Inquietado por los sueños, el hombre más poderoso de la tierra en ese entonces no sabe cómo responder hasta que escuche la interpretación de un humilde, olvidado encarcelado hebreo. Note bien como José subraya desde el principio: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón (Génesis 41:16). Luego repite: Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer (Génesis 41:25). Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón (Génesis 41:28). Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla (Génesis 41:32).
Faraón responde de acuerdo con el justo gobierno de Dios y le da al escogido de Dios amplia autoridad para gobernar justamente y en sumisión a él: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto (Génesis 41:38-41). Note la autoridad amplia con una sola prohibición, ¡exactamente como Jehová había dado a Adán!
De acuerdo con los tiempos revelado por Dios en los sueños de Faraón (acuérdese que Jehová en su justicia pone límite a las fuerzas destructoras de la naturaleza: el hambre, aunque severo, tendrá límite de siete años), José empieza a gobernar con integridad y en justicia. Y la bendición de su gobierno justo alcanza a todas las naciones: Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre (Génesis 41:57).
Aquí en José y Faraón tenemos un ejemplo de lo que Jehová ha querido desde el principio:
1. el escogido por Dios que gobierna con amplia autoridad pero siempre en sumisión a su autoridad mayor,
2. que gobierna en integridad y de acuerdo con la justicia de Dios,
3. que gobierna para el bien de todas las naciones.
Y su gobierno será para la gloria de Dios, como José les dirá a sus hermanos al final del libro: Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo (Génesis 50:20).
Que Dios reciba la gloria mientras gobernamos nosotros también con integridad y en justicia dentro de la extensión de nuestra autoridad: en nuestras familias, en los lugares de trabajo, en nuestras comunidades y sobre todo en las iglesias. Que tomemos decisiones sabias de acuerdo con la justicia de Dios. Que trabajemos en concierto con las autoridades que Dios ha puesto encima y alrededor para bendición de mucho pueblo.