Amós 5 - 9
En resumen:
En medio de profecías fuertes del juicio destructor sobre Israel, Jehová por su gracia todavía le llama a su pueblo a arrepentirse para encontrar vida. Pero al arrepentirse, su pueblo tiene que desconfiar en el refugio de su religión falsa y su seguridad económica. Tiene que confiar en Jehová que les prepara una nueva tierra no contaminada por sus pecados.
En medio de profecías fuertes del juicio destructor sobre Israel, Jehová por su gracia todavía le llama a su pueblo a arrepentirse para encontrar vida. Pero al arrepentirse, su pueblo tiene que desconfiar en el refugio de su religión falsa y su seguridad económica. Tiene que confiar en Jehová que les prepara una nueva tierra no contaminada por sus pecados.
En más detalle:
La lectura para hoy empieza con una declaración de la seguridad del juicio venidero de Jehová: Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante (Amós 5:2). Jehová va a poner la bendición de la multiplicación de los descendientes de Abraham al revés: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel (Amós 5:3). Pero aún en medio del juicio seguro, Jehová le llama a un remanente que encuentre la salvación en Él: Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis (Amós 5:4).
No va a encontrar el refugio en la religión falsa que levantó Jeroboam a Jehová: No busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha. Buscad a Jehová, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague (Amós 5:5-6). En cambio, en su gracia inmensa, Jehová les llama a los adoradores del culto falso a encontrar la salvación en Él. Extiende su gracia a los injustos también, que se arrepientan y encuentren el perdón del verdadero Justo y que anden en la bendición de la sumisión a Él: Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por la tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre (Amós 5:7-8).
No van a encontrar refugio en las defensas que han construido ni en las riquezas que han acumulado porque Jehová: da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza (Amós 5:9). Tienen que arrepentirse de su rechazo del mensaje profético: Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:10). Tienen que arrepentirse de sus injusticias que ofrecen una prosperidad efímera: Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas. Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres (Amós 5:11-12). Aunque ya no escuchan la reprensión en público (Amós 5:13), es urgente que se arrepientan; Jehová les extiende ahora mismo el perdón: Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José (Amós 5:14-15).
Tampoco pueden encontrar refugio en la multitud de sus ofrendas: Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quitad de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos (Amós 5:21-23). La multitud de actos religiosos y ofrendas no valen nada en comparación con el arrepentimiento: Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (Amós 5:24). Ni el testimonio de la devoción pasada puede quitar la necesidad del arrepentimiento hoy – el pecado obstinado hoy corrompe la devoción pasada: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis (Amós 5:25-26). Les urge arrepentirse inmediatamente porque el Juez y General de las tropas del juicio está a la puerta: Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:27).
La grandeza de su civilización no ofrece refugio contra el día del juicio: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella (Amós 6:8). No habrá lugar para esconderse de su alcance: Acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán (Amós 6:9). Pero todavía los rebeldes mantendrán su endurecimiento contra Dios: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová (Amós 6:10). Mejor es reconocer los pecados de una vez y rehusar la confianza en sus propias fuerzas que sólo pueden lograr la vanidad (Amós 6:12-13). De nuevo, el Juez está a la puerta: Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá (Amós 6:14).
Después siguen cinco visiones que urgen el arrepentimiento. En la primera, langostas amenazan la cosecha – pero a la intercesión del profeta, Jehová no las manda (Amós 7:1-3). En la segunda, un incendio amenaza a Israel – pero otra vez, Jehová no lo manda por la intercesión del profeta (Amós 7:4-6). En la tercera, el juicio de Jehová se va a derramar sobre Israel por sus lugares altos y su rey (Amós 7:7-9). En vez de la intercesión de Amós, el sacerdote Amasías del altar falso en Bet-el intercede al rey Jeroboam para hacer callar al profeta de Jehová (Amós 7:10-13). Por tal acción, Amasías ha asegurado su parte entre los exiliados, no en el remanente (Amós 7:17).
En la cuarta visión, un canastillo de fruta de verano demuestra que se ha madurado el juicio contra el pueblo de Israel (Amós 8:1-2). Por no arrepentirse de sus injusticias económicas, Israel padecerá el juicio divino y también de algo que disfruta durante el ministerio de Amós: He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová (Amós 8:11).
En la quinta visión, Jehová anuncia su juicio inescapable (Amós 9:1-4). Pero en medio del juicio se manifestará la gracia de su salvación del remanente: He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová (Amós 9:8). Aunque su pueblo será zarandeado como el trigo, Jehová salvará a un remanente que disfrutará la heredad de más que la tierra prometida, una heredad que se extiende hasta el límite de las naciones: Yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre poseen el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto (Amós 9:11-12). Van a disfrutar la prosperidad a niveles nunca experimentados antes, la producción terrenal liberada de los límites del tiempo: He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán (Amós 9:13). Allá su remanente trabajará y comerá en justicia: Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos (Amós 9:14). Van a disfrutar la seguridad verdadera – no la falsa que viene por acumular bienes materiales en avaricia y el deseo de cumplir placeres sino la verdadera que provee Jehová: Los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo (Amós 9:15).
La lectura para hoy empieza con una declaración de la seguridad del juicio venidero de Jehová: Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante (Amós 5:2). Jehová va a poner la bendición de la multiplicación de los descendientes de Abraham al revés: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel (Amós 5:3). Pero aún en medio del juicio seguro, Jehová le llama a un remanente que encuentre la salvación en Él: Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis (Amós 5:4).
No va a encontrar el refugio en la religión falsa que levantó Jeroboam a Jehová: No busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha. Buscad a Jehová, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague (Amós 5:5-6). En cambio, en su gracia inmensa, Jehová les llama a los adoradores del culto falso a encontrar la salvación en Él. Extiende su gracia a los injustos también, que se arrepientan y encuentren el perdón del verdadero Justo y que anden en la bendición de la sumisión a Él: Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por la tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre (Amós 5:7-8).
No van a encontrar refugio en las defensas que han construido ni en las riquezas que han acumulado porque Jehová: da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza (Amós 5:9). Tienen que arrepentirse de su rechazo del mensaje profético: Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:10). Tienen que arrepentirse de sus injusticias que ofrecen una prosperidad efímera: Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas. Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres (Amós 5:11-12). Aunque ya no escuchan la reprensión en público (Amós 5:13), es urgente que se arrepientan; Jehová les extiende ahora mismo el perdón: Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José (Amós 5:14-15).
Tampoco pueden encontrar refugio en la multitud de sus ofrendas: Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quitad de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos (Amós 5:21-23). La multitud de actos religiosos y ofrendas no valen nada en comparación con el arrepentimiento: Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo (Amós 5:24). Ni el testimonio de la devoción pasada puede quitar la necesidad del arrepentimiento hoy – el pecado obstinado hoy corrompe la devoción pasada: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis (Amós 5:25-26). Les urge arrepentirse inmediatamente porque el Juez y General de las tropas del juicio está a la puerta: Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:27).
La grandeza de su civilización no ofrece refugio contra el día del juicio: Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en ella (Amós 6:8). No habrá lugar para esconderse de su alcance: Acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán (Amós 6:9). Pero todavía los rebeldes mantendrán su endurecimiento contra Dios: Calla, porque no podemos mencionar el nombre de Jehová (Amós 6:10). Mejor es reconocer los pecados de una vez y rehusar la confianza en sus propias fuerzas que sólo pueden lograr la vanidad (Amós 6:12-13). De nuevo, el Juez está a la puerta: Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos, levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá (Amós 6:14).
Después siguen cinco visiones que urgen el arrepentimiento. En la primera, langostas amenazan la cosecha – pero a la intercesión del profeta, Jehová no las manda (Amós 7:1-3). En la segunda, un incendio amenaza a Israel – pero otra vez, Jehová no lo manda por la intercesión del profeta (Amós 7:4-6). En la tercera, el juicio de Jehová se va a derramar sobre Israel por sus lugares altos y su rey (Amós 7:7-9). En vez de la intercesión de Amós, el sacerdote Amasías del altar falso en Bet-el intercede al rey Jeroboam para hacer callar al profeta de Jehová (Amós 7:10-13). Por tal acción, Amasías ha asegurado su parte entre los exiliados, no en el remanente (Amós 7:17).
En la cuarta visión, un canastillo de fruta de verano demuestra que se ha madurado el juicio contra el pueblo de Israel (Amós 8:1-2). Por no arrepentirse de sus injusticias económicas, Israel padecerá el juicio divino y también de algo que disfruta durante el ministerio de Amós: He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová (Amós 8:11).
En la quinta visión, Jehová anuncia su juicio inescapable (Amós 9:1-4). Pero en medio del juicio se manifestará la gracia de su salvación del remanente: He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová (Amós 9:8). Aunque su pueblo será zarandeado como el trigo, Jehová salvará a un remanente que disfrutará la heredad de más que la tierra prometida, una heredad que se extiende hasta el límite de las naciones: Yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre poseen el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto (Amós 9:11-12). Van a disfrutar la prosperidad a niveles nunca experimentados antes, la producción terrenal liberada de los límites del tiempo: He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán (Amós 9:13). Allá su remanente trabajará y comerá en justicia: Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos (Amós 9:14). Van a disfrutar la seguridad verdadera – no la falsa que viene por acumular bienes materiales en avaricia y el deseo de cumplir placeres sino la verdadera que provee Jehová: Los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo (Amós 9:15).