El arrepentimiento es el abandono del camino de pecado para el camino de obediencia a Jehová. No es guiado por una emoción (aunque puede despertar emociones muy fuertes), sino por algo mucho más concreto y seguro: es guiado por la palabra de Jehová: Y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy (Deuteronomio 30:2). La palabra de Jehová impacta al oyente de tal forma que se dirige a Jehová desde su interior: Con todo tu corazón y con toda tu alma (Deuteronomio 30:2). Jehová obra para que el
corazón tenga una nueva sensibilidad espiritual que no tuvo antes: Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma (Deuteronomio 30:6). Porque viene desde dentro, no es limitado por la distancia o la inaccesibilidad al tabernáculo: Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allí te tomará (Deuteronomio 30:4). Y porque Jehová es grande en misericordia y perdonador, quita la maldición y bendice de nuevo: Entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios… Y pondrá Jehová tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron (Deuteronomio 30:3, 7).
El arrepentimiento no es sólo un evento sino un estilo de vivir, una vida transformada a la obediencia continua: Y tú volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy (Deuteronomio 30:8). Y aunque puede ser muy doloroso, el arrepentimiento lo dirige a uno a la verdadera bendición y gozo de una relación restaurada con Jehová: Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres (Deuteronomio 30:9).
No existe ninguna otra reacción aceptable por nuestro pecado delante de Jehová sino el arrepentimiento. Y no existe en ninguna otra parte la gracia como la de Jehová que recibe al pecador arrepentido y vuelve a gozarse sobre él para bendición y bien.