Levítico 18 mira más allá del tabernáculo para preparar a los israelitas por la preservación de la santidad en su residencia en Canaán. En una escala mucho más grande que el tabernáculo, los israelitas pueden contaminar hasta toda la tierra de Canaán si imitan las prácticas de los moradores previos. Por eso cada israelita, individualmente y como familia, va a guardar las leyes sobre la santidad sexual.
Y Levítico 19 revela una lista de leyes parecidas a la que vimos en Éxodo 21 – 23: casi todas están relacionadas con los Diez mandamientos y los dos mandamientos principales (uno de los cuales aparece acá: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Levítico 19:18)). Pero otras son más difíciles de categorizar: una clarifica el consumo del sacrificio de paz (Levítico 19:5-8); otra identifica otro caso para el sacrificio de culpa (Levítico 19:20-22). Una prohíbe la mezcla de animales, semillas o hilos (Levítico 19:19), y otra decreta sobre la ofrenda y el consumo de frutas de los árboles en la Tierra prometida (Levítico 19:23-25). Dos protegen la integridad del cuerpo hecho a la imagen de Jehová (Levítico 19:27-28). Pero en general, casi todas las leyes en este capítulo tienen el propósito de refrenar los deseos del consumo completo, de oprimir a los débiles, o de aprovecharse de las debilidades de los demás para el avance de uno mismo. Y el refrenar esos deseos excesivos e injustos es el primer paso al amor al prójimo.
Y así podemos unir en lo general las leyes en estos tres capítulos: se tratan de la imposición de límites en el derramamiento de la sangre, en la sexualidad y en los deseos excesivos e injustos. Si el pueblo las guarda, la renovación, la limpieza y la santificación que experimentan el Día de expiación continuará como un tesoro nacional por todo el año.