y se está acercando a su destino, Jerusalén: Decid a las naciones: He aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y lanzarán su voz contra las ciudades de Judá, como guardas del campo estuvieron en derredor de ella (Jeremías 4:16, 17). Los que no corren a los brazos abiertos del perdón sufrirán el juicio merecido: Se rebeló contra mí, dice Jehová. Tu camino y tus obras te hicieron esto; esta es tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón (Jeremías 4:17, 18).
Segunda sección: Es fascinante leer en Jeremías 4:19-31 el queja del profeta en diálogo con Jehová, expuesta públicamente para llamar a sus oyentes al arrepentimiento. Podemos seguir los pasos del diálogo así:
1. En Jeremías 4:19-20 reacciona desde lo más profundo de su ser al juicio que acaba de anunciar en 4:5-18 y pregunta en desesperación: ¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido de trompeta? (Jeremías 4:21)
2. Le responde Jehová no por decirle hasta cuándo sino por qué: Porque mi pueblo es necio, no me conocieron son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron (Jeremías 4:22).
3. Jeremías ve proféticamente, tal vez en un tiempo de prosperidad, toda la destrucción que está por venir (Jeremías 4:23-26).
4. Jehová le ha comunicado la certeza de la venida del juicio y también su promesa de preservar a un remanente (Jeremías 4:27-28).
5. Pero mientras tanto, le espera al pueblo el juicio que va a destruir o trastornar todo: Todas las ciudades fueron abandonadas, y no quedó en ellas morador alguno (Jeremías 4:29).
6. Aunque Jerusalén piensa manejar la situación como una cortesana, se terminará como una mujer en los dolores del parto (Jeremías 4:30-31).
Tercera sección: En Génesis 18:16-33 Jehová descendió e investigó el clamor contra Sodoma y Gomorra; al revelarlo a Abraham, le abrió paso a interceder por las ciudades y por los posibles justos en ellas. Pero ahora en Jeremías 5, otro caso del juicio venidero, Jehová le manda a Jeremías a salir a las plazas de otra ciudad – a las plazas de Jerusalén – en búsqueda de un hombre que haga justicia y busque verdad (Jeremías 5:1). Se supone que la existencia de algunos de ellos hará demorar el tiempo del juicio o tal vez lo suspenderá.
El profeta busca… y llega a una conclusión de acuerdo con el juicio severo de Jehová: Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse (Jeremías 5:3). Pero tal vez hay otra explicación por la falta de un hombre justo: Yo dije: Ciertamente éstos son pobres, han enloquecido, pues no conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios (Jeremías 5:4, 5). Pero en vez de la sumisión a la palabra de Jehová, los más educados y ricos sólo demuestran la rebelión: Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas (Jeremías 4:5). Por eso, confirma el profeta el decreto severo del juicio de Jehová: El león de la selva los matará, los destruirá el lobo del desierto, el leopardo acechará sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere será arrebatado (Jeremías 4:6). Es decir, las tropas extranjeras de la invasión van a ser feroces y crueles como animales salvajes tras la presa. Así se ejecutará el juicio justo de Jehová.
Se anuncian los cargos contra el pueblo de Jehová. En general declara: Sus rebeliones se han multiplicado, y se han aumentado sus deslealtades (Jeremías 4:6). Como ejemplos hace referencia a la idolatría (Jeremías 5:7), el ser desagradecidos (Jeremías 5:7), el adulterio (Jeremías 5:7, 8) y la apostasía (Jeremías 5:12). Y al final reprende al pueblo por rechazar su palabra predicada por profetas fieles como Jeremías, por juzgarlos al decir: Los profetas serán como viento (Jeremías 5:13). En realidad: Así se hará a ellos (Jeremías 5:13); es decir, serán llevados como por el viento del desierto como el descrito en Jeremías 4:11-12.
Cuarta sección: Precisamente porque han rechazado la palabra de Jehová, considerándola en su apostasía e indiferencia como el viento, verán que su palabra se asemeja a otro elemento: Porque dijeron esta palabra [que ‹‹los profetas serán como el viento››], he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá (Jeremías 5:14). Llegarán los caldeos para consumir todo lo que aprecian (Jeremías 5:15-17). Pero note otra vez como en Jeremías 4:27 y 5:10: No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo (Jeremías 5:18).]
Luego, cuando protestan el juicio severo de Jehová en el exilio a Babilonia, el profeta les anunciará la palabra de Jehová otra vez: De la manera que dejasteis a mí, y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así serviréis a extraños en tierra ajena (Jeremías 5:19). Mientras tanto les reprende con la palabra de Jehová por su idolatría e injusticia en Jeremías 5:20-31. Es decir, el considerar la palabra de Jehová y sus profetas verdaderos como viento ha encendido el fuego de la ira divina. Y sin poner atención a la palabra que ha menospreciado, ahora el pueblo se encuentra sin protección contra sus llamas: Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5:31).
Jeremías 6 continúa el tema de las profecías contra Judá y Jerusalén. En este capítulo como en los anteriores, se recogen varias profecías sin referencia cronológica precisa. Todos tienen que ver con la invasión de la tierra y el sitio y la destrucción de Jerusalén. Probablemente no fueron predicadas a la vez sino en momentos diferentes del largo ministerio de Jeremías.
Jeremías 6:1-8 atrevida y repulsivamente les invita a los oyentes a participar en la destrucción de Jerusalén… pero todavía extiende una invitación al arrepentimiento: Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada (Jeremías 6:8).
Las próximas tres profecías se anuncian por la misma frase: Así dijo Jehová de los ejércitos, o Así dijo Jehová (Jeremías 6:9, 16, 22). La primera enfatiza que el juicio alcanzará a la gente de todas las edades; la segunda, de la imposibilidad de evitar el juicio por cumplir ritos religiosos sin ninguna atención a la palabra de Dios. La tercera indica la crueldad con que el ejército extranjero va a ejecutar el juicio y la certeza de su venida. Al principio y al fin de este pequeño grupo de profecías, Jehová establece a Jeremías como profeta. Será como el vendimiador entre los sarmientos (Jeremías 6:9), asegurándose de que todos hayan escuchado del juicio venidero. Será como fortaleza en el pueblo, como torre (Jeremías 6:27); por su palabra el remanente será protegido, pero todos los demás serán desechados.
En resumen, se destacan en estas profecías no sólo el juicio decretado contra Jerusalén sino la necesidad de prestar atención a la palabra de Jehová y la urgencia de ponerla en práctica en arrepentimiento.
Vamos a examinar esta lectura en 4 secciones:
1. Jeremías 4:5-18 – Jeremías toca alarma
2. Jeremías 4:19-31 – El diálogo adolorido entre Jeremías y Jehová
3. Jeremías 5:1-13 – La búsqueda sin éxito de un hombre justo
4. Jeremías 5:14 – 6:30 – Jeremías anuncia el juicio severo de Jehová contra Jerusalén
Primera sección: ¡La alarma suena en Jeremías 4:5! ‹‹Anunciad en Judá, y proclamad en Jerusalén, y decid: Tocad trompeta en la tierra.›› No hay tiempo para dilatar: Pregonad, juntaos, y decid: Reuníos, y entrémonos en las ciudades fortificadas (Jeremías 4:5).
¿Quién hizo sonar la alarma? Jehová. ¿Por qué la sonó? Porque la profecía del juicio de la olla que hierve en Jeremías 1:13-16 está por cumplirse: Alzad bandera en Sion, huid, no os detengáis; porque yo hago venir mal del norte, y quebrantamiento grande (Jeremías 4:6).
La alarma es urgente porque el juicio ya está en camino: El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación (Jeremías 4:7). La alarma alcanza a todos en todas direcciones porque anuncia el juicio completo: Tus ciudades quedarán asoladas y sin morador (Jeremías 4:7).
Pero… ¿por qué quiere uno refugiarse en las ciudades amuralladas si las ciudades se quedarán asoladas y sin morador? Así se demuestra que este juicio es inescapable. Y: Por esto vestíos de cilicio, endechad y aullad; porque la ira de Jehová no se ha apartado de nosotros (Jeremías 4:8).
Así se va a revelar por vergüenza y confusión la seguridad vana del pueblo de Jehová en sus líderes apóstatas: En aquel día, dice Jehová, desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes, y los sacerdotes estarán atónitos, y se maravillarán los profetas (Jeremías 4:9).
¿Por qué están confundidos y avergonzados los líderes del pueblo? Jeremías nos va a decir mucho más sobre ellos en capítulos 19 – 24, pero por ahora pone en resumen: 1) la vergüenza y el dolor de su juicio, por decir: ¡Ay, ay, Jehová Dios! No hay forma de mirar su castigo sin proferir lamentaciones al Altísimo, y 2) el motivo de su engaño, que verdaderamente creían el mensaje de los falsos profetas y las mentiras de su propio corazón, los engaños que decían que Jehová nunca les iba a castigar por sus rebeliones continuas. Así Jeremías coloca sarcásticamente el engaño que creen los líderes junto con la repentina llegada del juicio de Jehová de 4:5-9 por decir: Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: Paz tendréis; pues la espada ha venido hasta el alma (Jeremías 4:10). Note: ¿ha engañado verdaderamente Jehová a este pueblo? Claro que no. Pero así tendría que interpretar el juicio repentino de Jehová cualquier líder que ha creído la mantra de los falsos profetas, los que: curan la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz (Jeremías 6:14; 8:11).
La decepción de los líderes no puede hacer frente al juicio de Jehová, igual como todo su poder político no puede cambiar el viento poderoso y seco del desierto: En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Viento seco de las alturas del desierto vino a la hija de mi pueblo (Jeremías 4:11). Note que no es un viento beneficioso por el cual el segador puede aventar o limpiar (Jeremías 4:11), sino uno asolador que seca, destruye y lleva todo: Viento más vehemente que este vendrá a mí; y ahora yo pronunciaré juicios contra ellos (Jeremías 4:12). Ese viento es el ejército invasor mandado por Jehová para destruir a su pueblo: He aquí que subirá como nube, y su carro como torbellino; más ligeros son sus caballos que las águilas (Jeremías 4:13). Y otra vez se brota una exclamación de dolor y vergüenza al verlo: ¡Ay de nosotros, porque entregados somos al despojo! (Jeremías 4:13)
Se ha tocado la alarma; se ha identificado el motivo por la invasión de las tropas extranjeras (el engaño de los líderes en rebelión contra la palabra de Jehová). Pero no sólo hay que correr a las ciudades fortificadas para refugiarse. Jehová en su misericordia abre paso a otra posibilidad: Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva (Jeremías 4:14). La invasión no se va a parar; el juicio ya ha sido decretado. Pero hay la posibilidad de sobrevivirlo, de ser rescatado, de correr a Jehová para encontrar refugio en su abundante misericordia y perdón.
¡Y qué paciencia demuestra Jehová al invitar a su pueblo otra vez al arrepentimiento! ‹‹¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?›› (Jeremías 4:14) hace sonar no sólo la frustración de Jehová por la rebelión demostrada a largo plazo sino su paciencia que todavía la supera y espera con brazos abiertos.
Pero los brazos abiertos no se extenderán para siempre: Porque una voz trae las nuevas desde Dan, y hace oír la calamidad desde el monte de Efraín (Jeremías 4:15). La invasión ha entrado el norte de la tierra prometida, y se está acercando a su destino, Jerusalén: Decid a las naciones: He aquí, haced oír sobre Jerusalén: Guardas vienen de tierra lejana, y lanzarán su voz contra las ciudades de Judá, como guardas del campo estuvieron en derredor de ella (Jeremías 4:16, 17). Los que no corren a los brazos abiertos del perdón sufrirán el juicio merecido: Se rebeló contra mí, dice Jehová. Tu camino y tus obras te hicieron esto; esta es tu maldad, por lo cual amargura penetrará hasta tu corazón (Jeremías 4:17, 18).
Segunda sección: Es fascinante leer en Jeremías 4:19-31 el queja del profeta en diálogo con Jehová, expuesta públicamente para llamar a sus oyentes al arrepentimiento. Podemos seguir los pasos del diálogo así:
1. En Jeremías 4:19-20 reacciona desde lo más profundo de su ser al juicio que acaba de anunciar en 4:5-18 y pregunta en desesperación: ¿Hasta cuándo he de ver bandera, he de oír sonido de trompeta? (Jeremías 4:21)
2. Le responde Jehová no por decirle hasta cuándo sino por qué: Porque mi pueblo es necio, no me conocieron son hijos ignorantes y no son entendidos; sabios para hacer el mal, pero hacer el bien no supieron (Jeremías 4:22).
3. Jeremías ve proféticamente, tal vez en un tiempo de prosperidad, toda la destrucción que está por venir (Jeremías 4:23-26).
4. Jehová le ha comunicado la certeza de la venida del juicio y también su promesa de preservar a un remanente (Jeremías 4:27-28).
5. Pero mientras tanto, le espera al pueblo el juicio que va a destruir o trastornar todo: Todas las ciudades fueron abandonadas, y no quedó en ellas morador alguno (Jeremías 4:29).
6. Aunque Jerusalén piensa manejar la situación como una cortesana, se terminará como una mujer en los dolores del parto (Jeremías 4:30-31).
Tercera sección: En Génesis 18:16-33 Jehová descendió e investigó el clamor contra Sodoma y Gomorra; al revelarlo a Abraham, le abrió paso a interceder por las ciudades y por los posibles justos en ellas. Pero ahora en Jeremías 5, otro caso del juicio venidero, Jehová le manda a Jeremías a salir a las plazas de otra ciudad – a las plazas de Jerusalén – en búsqueda de un hombre que haga justicia y busque verdad (Jeremías 5:1). Se supone que la existencia de algunos de ellos hará demorar el tiempo del juicio o tal vez lo suspenderá.
El profeta busca… y llega a una conclusión de acuerdo con el juicio severo de Jehová: Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse (Jeremías 5:3). Pero tal vez hay otra explicación por la falta de un hombre justo: Yo dije: Ciertamente éstos son pobres, han enloquecido, pues no conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios. Iré a los grandes, y les hablaré; porque ellos conocen el camino de Jehová, el juicio de su Dios (Jeremías 5:4, 5). Pero en vez de la sumisión a la palabra de Jehová, los más educados y ricos sólo demuestran la rebelión: Pero ellos también quebraron el yugo, rompieron las coyundas (Jeremías 4:5). Por eso, confirma el profeta el decreto severo del juicio de Jehová: El león de la selva los matará, los destruirá el lobo del desierto, el leopardo acechará sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere será arrebatado (Jeremías 4:6). Es decir, las tropas extranjeras de la invasión van a ser feroces y crueles como animales salvajes tras la presa. Así se ejecutará el juicio justo de Jehová.
Se anuncian los cargos contra el pueblo de Jehová. En general declara: Sus rebeliones se han multiplicado, y se han aumentado sus deslealtades (Jeremías 4:6). Como ejemplos hace referencia a la idolatría (Jeremías 5:7), el ser desagradecidos (Jeremías 5:7), el adulterio (Jeremías 5:7, 8) y la apostasía (Jeremías 5:12). Y al final reprende al pueblo por rechazar su palabra predicada por profetas fieles como Jeremías, por juzgarlos al decir: Los profetas serán como viento (Jeremías 5:13). En realidad: Así se hará a ellos (Jeremías 5:13); es decir, serán llevados como por el viento del desierto como el descrito en Jeremías 4:11-12.
Cuarta sección: Precisamente porque han rechazado la palabra de Jehová, considerándola en su apostasía e indiferencia como el viento, verán que su palabra se asemeja a otro elemento: Porque dijeron esta palabra [que ‹‹los profetas serán como el viento››], he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá (Jeremías 5:14). Llegarán los caldeos para consumir todo lo que aprecian (Jeremías 5:15-17). Pero note otra vez como en Jeremías 4:27 y 5:10: No obstante, en aquellos días, dice Jehová, no os destruiré del todo (Jeremías 5:18).]
Luego, cuando protestan el juicio severo de Jehová en el exilio a Babilonia, el profeta les anunciará la palabra de Jehová otra vez: De la manera que dejasteis a mí, y servisteis a dioses ajenos en vuestra tierra, así serviréis a extraños en tierra ajena (Jeremías 5:19). Mientras tanto les reprende con la palabra de Jehová por su idolatría e injusticia en Jeremías 5:20-31. Es decir, el considerar la palabra de Jehová y sus profetas verdaderos como viento ha encendido el fuego de la ira divina. Y sin poner atención a la palabra que ha menospreciado, ahora el pueblo se encuentra sin protección contra sus llamas: Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? (Jeremías 5:31).
Jeremías 6 continúa el tema de las profecías contra Judá y Jerusalén. En este capítulo como en los anteriores, se recogen varias profecías sin referencia cronológica precisa. Todos tienen que ver con la invasión de la tierra y el sitio y la destrucción de Jerusalén. Probablemente no fueron predicadas a la vez sino en momentos diferentes del largo ministerio de Jeremías.
Jeremías 6:1-8 atrevida y repulsivamente les invita a los oyentes a participar en la destrucción de Jerusalén… pero todavía extiende una invitación al arrepentimiento: Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada (Jeremías 6:8).
Las próximas tres profecías se anuncian por la misma frase: Así dijo Jehová de los ejércitos, o Así dijo Jehová (Jeremías 6:9, 16, 22). La primera enfatiza que el juicio alcanzará a la gente de todas las edades; la segunda, de la imposibilidad de evitar el juicio por cumplir ritos religiosos sin ninguna atención a la palabra de Dios. La tercera indica la crueldad con que el ejército extranjero va a ejecutar el juicio y la certeza de su venida. Al principio y al fin de este pequeño grupo de profecías, Jehová establece a Jeremías como profeta. Será como el vendimiador entre los sarmientos (Jeremías 6:9), asegurándose de que todos hayan escuchado del juicio venidero. Será como fortaleza en el pueblo, como torre (Jeremías 6:27); por su palabra el remanente será protegido, pero todos los demás serán desechados.
En resumen, se destacan en estas profecías no sólo el juicio decretado contra Jerusalén sino la necesidad de prestar atención a la palabra de Jehová y la urgencia de ponerla en práctica en arrepentimiento.