La maldad continua de Israel: Repetitivo es el juicio de Jehová contra los reyes de Israel porque repetitivo es su pecado: Hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos (2 Reyes 13:2; véase también 13:11; 14:24; 15:9, 18, 24, 28). A pesar de las indicaciones claras de que el culto por los dos becerros de oro en Dan y Bet-el fue inventado por la mente de Jeroboam (1 Reyes 12:26-33), a pesar del juicio claro de Jehová contra Jeroboam por ese culto condenable (1 Reyes 13:1-10; 14:1-14; 15:29-30), a pesar del juicio claro de Jehová contra los otros reyes israelitas por eso (1 Reyes 16:1-4, 12-13, 19) y a pesar del juicio claro de Jehová contra todo Israel por lo mismo (1 Reyes 14:15-16), obstinadamente guardan los reyes de Israel los pecados
institucionalizados de su predecesor. Como la maleza, el pecado arraigado persiste en guardar su territorio y en crecer. Como la maleza, no será desarraigado sino por una acción decisiva.
La maldad continua de Judá: Aunque no participa en el culto de los dos becerros, también se entrega a la idolatría: Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados, porque el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en esos lugares altos (2 Reyes 14:4; véase también 15:4, 35). Aún crece su pecado durante el reinado de Acaz. Hace cambios en el culto del templo en Jerusalén para incorporar las
ideas paganas a la verdadera religión de Jehová (2 Reyes 16:10-18). Pero mucho peor todavía: Anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel (2 Reyes 16:3). El sacrificio de un hijo a un dios pagano en sí es una abominación pero especialmente cuando se considera que ese niño es candidato posible para reinar en el trono de Judá por el pacto de Jehová a David. Es difícil pensar en una rebelión a Jehová más digna de condenación.
La paciencia de Jehová y su gracia en medio de la iniquidad de Israel: Se encendió el furor de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo tiempo. Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía (2 Reyes 13:3-4). Restauró [Jeroboam II] los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá… porque Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había siervo ni libre, ni quien diese ayuda a Israel; y Jehová no había determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás (2 Reyes 14:25-27).
El acercamiento de una nueva amenaza: Aparecen los asirios por primera vez, un imperio nuevo centrado en el norte de Mesopotamia por el río Tigris y basado en la conquista militar por la violencia en extremo, una conquista incansable que
quiere hacer someter a todos los pueblos y los pone en exilio si se rebelan. Sus conquistas se acercan cada vez más a Israel durante esta época, y aparecen en la Biblia por primera vez en 2 Reyes 15:19 cuando Manahem los paga para afirmar su nuevo puesto como rey de Israel. Se ha empezado una relación muy peligrosa. Ya en 2 Reyes 15:29 toman para sí los territorios del norte de Israel y ponen en exilio
por primera vez una parte del pueblo de Jehová. Luego en 2 Reyes 16:7-9, el rey Acaz de Judá repite el error de depender de los asirios por la seguridad. Vencen a los viejos enemigos del pueblo de Israel, a los sirios. Pero, ¿qué ha pasado a la seguridad en Jehová?