Se manifiestan en el dolor físico: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos (Génesis 3:16). Se manifiestan en la discordia matrimonial: Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti (Génesis 3:16). Se manifiestan en la impotencia en medio del trabajo duro: Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá… con el sudor de tu rostro comerás el pan (Génesis 3:17-19). Encima de todo, se manifiestan en la muerte: Polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3:19).
Y las consecuencias de la rebelión se aceleran. En capítulo 4, la discordia entre los seres humanos sube al punto de que uno mata a otro. La injusticia y la soberbia crecen a tal punto que Lamec anuncia una ley nueva, haciendo burla de la ley de Jehová sobre Caín: Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe. Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será (Génesis 4:23-24). Y en capítulo 5, la genealogía impresionante de los descendientes de Adán por su hijo Set, se repiten dos palabras como el tañido de una campana funeraria: Fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió (Génesis 5:5). Fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió (5:8). Fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió (5:11)… Es cierto lo que nos va a anunciar Romanos 6:23 en el Nuevo Testamento: La paga del pecado es muerte.
Pero Dios, mientras condena justamente la rebelión contra su gobierno, también revela su misericordia. En la lectura de ayer, vimos la prohibición de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Jehová dijo: El día que de él comieres, ciertamente morirás (Génesis 2:17). Pero el día que comieron del árbol, ¡no los mató! En cambio, les prometió una descendencia (“darás a luz los hijos”) y la promesa de un descendiente particular que, aunque herido por la serpiente, la va a vencer: Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (Génesis 3:15). En medio del juicio merecido aparece la promesa de uno, un descendiente de la pareja, que les va a salvar del juicio y vencer al enemigo. Y mientras leemos toda la Biblia este año, veremos que uno de sus temas principales es la promesa y la llegada de esta simiente, Jesucristo.
Note también la reacción de Adán a estas noticias. A primera vista parece completamente fuera de lugar: Jehová termina su decreto de juicio: Polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3:19), y de repente se anuncia el nombre de la mujer: Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva (Génesis 3:20). Pero tiene sentido si reconocemos que es una reacción de fe de Adán a la promesa de la simiente que Jehová les declaró en 3:15. Adán cree la promesa que Jehová les acaba de anunciar, y por fe cambia el nombre de su esposa: antes se llamaba Varona (Génesis 2:23); ahora: Llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes (Génesis 3:20). Aunque no les ha nacido ningún hijo todavía, Adán le da a su esposa un nombre que responde a la misericordia de Jehová y declara su fe en la promesa de la salvación futura por su simiente.
Note también que Jehová Dios no simplemente pasó por alto el pecado de Adán y Eva. Hubo cadáveres ese día: Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió (Génesis 3:21). El propósito de las pieles no sólo era para cubrir su desnudez sino para mostrarles que acepta la muerte de un sustituto por ellos. La vida de esa víctima inocente sería aceptada en cambio de la vida culpable de los seres humanos. La sangre de esa víctima fue derramada en lugar de la sangre de ellos. Dios los vistió con pieles ajenas para demostrar que ahora estaban vestidos con una justicia ajena también.
La Biblia nos va a contar mucho sobre las consecuencias aceleradas del pecado: el dolor físico, el duro trabajo, la violencia, la injusticia, la soberbia de los poderosos y sobre todo, la muerte. También nos va a contar mucho sobre la misericordia de Dios en medio del sufrimiento causado por el pecado: el descendiente prometido que vence a la serpiente, la fe en las noticias sobre él, el sustituto inmolado por nuestros pecados y la vestidura de una justicia ajena. Y su misericordia se extenderá a tal punto que la muerte misma será vencida: Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros (Isaías 25:8). Sorbida es la muerte en victoria (1 Corintios 15:54).
¿Cómo vencerá la misericordia de Dios a las consecuencias aceleradas del pecado? Arriba citamos Romanos 6:23; ahora leemos el resto del versículo: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.