1 Reyes 18 - 19
Creo que estos dos capítulos, especialmente 1 Reyes 19, son algunos de los capítulos menos entendidos en todos los libros históricos del Antiguo Testamento. Hoy espero indicar una interpretación diferente que la común para entenderlos.
Los eventos principales en sí son llamativos y no difíciles de entender. Ocurren en dos montes (Carmelo y Horeb); los primeros son de gran poder y públicos (Jehová vence a Baal de forma decisiva), y los que siguen son de gran poder y privados (Jehová manda a Elías para iniciar una etapa de juicio violento en Israel). Lo que pasa entre los eventos principales de 1 Reyes 18 – 19 es lo que abre paso a la malinterpretación, especialmente cuando los lectores concentramos en los motivos aparentes de Elías.
¿Por qué va Elías tan lejos de Jezabel? Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida (1 Reyes 19:3). Hay muchos que entienden que lo hizo por más que la protección de su vida sino por miedo de Jezabel. No creo que fue su motivo. Entre varias razones, si huyó de Jezabel por miedo, seguramente es exagerado su viaje. Si Jehová le ha protegido como testifica Abdías: Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí (1 Reyes 18:10), seguramente no necesita emprender un viaje largo por el desierto hasta Sinaí para alargarse de Jezabel. Pero si Elías se va a Sinaí por otra razón, como por poner una demanda contra Israel por su violación del pacto de Sinaí (una interpretación de acuerdo con Romanos 11:2), entonces su viaje tiene sentido. Creo que esta opción es mejor, especialmente viendo que el ángel de Jehová le anima a tomar el viaje: Levántate y come, porque largo camino te resta (1 Reyes 19:7).
Algunos, fijándose en el supuesto miedo de Elías, lo combinan con una supuesta depresión al decir: Deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres (1 Reyes 19:4). Sin duda está profundamente desanimado. Pero, ¿no serviría los eventos de 1 Reyes 19:5-8 para alentar a Elías y aliviar su desánimo? 1 Reyes 19:8 nos retrata a un hombre fortalecido y decidido, no deprimido. ¿Podría ser que 1 Reyes 19:4 es una oración de desesperación que contesta Jehová por misericordia en los versículos siguientes?
Fijados en el supuesto miedo de Elías combinado con su supuesta depresión, algunos le critican por clamar delante de Jehová: Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (1 Reyes 19:10, 14). Pero si vemos a un hombre fortalecido y decidido de acuerdo con 1 Reyes 19:8, la queja de Elías tiene mucho en común con otras quejas emocionales y aprobadas de los salmos: Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones (Salmo 35:17). Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón (Salmo 38:8). ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego? Recuerda cuán breve es mi tiempo; ¿por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (Salmo 89:46-47) Si no le criticamos a David por quejar en otra cueva: Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida (Salmo 142:4), ¿por qué le criticaríamos a Elías por lo mismo?
Si pensamos en 1 Reyes 19 como una crítica de Elías, puede ser que hemos formado un retrato muy distorsionado de los profetas como personas confiadas y seguras de sí mismas, en vez de dependientes en Jehová por la oración, a tal punto que cuando nos enfrentan pasajes bíblicos que hablan de su incapacidad delante de Jehová, los tomamos por debilidad en vez de verdadera fortaleza. Puede ser que la interpretación común de 1 Reyes 18 – 19 revele cuán lejos estamos de entender el verdadero poder de los profetas de Jehová. Es interesante que el Nuevo Testamento se acuerda de Elías en su debilidad, no para reprocharlo sino para ponerlo como ejemplo: Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto (Santiago 5:17-18).
Pero lo que más me convence de que Jehová aprueba las acciones de Elías en 1 Reyes 19 es que juzga a favor de su demanda contra Israel. ¡Está de acuerdo con Elías! Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará (1 Reyes 19:15-17). Ahora que Israel no ha vuelto a Jehová después de tres años y medio de sequía y un milagro decisivo delante de sus ojos, entrará en una época de juicio más fuerte, caracterizado por la violencia inescapable. El juicio contra Israel ha entrado un grado mucho más severo. Por eso sus palabras siguientes: Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron (1 Reyes 19:18) no son ningún reproche al profeta sino la evidencia de la soberanía y la gracia de Jehová en preservar a un remanente fiel, exactamente lo que ve el apóstol Pablo en este versículo en Romanos 11:2-5.
Así que, si hemos entendido bien 1 Reyes 18 – 19, no debemos quedarnos con una lista de las fallas imaginadas de Elías. Debemos ver un retrato impresionante de la persistencia de Jehová en llamar a su pueblo al arrepentimiento, de su juicio severo contra los que persisten en el pecado y su gracia segura en preservar a un remanente del juicio.
Los eventos principales en sí son llamativos y no difíciles de entender. Ocurren en dos montes (Carmelo y Horeb); los primeros son de gran poder y públicos (Jehová vence a Baal de forma decisiva), y los que siguen son de gran poder y privados (Jehová manda a Elías para iniciar una etapa de juicio violento en Israel). Lo que pasa entre los eventos principales de 1 Reyes 18 – 19 es lo que abre paso a la malinterpretación, especialmente cuando los lectores concentramos en los motivos aparentes de Elías.
¿Por qué va Elías tan lejos de Jezabel? Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida (1 Reyes 19:3). Hay muchos que entienden que lo hizo por más que la protección de su vida sino por miedo de Jezabel. No creo que fue su motivo. Entre varias razones, si huyó de Jezabel por miedo, seguramente es exagerado su viaje. Si Jehová le ha protegido como testifica Abdías: Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí (1 Reyes 18:10), seguramente no necesita emprender un viaje largo por el desierto hasta Sinaí para alargarse de Jezabel. Pero si Elías se va a Sinaí por otra razón, como por poner una demanda contra Israel por su violación del pacto de Sinaí (una interpretación de acuerdo con Romanos 11:2), entonces su viaje tiene sentido. Creo que esta opción es mejor, especialmente viendo que el ángel de Jehová le anima a tomar el viaje: Levántate y come, porque largo camino te resta (1 Reyes 19:7).
Algunos, fijándose en el supuesto miedo de Elías, lo combinan con una supuesta depresión al decir: Deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres (1 Reyes 19:4). Sin duda está profundamente desanimado. Pero, ¿no serviría los eventos de 1 Reyes 19:5-8 para alentar a Elías y aliviar su desánimo? 1 Reyes 19:8 nos retrata a un hombre fortalecido y decidido, no deprimido. ¿Podría ser que 1 Reyes 19:4 es una oración de desesperación que contesta Jehová por misericordia en los versículos siguientes?
Fijados en el supuesto miedo de Elías combinado con su supuesta depresión, algunos le critican por clamar delante de Jehová: Sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida (1 Reyes 19:10, 14). Pero si vemos a un hombre fortalecido y decidido de acuerdo con 1 Reyes 19:8, la queja de Elías tiene mucho en común con otras quejas emocionales y aprobadas de los salmos: Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones (Salmo 35:17). Estoy debilitado y molido en gran manera; gimo a causa de la conmoción de mi corazón (Salmo 38:8). ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá tu ira como el fuego? Recuerda cuán breve es mi tiempo; ¿por qué habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (Salmo 89:46-47) Si no le criticamos a David por quejar en otra cueva: Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida (Salmo 142:4), ¿por qué le criticaríamos a Elías por lo mismo?
Si pensamos en 1 Reyes 19 como una crítica de Elías, puede ser que hemos formado un retrato muy distorsionado de los profetas como personas confiadas y seguras de sí mismas, en vez de dependientes en Jehová por la oración, a tal punto que cuando nos enfrentan pasajes bíblicos que hablan de su incapacidad delante de Jehová, los tomamos por debilidad en vez de verdadera fortaleza. Puede ser que la interpretación común de 1 Reyes 18 – 19 revele cuán lejos estamos de entender el verdadero poder de los profetas de Jehová. Es interesante que el Nuevo Testamento se acuerda de Elías en su debilidad, no para reprocharlo sino para ponerlo como ejemplo: Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto (Santiago 5:17-18).
Pero lo que más me convence de que Jehová aprueba las acciones de Elías en 1 Reyes 19 es que juzga a favor de su demanda contra Israel. ¡Está de acuerdo con Elías! Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará (1 Reyes 19:15-17). Ahora que Israel no ha vuelto a Jehová después de tres años y medio de sequía y un milagro decisivo delante de sus ojos, entrará en una época de juicio más fuerte, caracterizado por la violencia inescapable. El juicio contra Israel ha entrado un grado mucho más severo. Por eso sus palabras siguientes: Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron (1 Reyes 19:18) no son ningún reproche al profeta sino la evidencia de la soberanía y la gracia de Jehová en preservar a un remanente fiel, exactamente lo que ve el apóstol Pablo en este versículo en Romanos 11:2-5.
Así que, si hemos entendido bien 1 Reyes 18 – 19, no debemos quedarnos con una lista de las fallas imaginadas de Elías. Debemos ver un retrato impresionante de la persistencia de Jehová en llamar a su pueblo al arrepentimiento, de su juicio severo contra los que persisten en el pecado y su gracia segura en preservar a un remanente del juicio.