Por eso el evangelio se extiende de Jerusalén y Judea y entra muchas poblaciones de los samaritanos (Hechos 8:4-25). Un funcionario etíope recibe el evangelio mientras vuelve de Jerusalén a su tierra de origen; significa que el evangelio se extiende hasta los fines del mundo (Hechos 8:26-39). Saulo, el que se apresuró para perseguir a la iglesia hasta a las sinagogas de Damasco, se arrepiente y se convierte al Señor Jesús que anuncia: Instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles (Hechos 9:15). Y en el primer paso de la conversión de los gentiles al evangelio, Pedro anuncia el evangelio a Cornelio y sus invitados. Reciben la salvación por medio de la fe y el Espíritu Santo igual como los primeros creyentes judíos (Hechos 10). En estos capítulos el evangelio se extiende sorprendente y poderosamente. Rompe barreras, aun convirtiendo a sus perseguidores y entrando el mundo gentil.
Por eso hoy en las iglesias cristianas lamentamos la persecución y las tribulaciones, pero no nos desesperamos. Reconocemos que el Espíritu Santo y el evangelio son más poderosos que nuestros perseguidores y que Dios en su gracia puede convertir al corazón más endurecido por nuestro testimonio. Reconocemos que ninguna persecución puede apagar por completo el evangelio; en cambio, puede estimular a que crezca más.