Note la preparación de Esdras por esta obra de Jehová: Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (Esdras 7:10).
Esdras había preparado – La formación de Esdras no fue al azar sino con un propósito fijo. Podemos imaginar horas que parecían innumerables, horas de lectura y estudio de la Sagrada Escritura por años, horas bañadas en oración y ayuno y puntuadas con clamores a Jehová por el discernimiento y la sabiduría en lo que estudiaba.
Esdras había preparado su corazón – Su preparación consumía todo su ser en devoción a Jehová. Fue organizada para que todo su intelecto, su voluntad, sus emociones y su alma fueran dirigidos por la pasión de conocer más íntimamente a Jehová.
Para inquirir la ley de Jehová – Fue un estudio cuidadoso, para examinar con atención todos los detalles de la revelación de Jehová desde Génesis a Deuteronomio. Examinaba la fundación y los enlaces de la gracia en que dependía su propia relación con Él, y se maravillaba de la gracia con que su pueblo fue establecido como el tesoro especial de Jehová.
Y para cumplirla – El propósito de esta formación fue mucho más que satisfacer una curiosidad intelectual o prepararse por una carrera académica.
Antes de enseñar a los demás, su propio corazón tuvo que ser purificado y
moldeado por la palabra de Jehová. Su pasión y devoción tuvieron que ser dirigidos para manifestarse en obediencia. Tuvo que acostumbrarse al camino del arrepentimiento y la obediencia antes de poder dirigir los pasos de otros en el mismo.
Y para enseñar en Israel – Con su corazón transformado por la palabra de Jehová, Esdras ahora estaba listo a anunciarla a los demás, a explicársela a los demás para que fueran transformados a la obediencia al Señor también.
Sus estatutos y decretos – Y Esdras va a enseñar con autoridad. No sólo enseñará para informar sino como la portavoz de Jehová, para exigir una respuesta de sumisión y obediencia de parte de los oyentes. La autoridad con que predica va a superar su propia influencia y aún la del rey de Persia para encubrirse con la
autoridad que viene de lo alto, la de Jehová que tronó en el Monte Sinaí a tal punto que el pueblo respondió a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos (Éxodo 20:19).
Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (Esdras 7:10). Que el Señor continúe a levantar tales predicadores y maestros de su palabra en nuestra generación, que bien preparados en la palabra, con corazones sumisos y obedientes, enseñen con autoridad para dirigir a nuestro pueblo en arrepentimiento y en obediencia a Jehová.