¿Quién se habría imaginado que no sólo era ley sino versículos mesiánicos también? El apóstol Pablo nos dice: Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gálatas 3:13).
¡Y qué gloriosas son estas noticias! Por una parte, Pablo nos dice en el versículo siguiente: Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gálatas 3:14). Cuando Jesucristo sufrió la maldición de la ley en la cruz, nos redimió,
nos unió a los gentiles a la bendición de Abraham y nos dio el Espíritu por fe. ¿Quién habría imaginado que una maldición se transformara a tanta bendición?
Segundo, son buenas noticias por muchos cristianos que se preocupan de la maldición de la ley. Se alarman por versículos que dicen: Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen (Éxodo 20:5). Si nuestros padres o abuelos eran idólatras, significa que estamos bajo maldición. Y así es… a menos que
confiemos en la crucifixión de Jesucristo por el perdón de nuestros pecados; en este caso, Jesucristo nos redime de la maldición generacional de la ley también.
¡Qué buenas noticias! No tenemos que orar oraciones especiales, hacer un inventario personal de todas las maldiciones posibles que hemos recibido por las generaciones anteriores, ni participar en extrañas terapias espirituales para romperlas: Cristo nos redimió de la maldición de la ley cuando murió en la cruz por
nuestros pecados. Somos salvos de la maldición sólo por la fe en Él.
¿Quién habría pensado que las leyes del Antiguo Testamento sobre el entierro de un criminal ejecutado llevarían tantas buenas noticias?