Primero, note que la primera Pascua es una manifestación del conflicto entre el poder de la palabra y de la justicia de Jehová y el poder de la palabra y de la injusticia de Faraón como vimos ayer. Faraón decretó: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva (Éxodo 1:16) y luego: Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida (Éxodo 1:22). Años después, por su siervo hebreo que había preservado aún en medio de la casa de Faraón, Jehová le decretó a Faraón: Israel es mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito (Éxodo 4:22-23). Ahora Jehová vuelve a enfatizar este conflicto entre dos autoridades cuando dice: Yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová (Éxodo 12:12). En la noche de la Pascua, estamos por ver quién verdaderamente tiene poder para imponer su palabra.
Segundo, note que se revela en mucho más detalle uno de los temas principales de toda la Biblia, un tema que vimos primero en Génesis 3 por Adán y Eva y luego con Abraham e Isaac en Génesis 22: el sacrificio de un sustituto por la preservación de la vida. Note que la descripción en Éxodo 12 se enfoca en la importancia de la sangre como la evidencia del sacrificio: Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto (Éxodo 12:13). La sangre tiene una parte esencial en la celebración de la primera Pascua y en casi todos los sacrificios que vienen. Como nos dice el Nuevo Testamento: Casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Hebreos 9:22). No hay redención de la esclavitud, no hay perdón de pecados, no hay purificación, no hay propiciación de la ira justa de Jehová contra el pecado, no hay libertad ni una vida en comunión con Dios, si no hay sangre.
Tercero, note cuánto espacio se dedica a las instrucciones por la Pascua y su celebración anual en comparación con la narrativa del evento mismo. La muerte de los primogénitos se resume en un solo versículo (Éxodo 12:29); el descubrimiento por los egipcios en otro (Éxodo 12:30). Echan a los israelitas de Egipto en solo tres versículos (Éxodo 12:31-33), y en cinco versículos más, todos han marchado del país. Nos cuenta cuán rápido sucedió todo, en una sola noche.
Pero también hay largos pasajes de explicación sobre la preparación del cordero y la sangre, quiénes pueden participar en la comida y quiénes no, la consagración de los primogénitos futuros y la instrucción de las próximas generaciones en el significado de su celebración. Toda esta explicación nos revela otro tema principal de toda la Biblia: la instrucción de las generaciones futuras para que anden según la justicia de Jehová igual como sus antepasados. La Biblia nos cuenta historias impresionantes, pero su intención nunca es sólo informarnos o entretenernos sino enseñarnos a guardar los mandamientos de Jehová y entrenarnos en cómo andar en una relación viva y agradecida con él. Y en unos días, vamos a entrar una sección de la Biblia donde resalta este propósito instructivo más que cualquier otra parte que hemos visto en las últimas tres semanas de lectura.