Nosotros también estamos en peligro de cometer el mismo error, pero de una forma diferente. No nos toca identificar y ungir al escogido por Jehová como le tocó a Samuel, pero cuando leemos la Biblia, tenemos que reconocer la perspectiva y el mensaje de Jehová. A veces nos quedamos tan impresionados por los logros físicos de los hombres que a éstos celebramos sin prestar atención a la gloria brillante de Jehová a que se dirige toda la lectura. Este es el peligro en que se caen muchos cuando leen sobre David y Goliat.
La batalla entre David y Goliat, aunque es el centro de la acción, no es el mensaje central de 1 Samuel 17. Jehová tampoco incluyó este capítulo en la Biblia para enseñarnos a “identificar a los Goliat en nuestras vidas” ni para enseñarnos “cómo tomar las cinco piedras de victoria contra nuestros enemigos”. Así son las conclusiones de los que leen la historia de David y Goliat como Samuel miró a Eliab: centrado en el ser humano. ¿Qué es el propósito de 1 Samuel 17, entonces?
Para identificarlo, hay que fijarse en el nombre de Dios. Note que no aparece hasta el versículo 26 cuando dice: ¿Quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente? (1 Samuel 17:26) Hasta este punto han pasado 25 versículos y 40 días… ¡sin mención del nombre de Jehová!
Fíjese en cuán raro es este silencio por acordarse de otra batalla reciente contra los filisteos: Cuando oyeron los filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los filisteos contra Israel; y al oír eso los hijos de Israel, tuvieron temor de los filisteos (1 Samuel 7:7). Una situación semejante. ¿Y cómo respondieron inmediatamente los israelitas? Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos (1 Samuel 7:8). ¿Qué pasó después? Clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó… Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel (1 Samuel 7:9, 10). Jehová fue el centro de la esperanza de Israel en esta batalla contra los filisteos.
Pero acuérdense también de cómo Saúl se ha alejado de Jehová en el conflicto con los filisteos en 1 Samuel 13 en Gilgal y en 1 Samuel 14 cuando Jehová gana la victoria por Jonatán a pesar de las acciones de Saúl. Atribuimos la lejanía de Jehová a la soberbia de Saúl, a su convicción de que la redención israelita dependía de sí mismo. Y ahora en 1 Samuel 17 vemos que la brecha entre Saúl y Jehová ha crecido. Samuel no está en Soco. No hay ninguna mención de ningún sacerdote.
El arca de Jehová no ha aparecido; no hay mención de ninguna oración, ningún sacrificio, ninguna plegaria a Jehová. Ni se menciona su nombre. El único a quien pueden ver Saúl y los israelitas es este hombre de guerra filisteo. Y por 40 días,
sin referencia a Jehová, los ejércitos de Israel están paralizados en temor.
Entra David y habla por primera vez en la Biblia. Hace la primera referencia
a Dios en todo el capítulo. Y le llama por un título que aparece pocas veces en el Antiguo Testamento, un título significativo: El Dios viviente (1 Samuel 17:26). ¿Qué quiere decir por llamarle así?
Hasta este momento el título ha aparecido una sola vez. Cuando Josué les da a
los israelitas las instrucciones para cruzar el río Jordán les dice: En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo (Josué 3:10). Por el milagro de cruzar al río Jordán en tierra seca, va a demostrarles a los israelitas que su Dios vive mas los dioses de las naciones paganas sólo son palos y piedras. Vemos la mención de que Jehová vive también en 2 Samuel 22:47 (y Salmo 18:46) cuando el rey David al final de su vida le glorifica porque ha hecho que las naciones se sometieran a él. Siglos después, el profeta Jeremías va a declarar: Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación (Jeremías 10:10). Note que la verdad sobre Jehová como el Dios viviente es declarada en
situaciones: 1) en relación con las naciones paganas, y 2) cuando son juzgadas
por su idolatría y tienen que someterse a Jehová. Es un título nacido del conflicto entre las naciones comprometidas con la idolatría y Jehová que es único y excelso sobre sus dioses falsos, un título que mira hacia la victoria de Jehová sobre ellos. Y mientras todo el ejército israelita en Soco tiembla al ver: un paladín… un hombre de guerra desde su juventud (1 Samuel 17:4, 33), David ve al Dios viviente, el único Dios vivo que hace temblar a las naciones.
Note también que el nombre de Jehová tiene un papel central en el resto del capítulo. David está convencido de que ese filisteo incircunciso se quedará como
los leones y los osos que ha matado porque: Ha provocado al ejército del Dios
viviente (1 Samuel 17:36). Da testimonio, no de su destreza militar sino de la salvación por Jehová: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo (1 Samuel 17:37).
Saúl intenta a convencer a David que dependa en su propia fuerza y su armadura, pero David se acerca al filisteo: En el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel (1 Samuel 17:45). Goliat: Maldijo a David por sus dioses (1 Samuel 17:43); David declara: Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel (1 Samuel 17:46). Y la lección no sólo es por Goliat y los filisteos sino también por Israel que se ha olvidado de Jehová por 40 días: Sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos (1 Samuel 17:47).
Si leemos este capítulo y nos quedamos impresionados con David, con Goliat, con los Goliat que nos atormentan y las cinco piedras espirituales que necesitamos arrojar contra ellos, no hemos sobrepasado la lectura equivocada de Samuel a Eliab cuando lo vio y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido (1 Samuel 16:6). Pero si nos fijamos en el verdadero Guerrero en el capítulo, en Jehová el Dios viviente, nos quedaremos impresionados por el Dios que hace resaltar su gloria por su ungido humilde y menospreciado, aun cuando su pueblo se ha olvidado de su nombre. La salvación todavía viene de Jehová por gracia.