El libro de Génesis termina con mucha bendición. La familia de Jacob está en crecimiento de acuerdo con las promesas de Jehová de multiplicarla como las estrellas del cielo. Se han reunido todos con el hijo que fue separado de la familia hace décadas. Tienen la aprobación de Faraón y sirven de bendición a su nación. Jehová por su gracia ha obrado en los corazones de los 12 hijos para disciplinar y madurarlos. Viven en una buena tierra. Pero hay una inconformidad que se revela en las últimas dos palabras del libro: En Egipto (Génesis 50:26). Aunque viven unidos en una buena tierra, no es la que Jehová les prometió. El pacto de Jehová con ellos todavía no se ha cumplido.
Jehová ya le informó a Abraham del tiempo de espera en que iba a vivir su descendencia antes de poder radicarse en Canaán: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años (Génesis 15:13). Le dijo la razón por la cual tenía que esperar: Aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí (Génesis 15:16). E hizo referencia a su plan para llevarla a la tierra de la promesa otra vez: También a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza (Génesis 15:14). Ahora en la primera sección del libro de Éxodo se van a poner en acción estas pruebas y promesas.
Mientras lee, ponga atención especial en la revelación del nombre de Jehová (Éxodo 3:13-15). Como dice: Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos (Éxodo 3:15). El nombre Jehová, tomado de: YO SOY EL QUE SOY, expresa su existencia sin dependencia en la creación y sin límite ni cambio por el tiempo. A la vez expresa que es excelso sobre la creación y así siempre era, siempre es y siempre será.
Y este hecho debe ser glorioso para los israelitas porque Jehová declara que su nombre, su propia identidad, está enlazado con ellos: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros (Éxodo 3:15). Fuera de cualquier límite puesto por la creación o el tiempo, siempre era, es y será el Dios fiel a su pacto por gracia con Abraham, Isaac y Jacob.
Y como Jesús va a subrayar en el Nuevo Testamento, nuestro andar con la fidelidad y existencia eterna e incambiable de Jehová no se limita a la vida terrenal. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos (Mateo 22:31-32). Es decir, aunque Abraham, Isaac y Jacob habían muerto siglos antes de la declaración de Éxodo 3:15 que Jesús cita aquí, Jehová declaró su nombre como tiempo presente o constante (“Yo soy”), indicando una comunión continua con los tres aunque su vida terrenal ya se había acabado. Es Jehová, excelso sobre la creación y sin cambiar ni ser limitado por el tiempo, siempre fiel a su pacto… y sus escogidos andan en una relación viva con él sin límite de tiempo, aún sin límite de la vida terrenal.
Por eso el apóstol Pablo puede declarar confiadamente: Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39). Conoce lo que significa el nombre Jehová y celebra nuestro enlace con él por gracia por medio de la fe en Jesucristo.
Con esto en mente, preste atención al uso del nombre Jehová en el Antiguo Testamento; va a aparecer más de 6000 veces y a veces con otros títulos y descripciones que van a revelar más y más de su gloria. Note que en estas lecturas de la primera parte de Éxodo, lo vamos a ver con su fidelidad y la redención.