1 Reyes 4 - 5 y Salmo 72
Si no prestamos atención entre tantos nombres y números en 1 Reyes 4 – 5, puede ser que pasamos por encima de algunos de los cumplimientos más impactantes de las promesas de Jehová en toda la Biblia hasta este punto.
Acuérdese que Jehová les dijo a Adán y Eva: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:28). Ahora en 1 Reyes 4 – 5 no es por accidente que leemos sobre la multiplicación de Israel (1 Reyes 4:20), sobre la organización para el mantenimiento de la casa real, sobre la extensión de la sabiduría de Salomón que puede disertar sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared (1 Reyes 4:33) y sobre los acuerdos y la organización del labor para la construcción del templo. Por la gracia de Jehová los israelitas han fructificado y se han multiplicado; han llenado la tierra prometida y la sojuzgan, señoreando sobre toda esta parte de la creación para que mantenga a los seres humanos con vida y produzca un templo para la gloria de Jehová. Por la sabiduría que Jehová le ha dado a Salomón, el dominio justo de Jehová sobre toda la creación se está poniendo en evidencia en la tierra, exactamente como mandó al principio.
Más específicamente, cumple las promesas que dio siglos antes a un solo hombre que anduvo en esa misma tierra como extranjero. Haré de ti una nación grande (Génesis 12:2); de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Génesis 22:17). Y ahora: Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose (1 Reyes 4:20).
A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates (Génesis 15:18). Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto… Él señoreaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Éufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor (1 Reyes 4:21, 24).
Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra (Génesis 12:3); en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:18). Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió (1 Reyes 4:21). Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios… Para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría (1 Reyes 4:30, 34).
Todas estas promesas se realizan por el ungido de Jehová que ejerce dominio y diplomacia para cumplir otra promesa más reciente del Señor de los señores: Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre (1 Reyes 5:3-5).
Y así entendemos estos capítulos de 1 Reyes hasta capítulo 10, los últimos de la séptima unidad de la Biblia: las promesas de Jehová a Abraham están produciendo fruto. La casa del ungido de Jehová ha sido establecida, y gobierna en justicia y paz como fue prometida siglos antes.
Acuérdese que Jehová les dijo a Adán y Eva: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:28). Ahora en 1 Reyes 4 – 5 no es por accidente que leemos sobre la multiplicación de Israel (1 Reyes 4:20), sobre la organización para el mantenimiento de la casa real, sobre la extensión de la sabiduría de Salomón que puede disertar sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared (1 Reyes 4:33) y sobre los acuerdos y la organización del labor para la construcción del templo. Por la gracia de Jehová los israelitas han fructificado y se han multiplicado; han llenado la tierra prometida y la sojuzgan, señoreando sobre toda esta parte de la creación para que mantenga a los seres humanos con vida y produzca un templo para la gloria de Jehová. Por la sabiduría que Jehová le ha dado a Salomón, el dominio justo de Jehová sobre toda la creación se está poniendo en evidencia en la tierra, exactamente como mandó al principio.
Más específicamente, cumple las promesas que dio siglos antes a un solo hombre que anduvo en esa misma tierra como extranjero. Haré de ti una nación grande (Génesis 12:2); de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar (Génesis 22:17). Y ahora: Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose (1 Reyes 4:20).
A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates (Génesis 15:18). Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto… Él señoreaba en toda la región al oeste del Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes al oeste del Éufrates; y tuvo paz por todos lados alrededor (1 Reyes 4:21, 24).
Serán benditas en ti todas las naciones de la tierra (Génesis 12:3); en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 22:18). Salomón señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto; y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió (1 Reyes 4:21). Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios… Para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría (1 Reyes 4:30, 34).
Todas estas promesas se realizan por el ungido de Jehová que ejerce dominio y diplomacia para cumplir otra promesa más reciente del Señor de los señores: Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre (1 Reyes 5:3-5).
Y así entendemos estos capítulos de 1 Reyes hasta capítulo 10, los últimos de la séptima unidad de la Biblia: las promesas de Jehová a Abraham están produciendo fruto. La casa del ungido de Jehová ha sido establecida, y gobierna en justicia y paz como fue prometida siglos antes.