2 Crónicas 14 - 16
En más detalle:
En su narrativa del reinado de Asa, el cronista continúa a mencionar algunos de sus detalles favoritos como la edificación de ciudades (2 Crónicas 14:6-7) y la llegada de muchos israelitas a abandonar sus tierras para vivir en Jerusalén y Judá (2 Crónicas 15:9). Pero hace resaltar otro tema favorito, la oración en humildad del rey de la casa de David a Jehová: Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre (2 Crónicas 14:11). En respuesta, otra vez Jehová le da a su pueblo la victoria sobre un ejército superior: Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes (2 Crónicas 14:12). Igual como pidió Salomón en la dedicación del templo, Jehová escucha y responde gloriosamente a la oración de su ungido.
¿Y cómo responde Asa? Con más devoción todavía: Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa… Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma; y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño, hombre o mujer. Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas (2 Crónicas 15:10, 12-14). Otra vez, como quería Salomón en la dedicación, el templo ha llegado a ser el lugar donde se establece la justicia de los votos del pueblo.
Por eso, es de tanta sorpresa cuando desconfía Asa en Jehová décadas después en 2 Crónicas 16. Encuentra la salvación de sus enemigos otra vez, pero a un precio muy grande y sin consultar a Jehová. Leímos de los eventos en 1 Reyes 15:17-22, pero ahora con la reprensión profética: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos (2 Crónicas 16:7). Su falta de fe es escandalosa cuando se ve en el trasfondo la victoria que le dio sobre los etíopes y los libios (2 Crónicas 16:8). Se le ha olvidado que se debe ejercer la autoridad siempre en sumisión a Jehová: Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra
contra ti (2 Crónicas 16:9).
En respuesta, Asa demuestra que su corazón se endureció espiritualmente durante las décadas de paz: Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en el cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto (2 Crónicas 16:10). En vez del arrepentimiento, Asa reacciona por intentar a apagar el ministerio de la palabra de Jehová.
Por las dos caras del rey Asa, podemos observar que nuestra devoción a Jehová siempre está en movimiento: o estamos acercándonos a él con más arrepentimiento, más humildad y más devoción apasionada a su palabra para gozarnos más de su salvación, o estamos alejándonos de él con más soberbia, más seguridad en nuestros propios planes y más fastidio y desesperación con el pueblo de Jehová y su palabra. Vale la pena parar y reflexionar: ¿Me muevo hoy hacia Jehová o me estoy alejando de Él?
En su narrativa del reinado de Asa, el cronista continúa a mencionar algunos de sus detalles favoritos como la edificación de ciudades (2 Crónicas 14:6-7) y la llegada de muchos israelitas a abandonar sus tierras para vivir en Jerusalén y Judá (2 Crónicas 15:9). Pero hace resaltar otro tema favorito, la oración en humildad del rey de la casa de David a Jehová: Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: ¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre (2 Crónicas 14:11). En respuesta, otra vez Jehová le da a su pueblo la victoria sobre un ejército superior: Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes (2 Crónicas 14:12). Igual como pidió Salomón en la dedicación del templo, Jehová escucha y responde gloriosamente a la oración de su ungido.
¿Y cómo responde Asa? Con más devoción todavía: Se reunieron, pues, en Jerusalén, en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa… Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma; y que cualquiera que no buscase a Jehová el Dios de Israel, muriese, grande o pequeño, hombre o mujer. Y juraron a Jehová con gran voz y júbilo, al son de trompetas y de bocinas (2 Crónicas 15:10, 12-14). Otra vez, como quería Salomón en la dedicación, el templo ha llegado a ser el lugar donde se establece la justicia de los votos del pueblo.
Por eso, es de tanta sorpresa cuando desconfía Asa en Jehová décadas después en 2 Crónicas 16. Encuentra la salvación de sus enemigos otra vez, pero a un precio muy grande y sin consultar a Jehová. Leímos de los eventos en 1 Reyes 15:17-22, pero ahora con la reprensión profética: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos (2 Crónicas 16:7). Su falta de fe es escandalosa cuando se ve en el trasfondo la victoria que le dio sobre los etíopes y los libios (2 Crónicas 16:8). Se le ha olvidado que se debe ejercer la autoridad siempre en sumisión a Jehová: Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra
contra ti (2 Crónicas 16:9).
En respuesta, Asa demuestra que su corazón se endureció espiritualmente durante las décadas de paz: Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en el cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto (2 Crónicas 16:10). En vez del arrepentimiento, Asa reacciona por intentar a apagar el ministerio de la palabra de Jehová.
Por las dos caras del rey Asa, podemos observar que nuestra devoción a Jehová siempre está en movimiento: o estamos acercándonos a él con más arrepentimiento, más humildad y más devoción apasionada a su palabra para gozarnos más de su salvación, o estamos alejándonos de él con más soberbia, más seguridad en nuestros propios planes y más fastidio y desesperación con el pueblo de Jehová y su palabra. Vale la pena parar y reflexionar: ¿Me muevo hoy hacia Jehová o me estoy alejando de Él?