El altar de bronce es básicamente un asador grande de carne, pero significa mucho más. Es donde los sacerdotes israelitas van a quemar casi todos sus sacrificios. Fuera del tabernáculo, enfrente la Presencia de Jehová, el altar de bronce es el lugar para la expiación de los pecados de los israelitas (junto con el propiciatorio del arca, que veremos otra vez en Levítico 16), un lugar para su santificación y consagración, un lugar donde le dan gracias a Jehová y celebran la comunión con Él. La relación de toda la nación con Jehová, individualmente y como grupo, tiene su centro de enfoque en este altar. Sin los sacrificios presentados y quemados en el altar de bronce, no hay perdón de pecados, santidad, consagración, acción de gracias, acercamiento ni comunión con Jehová.
El atrio es el lugar de trabajo de los sacerdotes para preparar los sacrificios. Su cerca de columnas y cortinas lo separa del resto del campamento y así preserva la santidad del lugar: la gente no entra por mera curiosidad, no interrumpe el trabajo de los sacerdotes, ni puede ver lo que pasa diariamente allá, preservando el culto de la familiaridad que tiende a lo rutinario en vez de a la santidad. El atrio permite que la Presencia de Jehová se identifica con el pueblo (mora en una tienda como ellos) pero a la vez la separa del pueblo (no cualquier persona puede entrar la tienda de Jehová ni mirar dentro de ella).
El aceite del candelero tiene que ser puro; no servirían lámparas que chispean, dan una luz inconstante o echan humo maloliente por impurezas. De Éxodo 27:20-21 entendemos que las lámparas del candelero ardían continuamente sin ser apagadas, y que Aarón y los de su casa, probablemente uno de ellos y por turno, se encargaban de vigilarlas toda la noche. De esta forma siempre había alguien en el tabernáculo a cualquier hora para interceder por el pueblo de Israel y adorar a Jehová.
También en esta lectura vemos que no es suficiente tener un lugar sagrado para la Presencia de Jehová; la gente que ministra en este lugar tiene que ser santa también. Por una parte, la ropa del sumo sacerdote en particular tiene que concordar con su oficio en el tabernáculo. Los colores del efod son los mismos que en el tabernáculo mismo. Los nombres de las doce tribus en las dos piedras de ónice en las hombreras del efod y en el pectoral sirven de memorial y recordarán al sumo sacerdote que su responsabilidad en intercesión por ellas. La grabadura en la lámina de la mitra, SANTIDAD A JEHOVÁ, les hará acordar a los fieles que sus ofrendas son recibidas por la gracia de Jehová. Las vestiduras de todos los sacerdotes les acordarán a los fieles que su servicio es aceptable a Jehová que dijo que son “mis sacerdotes” (Éxodo 28:41).
Pero la ropa en sí no santifica al hombre; Aarón y sus hijos tienen que ser consagrados en su persona también. Aquí tenemos la descripción más extensa de los sacrificios hasta el momento, y hay varios detalles importantes para tomar en cuenta.
Primero, note que Aarón es ungido con el aceite de la unción (Éxodo 29:7). El ser ungido lo consagra, lo pone aparte para dedicarle a servir a Jehová. En lecturas futuras vamos a ver la consagración de los reyes de igual forma (en 1 Samuel 16, por ejemplo), y leeremos profecías sobre un Rey futuro que será llamado el Ungido, o en hebreo el Mesías, o en el griego el Cristo.
Segundo, note que el primer sacrificio por Aarón y sus hijos es un becerro como ofrenda por el pecado (Éxodo 29:14). No hay ninguna comunión con Dios ni ninguna acción de gracias antes de que se resuelva primero la necesidad del perdón de pecados. El pecado prohíbe una relación de santa comunión con Jehová; tiene que ser perdonado y eliminado primero antes de entrar en los otros aspectos de la relación. Note también que Aarón y sus hijos ponen sus manos sobre la cabeza del becerro antes de que Moisés lo mate (Éxodo 29:10); así el becerro es identificado como sustituto por ellos.
Tercero, note el sacrificio del primer carnero en holocausto para Jehová (Éxodo 29:15-18). Indica la entrega total de las personas que presentan el sacrificio a Jehová. Aquí significa que Aarón y sus hijos no van a ser sacerdotes de tiempo parcial, ni sólo los días de reposo, sino que toda su vida será entregada en la obra sacerdotal de intercesión por el pueblo de Jehová.
Cuarto, note el sacrificio del otro carnero en que Aarón es marcado y rociado con sangre de forma parecida al altar de bronce (Éxodo 29:19-21). Lo santifica junto con el altar. Luego come una parte del sacrificio quemado en el altar; es una cena en harmonía y comunión con Jehová. Además demuestra que como sacerdote recibirá su porción y sustento de los sacrificios de paz presentadas en el altar para Jehová (Éxodo 29:28).
Quinto, note la importancia de la santidad en toda su consagración: se llevan las vestiduras santas, son consagrados con aceite, por siete días ofrecen becerros por expiación del pecado, cocerán la carne de la ofrenda de paz en un lugar santo, nadie más la puede comer, y si sobra algo, tiene que ser quemado (Éxodo 29:29-37). Todo indica la separación del pecado y lo común para dedicarse exclusivamente en servicio a Jehová por el beneficio de su pueblo.
Sexto, note la ofrenda diaria de dos corderos de un año, cada día, continuamente, uno por la mañana y otra por la tarde, por todas las generaciones (Éxodo 29:38-42). Los sacerdotes, después de ser consagrados, empezarán su segunda responsabilidad diaria: presentar el holocausto diario del cordero con la ofrenda de flor de harina, aceite de olivas y la libación de vino delante de Jehová. (La primera responsabilidad diaria que recibieron es el mantener las lámparas del candelero.) Así que cuando presentan estas ofrendas de los productos más básicos de la tierra prometida (el cordero, la flor de harina, aceite de olivas, vino), todos los días y dos veces por día, se acordarán con agradecimiento quién les da la provisión a todos los israelitas. Además, como dice Jehová: Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí (Éxodo 29:42). Deben recordar también que la relación íntima con Jehová, aunque diaria, nunca debe ser rutinaria: es un privilegio grande, santo y único el reunirse con el Creador del universo que los ha escogido por su gracia.
Con las tres partes más del tabernáculo y las vestiduras y consagración de los sacerdotes, hemos tomado un gran paso para adelante en nuestro conocimiento de la ley. Dios mediante, apreciamos mejor su santidad y el privilegio que es el andar en una relación viva y diaria con Él.