Su importancia se subraya al final: Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová (Levítico 16:30). Acuérdese que los sacrificios por el pecado servían para expiación por los pecados involuntarios (Levítico 4:2, 13, 22, 27; 5:15). Entonces, ¿qué remedio había para los pecados voluntarios? ¿Y qué haría el pueblo devoto que tenía que sufrir la contaminación del tabernáculo por unos pocos pecadores endurecidos que no tenían ningún deseo de arrepentirse? ¿O qué haría para quitar la contaminación dejada por los pecados de otros como Nadab y Abiú? La respuesta misericordiosa de Jehová se encuentra en el Día de la expiación.
Todos los que afligen sus almas (es decir, que se arrepienten de veras y niegan los placeres de la carne para concentrar con tristeza en pedir perdón por sus pecados), encontrarán expiación ese día. Encontrarán perdón y renovación para iniciar un nuevo año. Y la expiación completa llegará al tabernáculo mismo: Hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación (Levítico 16:33). Todo el tabernáculo, el sacerdocio y el pueblo será limpiado y su consagración será como nueva.
Note que hay varias diferencias importantes con los sacrificios y los ritos que hemos visto hasta ahora.
Al principio Aarón no lleva las vestiduras santas del sumo sacerdote sino vestiduras santas de lino (Levítico 16:4). Según muchos comentaristas, representa la humildad con que se presenta delante de Jehová para pedir perdón por los pecados suyos y del pueblo. Volverá a vestirse en las ropas llamativas del sumo sacerdote cuando presenta el holocausto por sí mismo y por el pueblo al final del rito (Levítico 16:24).
Mientras está vestido humildemente, presenta cinco animales de sacrificio en total: dos para sí mismo y su casa (un becerro para expiación y un carnero para holocausto) y tres para Israel (dos machos cabríos para expiación y un carnero para holocausto). Primero que todo, hace expiación por sí mismo por el becerro para expiación antes de presentar las ofrendas por Israel (Levítico 16:6).
Después de la expiación de su propia contaminación, Aarón toma los dos machos cabríos por Israel y los presenta delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión: Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel (Levítico 16:8). Azazel no es el nombre de algún dios sino la transcripción de la palabra hebrea que significa “el macho cabrío que sale”. El primero será sacrificado en expiación por el pecado del pueblo; el segundo: llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada (Levítico 16:22).
Ahora Aarón continúa a hacer expiación por sí mismo y su casa por el único rito en que se lleva sangre dentro del lugar santísimo. (De hecho, ¡es el único rito en que alguien puede entrar el lugar santísimo si no es por bajar el tabernáculo y mover el arca en las jornadas por el desierto!) Con una nube de incienso aromático por protección de la santidad devastadora de Jehová, Aarón entra el lugar santísimo para rociar el propiciatorio (que no ve por la nube) siete veces con la sangre del becerro de la expiación suya (Levítico 16:11-14).
Sale del tabernáculo para la puerta de la entrada (claro que se lava las manos y los pies al llegar a la fuente de bronce en camino). Y vuelve con la sangre del macho cabrío escogido por Jehová (y claro, se lava las manos y los pies otra vez al pasar por la fuente de bronce). Entra el lugar santísimo igual como la primera vez, pero ahora con la sangre por la expiación del pecado del pueblo (Levítico 16:15). Así purificará el santuario, a causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus pecados; de la misma manera hará también al tabernáculo de reunión, el cual reside entre ellos en medio de sus impurezas (Levítico 16:16).
Después de expiar todo el santuario, el tabernáculo de la reunión y el altar, Aarón pone las dos manos sobre la cabeza del macho cabrío que se queda (normalmente le pone una sola mano, pero este no es animal para el sacrificio). Confiesa todas las iniquidades y rebeliones del pueblo sobre la cabeza del animal, no sólo los pecados involuntarios. Y el animal es llevado lejos, con todos los pecados del pueblo, a donde no puede volver a la comunidad (Levítico 16:20-22).
Luego, lavado otra vez y vestido en la ropa santa del sumo sacerdote, Aarón presenta los dos carneros como holocaustos, uno por él y otro por el pueblo (Levítico 16:24). Y se termina la ofrenda por el pecado del pueblo (Levítico 16:25, 27).
El Día de la expiación será un rito anual. La Pascua servirá de memorial anual de la redención de Jehová; Yom Kippur servirá para la expiación para que la relación entre Jehová y su pueblo se mantenga santa y pura (Levítico 16:34).
Y para los cristianos, el rito y los sacrificios del Día de expiación tienen gran significado porque son cumplidos una vez para siempre por nuestro Señor Jesucristo. Si tiene tiempo hoy, recomiendo la lectura de Hebreos 9:1 – 10:18 en el Nuevo Testamento para ver el cumplimiento del Día de expiación en la sangre de Jesucristo derramada en la cruz por todos nuestros pecados y toda nuestra inmundicia.