1 Samuel 29 - 31 y Salmo 143
Los últimos capítulos de 1 Samuel cierran el libro con salvación y juicio, con gran tristeza y solemnidad.
Primero, en 1 Samuel 29 David encuentra la salvación del enlace vergonzoso e incómodo con Aquis, el rey de Gat. Los príncipes de los filisteos rechazan su participación con ellos, ¡y con razón! Y por lo que leímos en
1 Samuel 27, nosotros vemos mejor que Aquis cuán erróneas son sus palabras a David: Vive Jehová, que tú has sido recto (1 Samuel 29:6). También nos duele escuchar las palabras de sumisión que el ungido de Jehová tiene que decir a un filisteo: ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey? (1 Samuel 29:8) Por eso, aunque no nos lo dice directamente, reconocemos que el rechazo filisteo es otra forma visible por la cual Jehová salva a David. Y aunque a veces no nos gusta verlo, debemos darle alabanza y gloria a Jehová porque en su misericordia también nos ha salvado en varias ocasiones de enlaces vergonzosos con el pecado y la condenación.
En el caso de David, Jehová protege a su ungido de más también. Note que capítulo 29 ocurre antes que los eventos del capítulo 28. Samuel le dice a Saúl: Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos (1 Samuel 28:19); y según 1 Samuel 29:1, 11, en el rechazo de David los filisteos ni están en el campo de batalla todavía. El narrador bíblico no sólo cambió la perspectiva de Saúl a David entre capítulos 28 y 29 sino que volvió a contarnos los sucesos de unos días antes. Ese detalle es importante para que veamos que David y sus hombres están alejados completamente de los eventos de la derrota de Israel y la muerte de Saúl en el monte de Gilboa. El día de la batalla, los israelitas no ven a David y sus hombres mientras se apartan de los filisteos lentamente en la distancia; en cambio, David y sus hombres ni están en la región, hace días que no están con los filisteos, y como veremos en 1 Samuel 30 y 2 Samuel 1, están alejados de la batalla y ocupados en otros asuntos.
Por eso podemos ver que Jehová protege a su ungido David completamente del juicio contra Saúl y su casa. No sabemos qué habría hecho David si tuviera que pelear al lado de los filisteos ese día. Nos gustaría pensar que se habría cambiado de lado para atacar a los filisteos y guiar a Israel a victoria, pero la Biblia simplemente no nos dice. Tampoco nos dice cómo Israel habría visto la participación de David en la batalla ese día aunque ganara la victoria por Israel. ¿Sería visto como no confiable en su palabra, luchando contra Israel por un rato para luego luchar a su lado? ¿Sería culpado de la muerte de Saúl, de no haber llegado a tiempo para salvarlo? ¿Habría acusaciones de que debilitó la mano de Israel hasta que muriera Saúl, e inmediatamente aprovechó de la situación para ganar la victoria y nombrarse rey?
Si tuviéramos la mente de Hollywood, tal vez mandaríamos que David entrara la batalla al lado de los filisteos, que se arrepintiera de su decisión al ver a Jonatán bajo ataque, que salvara a él y a Saúl en lo más recio de la batalla, que Saúl viera su sacrificio para preservarle la vida y se arrepintiera de su dureza contra David, hasta para darle el golpe fatal a un filisteo (¿a Aquis mismo?) que se acercaba a David a escondidas para matarlo, que Israel ganara la victoria ese día y que termináramos la película por ver meses después una ceremonia de todo Israel reunido en gran solemnidad y gozo para celebrar mientras la corona sea pasada del viejo Saúl agradecido al sumiso David, con Jonatán sonriéndose y aplaudiendo en el fondo.
Pero porque Hollywood celebra los hechos y la potencial de los hombres de forma muy llamativa sin tomar en cuenta la santidad y el juicio de Jehová, Jehová no permitió que Hollywood escribiera la Biblia. En cambio el juicio de Jehová, algo desagradable a la vista carnal, ha decretado la condenación de Saúl y su casa por la rebelión: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta (1 Samuel 15:28-29). Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy (1 Samuel 28:18). Y vemos la misericordia de Jehová en que protege a su ungido David de cualquier enlace con el juicio a Saúl.
Segundo, note en 1 Samuel 30 que esta salvación y la tribulación causada por el ataque amalecita contra Ziklag empujaron a David a buscar a Jehová otra vez: David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios (1 Samuel 30:6). Vuelve a pedir la dirección de Jehová (1 Samuel 30:7-8). Reconoce la mano de Jehová en la recuperación de sus familiares y sus bienes (1 Samuel 30:23, 26). Hacía tiempo que no escuchábamos el nombre de Jehová de la boca de David; ahora, en medio de tribulaciones, David encuentra su refugio y fortaleza en Él otra vez.
Tercero, leemos las tristes noticias de la muerte de Saúl y sus hijos. Peor que la muerte de Sansón, los cuatro mueren juntos y son escarnecidos por los filisteos. Aunque es una derrota completa y vergonzosa, 1 Samuel no termina en la completa desesperación. Los hombres de Jabes de Galaad se arriesgan para sepultar sus cuerpos. Acuérdese de que Saúl los había salvado de la opresión de Nahas amonita en 1 Samuel 11; aquí demuestran su devoción y agradecimiento. El reinado de Saúl no fue un fracaso total. Jehová obró por él por la salvación de Israel, aunque de forma limitada y con mucho tiempo y recursos malgastados por andar en contra el ungido de Jehová. Pero el eco de la salvación en 1 Samuel 11 nos debe animar: seguramente a Jehová no se le olvidará su pueblo.
Primero, en 1 Samuel 29 David encuentra la salvación del enlace vergonzoso e incómodo con Aquis, el rey de Gat. Los príncipes de los filisteos rechazan su participación con ellos, ¡y con razón! Y por lo que leímos en
1 Samuel 27, nosotros vemos mejor que Aquis cuán erróneas son sus palabras a David: Vive Jehová, que tú has sido recto (1 Samuel 29:6). También nos duele escuchar las palabras de sumisión que el ungido de Jehová tiene que decir a un filisteo: ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey? (1 Samuel 29:8) Por eso, aunque no nos lo dice directamente, reconocemos que el rechazo filisteo es otra forma visible por la cual Jehová salva a David. Y aunque a veces no nos gusta verlo, debemos darle alabanza y gloria a Jehová porque en su misericordia también nos ha salvado en varias ocasiones de enlaces vergonzosos con el pecado y la condenación.
En el caso de David, Jehová protege a su ungido de más también. Note que capítulo 29 ocurre antes que los eventos del capítulo 28. Samuel le dice a Saúl: Mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos (1 Samuel 28:19); y según 1 Samuel 29:1, 11, en el rechazo de David los filisteos ni están en el campo de batalla todavía. El narrador bíblico no sólo cambió la perspectiva de Saúl a David entre capítulos 28 y 29 sino que volvió a contarnos los sucesos de unos días antes. Ese detalle es importante para que veamos que David y sus hombres están alejados completamente de los eventos de la derrota de Israel y la muerte de Saúl en el monte de Gilboa. El día de la batalla, los israelitas no ven a David y sus hombres mientras se apartan de los filisteos lentamente en la distancia; en cambio, David y sus hombres ni están en la región, hace días que no están con los filisteos, y como veremos en 1 Samuel 30 y 2 Samuel 1, están alejados de la batalla y ocupados en otros asuntos.
Por eso podemos ver que Jehová protege a su ungido David completamente del juicio contra Saúl y su casa. No sabemos qué habría hecho David si tuviera que pelear al lado de los filisteos ese día. Nos gustaría pensar que se habría cambiado de lado para atacar a los filisteos y guiar a Israel a victoria, pero la Biblia simplemente no nos dice. Tampoco nos dice cómo Israel habría visto la participación de David en la batalla ese día aunque ganara la victoria por Israel. ¿Sería visto como no confiable en su palabra, luchando contra Israel por un rato para luego luchar a su lado? ¿Sería culpado de la muerte de Saúl, de no haber llegado a tiempo para salvarlo? ¿Habría acusaciones de que debilitó la mano de Israel hasta que muriera Saúl, e inmediatamente aprovechó de la situación para ganar la victoria y nombrarse rey?
Si tuviéramos la mente de Hollywood, tal vez mandaríamos que David entrara la batalla al lado de los filisteos, que se arrepintiera de su decisión al ver a Jonatán bajo ataque, que salvara a él y a Saúl en lo más recio de la batalla, que Saúl viera su sacrificio para preservarle la vida y se arrepintiera de su dureza contra David, hasta para darle el golpe fatal a un filisteo (¿a Aquis mismo?) que se acercaba a David a escondidas para matarlo, que Israel ganara la victoria ese día y que termináramos la película por ver meses después una ceremonia de todo Israel reunido en gran solemnidad y gozo para celebrar mientras la corona sea pasada del viejo Saúl agradecido al sumiso David, con Jonatán sonriéndose y aplaudiendo en el fondo.
Pero porque Hollywood celebra los hechos y la potencial de los hombres de forma muy llamativa sin tomar en cuenta la santidad y el juicio de Jehová, Jehová no permitió que Hollywood escribiera la Biblia. En cambio el juicio de Jehová, algo desagradable a la vista carnal, ha decretado la condenación de Saúl y su casa por la rebelión: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta (1 Samuel 15:28-29). Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy (1 Samuel 28:18). Y vemos la misericordia de Jehová en que protege a su ungido David de cualquier enlace con el juicio a Saúl.
Segundo, note en 1 Samuel 30 que esta salvación y la tribulación causada por el ataque amalecita contra Ziklag empujaron a David a buscar a Jehová otra vez: David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios (1 Samuel 30:6). Vuelve a pedir la dirección de Jehová (1 Samuel 30:7-8). Reconoce la mano de Jehová en la recuperación de sus familiares y sus bienes (1 Samuel 30:23, 26). Hacía tiempo que no escuchábamos el nombre de Jehová de la boca de David; ahora, en medio de tribulaciones, David encuentra su refugio y fortaleza en Él otra vez.
Tercero, leemos las tristes noticias de la muerte de Saúl y sus hijos. Peor que la muerte de Sansón, los cuatro mueren juntos y son escarnecidos por los filisteos. Aunque es una derrota completa y vergonzosa, 1 Samuel no termina en la completa desesperación. Los hombres de Jabes de Galaad se arriesgan para sepultar sus cuerpos. Acuérdese de que Saúl los había salvado de la opresión de Nahas amonita en 1 Samuel 11; aquí demuestran su devoción y agradecimiento. El reinado de Saúl no fue un fracaso total. Jehová obró por él por la salvación de Israel, aunque de forma limitada y con mucho tiempo y recursos malgastados por andar en contra el ungido de Jehová. Pero el eco de la salvación en 1 Samuel 11 nos debe animar: seguramente a Jehová no se le olvidará su pueblo.