1 Samuel 9 - 12
En la lectura para hoy seguimos la mano del Señor por dos capítulos para encontrar al primer rey de Israel. Saúl demuestra su capacidad de dirigir al pueblo de Jehová en 1 Samuel 11 en su primera batalla contra los amonitas, y luego en 1 Samuel 12 el profeta Samuel cierra su ministerio como juez de Israel e inicia oficialmente el reino de Saúl y toda una nueva época en la historia de Israel, la época de la monarquía.
Como es un momento histórico de tanta importancia, es apropiado que Samuel siga los ejemplos de Moisés y Josué y predique al pueblo para cerrar su ministerio y reconfirmar la fidelidad del pueblo a Jehová. Siguiendo el patrón de esos dos grandes varones de Dios, Samuel da resumen a la historia de Israel (el pasado: 1 Samuel 12:6-12) para retratarles dos caminos posibles, de obediencia o de desobediencia (el futuro: 1 Samuel 12:14-15) e insiste en una decisión presente para confirmar la recepción de las bendiciones prometidas (el presente: 1 Samuel 12:13, 16-21).
A diferencia que el compromiso seguro y la confiada obediencia con que los israelitas respondieron a Moisés y a Josué, esta generación responde en arrepentimiento: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros (1 Samuel 12:19). ¿Puede ser que la experiencia del declive espiritual les ha hecho más sensibles a su naturaleza pecaminosa, a su incapacidad de obedecer a Jehová de todo corazón? Por lo menos reconocen que los truenos y la lluvia dan testimonio de sus pecados contra Jehová (1 Samuel 12:17-18). Samuel les manda a obedecer: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón (1 Samuel 12:20). Y como una fundación sólida para sostener su obediencia, los dirige a la gracia de Jehová con que hizo el pacto con Abraham: Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo (1 Samuel 12:22).
Señala también un riesgo más, la confianza en uno que es sólo hombre para darles la redención que sólo viene de Dios: Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis (1 Samuel 12:25). Si no temen y sirven a Jehová con todo su corazón, ni su nuevo rey será capaz de salvarlos. En cambio, ¡será llevado a la condenación con ellos! Aún con el nuevo rey, la redención sólo viene de Jehová.
Como es un momento histórico de tanta importancia, es apropiado que Samuel siga los ejemplos de Moisés y Josué y predique al pueblo para cerrar su ministerio y reconfirmar la fidelidad del pueblo a Jehová. Siguiendo el patrón de esos dos grandes varones de Dios, Samuel da resumen a la historia de Israel (el pasado: 1 Samuel 12:6-12) para retratarles dos caminos posibles, de obediencia o de desobediencia (el futuro: 1 Samuel 12:14-15) e insiste en una decisión presente para confirmar la recepción de las bendiciones prometidas (el presente: 1 Samuel 12:13, 16-21).
A diferencia que el compromiso seguro y la confiada obediencia con que los israelitas respondieron a Moisés y a Josué, esta generación responde en arrepentimiento: Ruega por tus siervos a Jehová tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros (1 Samuel 12:19). ¿Puede ser que la experiencia del declive espiritual les ha hecho más sensibles a su naturaleza pecaminosa, a su incapacidad de obedecer a Jehová de todo corazón? Por lo menos reconocen que los truenos y la lluvia dan testimonio de sus pecados contra Jehová (1 Samuel 12:17-18). Samuel les manda a obedecer: No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón (1 Samuel 12:20). Y como una fundación sólida para sostener su obediencia, los dirige a la gracia de Jehová con que hizo el pacto con Abraham: Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo (1 Samuel 12:22).
Señala también un riesgo más, la confianza en uno que es sólo hombre para darles la redención que sólo viene de Dios: Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis (1 Samuel 12:25). Si no temen y sirven a Jehová con todo su corazón, ni su nuevo rey será capaz de salvarlos. En cambio, ¡será llevado a la condenación con ellos! Aún con el nuevo rey, la redención sólo viene de Jehová.