Porque en esta iglesia sobresalen las divisiones: He sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo (1 Corintios 1:11-12). Por su admiración de los talentos y los dones de sus predicadores favoritos, los corintios los han exaltado a un punto en que se identifican más por ellos que por Jesucristo crucificado en la cruz. Se maravillan más por la sabiduría mundana y el éxito ministerial que por la sabiduría de Dios demostrada específicamente en la crucifixión del Señor de gloria.
Mientras leemos la correctiva de Pablo a los corintios hoy, debemos reflexionar en nuestra identificación cristiana también. ¿Con qué nos identificamos en nuestro camino diario en la fe cristiana? ¿Con una iglesia? ¿Con una denominación? ¿Con el ministerio de un predicador favorito? Pablo desea que volvamos a enfocar en lo más importante y central: Me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado (1 Corintios 2:2).