Cantar de los Cantares 1 - 3:5
En resumen:
El Cantar de los Cantares celebra el amor comprometido y la pasión sexual mutua de una pareja. Su lugar en la Biblia nos recuerda a celebrar apasionadamente el amor físico dentro de los parámetros que estableció Dios, agradeciéndole por esta bendición; también nos anima a reconsiderar nuestra entrega y pasión por Dios.
El Cantar de los Cantares celebra el amor comprometido y la pasión sexual mutua de una pareja. Su lugar en la Biblia nos recuerda a celebrar apasionadamente el amor físico dentro de los parámetros que estableció Dios, agradeciéndole por esta bendición; también nos anima a reconsiderar nuestra entrega y pasión por Dios.
En más detalle:
Si el cambio de Proverbios a Eclesiastés fue chocante, ¿cómo describimos el cambio de Eclesiastés al Cantar de los Cantares?
Estamos muy lejos de los proverbios ordenados que nos invitan a contemplar pausadamente una que otra faceta de la justicia y la sabiduría de Dios. Estamos muy lejos del consejo general y melancólico del Predicador de Eclesiastés: Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol (Eclesiastés 9:9). Al entrar en el Cantar de los Cantares, es como si una amante nos sacara del estudio por la mano y nos llevara corriendo por los cerros y entre los árboles hasta llegar a un jardín edénico y cerrado para disfrutar con toda atención en amor. Las imágenes naturales y sensuales se amontonan para embriagar al lector por el vino del amor sexual comprometido. Si Eclesiastés parecía subversivo, el Cantar de los Cantares es sensual, casi erótico – ¿quién se habría imaginado que la sabiduría de Dios fuera tan diversa?
Para apreciar bien el Cantar de los Cantares, tenemos que entender algunas reglas de su composición. Primero que todo, nos va a ayudar mucho si tenemos una edición que indica el cambio de personajes que hablan. Por ejemplo, después del título en Cantares 1:1, habla la mujer enamorada en 1:2 hasta la mitad de versículo 4, donde termina: El rey me ha metido en sus cámaras. Luego sigue una declaración de un coro o una congregación que anima a los amantes: Nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino (Cantares 1:4). Al final del versículo 4 habla la enamorada otra vez: Con razón te aman (Cantares 1:4), y continúa a hablar hasta el final de versículo 7. Luego, habla en enamorado de versículos 8 hasta 11, etc. Si su edición de la Biblia indica estos cambios de voces, será mucho más entendible el Cantar. Si no, escriba las indicaciones en la margen de su Biblia en este orden para la lectura de hoy:
Título – Cantares 1:1
La enamorada – Cantares 1:2-4b
El coro – Cantares 1:4c,d
La enamorada – Cantares 1:4e-7
El enamorado – Cantares 1:8-11
La enamorada – Cantares 1:12-14
El enamorado – Cantares 1:15
La enamorada – Cantares 1:16 – 2:1
El enamorado – Cantares 2:2
La enamorada – Cantares 2:3-10a
El enamorado – Cantares 2:10b-14
La enamorada – Cantares 2:15 – 3:5
¡No sé cuántas personas han perdido por completo el encanto de este poema simplemente porque lo leen de una edición que no anota quién está hablando! Qué tristeza es cuando un poema tan bello despierta únicamente la frustración en sus lectores, sólo porque a un editor no se le ha ocurrido indicar M cuando habla la mujer, H cuando habla el hombre y C cuando habla el coro. Tome en cuenta estas divisiones para que el poema sea comprensible.
La segunda regla de composición para tomar en cuenta – algunos ven un conflicto en el poema entre tres personas: una mujer que es codiciada ambos por su novio campesino (a quien la mujer prefiere) y por el rey Salomón. Intentan a interpretar el poema a base de este triángulo de amor. Creo que es una interpretación errónea. Sigo a otros comentaristas que lo ven como un poema de amor entre sólo dos personas. Algunas de las referencias al rey, como: Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor (Cantares 1:12) no son referencias al rey Salomón sino al amado de la mujer, él a quien ella ve como rey. Veremos otro caso parecido en la lectura para mañana; por ahora, note que mi interpretación sólo admite el amor exclusivo entre dos personas.
La tercera regla para considerar – el poema tiene elementos narrativos como el acercamiento del novio a la novia, o la búsqueda suya de él por las calles de la ciudad – pero no hay ninguna narrativa sostenida por todo el poema. Entienda que el Cantar retrata una serie de escenas sin referencia al tiempo ni a la progresión entre ellas. Las escenas son relacionadas únicamente por el amor compartido de la pareja, como si ellos disfrutaran hoy su amor y a la vez recordara juntos el día de su boda. La pareja experimenta escenas del momento presente, de la memoria y del deseo para el futuro todos juntos, sin preocuparse por marcar su diferencia en el tiempo.
Si guardamos en mente estas observaciones, el poema será mucho más entendible. Ahora, ¡a la lectura para hoy!
Note como inmediatamente la enamorada nos lleva a un mundo de sensualidad. Se despiertan los cinco sentidos: el sonido de la exclamación, el tacto de los labios, el sabor del vino, el olor de ungüento derramado junto con el sonido del nombre, la vista de las doncellas – las imágenes se amontonan y todos los sentidos se contribuyen al impacto sensual de la contemplación del enamorado. No estamos en lo prohibido y perverso de Proverbios 7:16-23 donde la esposa infiel utiliza la sensualidad para tentar a un joven al amor ilícito sino que la sensualidad nos llama a disfrutar del amor legítimo celebrado por la comunidad de Dios. Por eso tan temprano en el poema la comunidad afirma el amor de la enamorada: Nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino (Cantares 1:4); luego la enamorada dirige la alabanza a su enamorado otra vez: Con razón te aman (Cantares 1:4).
Se describe la enamorada por reconocer una observación de posible crítica (que es morena) y por convertirla en una ventaja, una característica exótica y deseable: Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón (Cantares 1:5). A la vez es sensible por su apariencia. Se abre y se pone vulnerable al enamorado por explicarle la razón de su piel morena: No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé (Cantares 1:6). Ha sufrido el rechazo de su propia familia. Mientras las hijas de Jerusalén podían evitar el trabajo duro y dedicarse al embellecimiento propio, la enamorada tuvo que trabajar fuera en el sol. ¿La aceptará el joven de quien se ha enamorado? Se atreve a acercarlo: Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; pues ¿por qué había de estar yo como errante junto a los rebaños de tus compañeros? (Cantares 1:7)
Lejos de rechazarla, el joven la acepta y la confirma en donde más se siente vulnerable – le llama ‹‹hermosa››: Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, ve, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores (Cantares 1:8). También la ve como exótica, excelsa y codiciable: A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amiga mía (Cantares 1:9). Su belleza se destaca entre su joyería: Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares (Cantares 1:10), y el joven se compromete a complementar su belleza por los metales más preciosos: Zarcillos de oro te haremos, tachonadas de plata (Cantares 1:11).
Se acercan los enamorados – si en la mente o en la realidad no sabemos – y se expresan su amor mutuo. Ella le llama ‹‹rey›› y lo atrae con el perfume más exótico y caro: Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor (Cantares 1:12). Lo abraza y lo disfruta como las flores y las especies más exóticas: Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi es para mí mi amado (Cantares 1:13-14). El amor correspondido confirma de nuevo su belleza y la retrata por lo natural y delicado: He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos son como palomas (Cantares 1:15). Le corresponde su amada: He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce (Cantares 1:16). Comparten el lecho y la casa que parece a la vez un palacio y un refugio edénico donde los dos se han arraigado para disfrutar mutuamente su amor: [Habla la enamorada:] Nuestro lecho es de flores. Las vigas de nuestra casa son de cedro, y de ciprés los artesonados. Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. [Habla el enamorado:] Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas. [Habla la enamorada:] Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar (Cantares 1:16 – 2:3). De repente las imágenes cambian; su amor es a la vez banquete (Cantares 2:4), enfermedad (Cantares 2:5) y sensualidad disfrutada (Cantares 2:6). ¡Qué poderoso y peligroso es el amor sensual! Por eso se concluye esta pequeña sección con una advertencia que será repetida por el poema: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 2:7).
Posiblemente como advertencia siguen dos escenas más en Cantares 2:8 – 3:5. Aquí entran en la relación las amenazas de la ausencia y otros peligros no nombrados. La joven se entusiasma en Cantares 2:8-9 por la apariencia repentina de su enamorado que le invita a acompañarle en amor (Cantares 2:10-13). Él la ve como casi inalcanzable; quiere persuadirle que se acerque (Cantares 2:14). Ella le invita a trabajar juntos para proteger su amor de amenazas nombradas sólo como ‹‹las zorras pequeñas›› (Cantares 2:15). Se confirma su amor a pesar de las amenazas (Cantares 2:16), pero sigue otra temporada de ausencia (Cantares 2:17). Es una ausencia por la cual casi se enloquece a la enamorada en Cantares 3:1-4, una que se resuelve sólo por el capturar al enamorado: Lo así, y no lo dejé, hasta que lo metí en la casa de mi madre, y en la cámara de la que me dio a luz (Cantares 3:4). Por el poder del amor que casi enloquece repite la advertencia: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 3:5).
Si el cambio de Proverbios a Eclesiastés fue chocante, ¿cómo describimos el cambio de Eclesiastés al Cantar de los Cantares?
Estamos muy lejos de los proverbios ordenados que nos invitan a contemplar pausadamente una que otra faceta de la justicia y la sabiduría de Dios. Estamos muy lejos del consejo general y melancólico del Predicador de Eclesiastés: Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol (Eclesiastés 9:9). Al entrar en el Cantar de los Cantares, es como si una amante nos sacara del estudio por la mano y nos llevara corriendo por los cerros y entre los árboles hasta llegar a un jardín edénico y cerrado para disfrutar con toda atención en amor. Las imágenes naturales y sensuales se amontonan para embriagar al lector por el vino del amor sexual comprometido. Si Eclesiastés parecía subversivo, el Cantar de los Cantares es sensual, casi erótico – ¿quién se habría imaginado que la sabiduría de Dios fuera tan diversa?
Para apreciar bien el Cantar de los Cantares, tenemos que entender algunas reglas de su composición. Primero que todo, nos va a ayudar mucho si tenemos una edición que indica el cambio de personajes que hablan. Por ejemplo, después del título en Cantares 1:1, habla la mujer enamorada en 1:2 hasta la mitad de versículo 4, donde termina: El rey me ha metido en sus cámaras. Luego sigue una declaración de un coro o una congregación que anima a los amantes: Nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino (Cantares 1:4). Al final del versículo 4 habla la enamorada otra vez: Con razón te aman (Cantares 1:4), y continúa a hablar hasta el final de versículo 7. Luego, habla en enamorado de versículos 8 hasta 11, etc. Si su edición de la Biblia indica estos cambios de voces, será mucho más entendible el Cantar. Si no, escriba las indicaciones en la margen de su Biblia en este orden para la lectura de hoy:
Título – Cantares 1:1
La enamorada – Cantares 1:2-4b
El coro – Cantares 1:4c,d
La enamorada – Cantares 1:4e-7
El enamorado – Cantares 1:8-11
La enamorada – Cantares 1:12-14
El enamorado – Cantares 1:15
La enamorada – Cantares 1:16 – 2:1
El enamorado – Cantares 2:2
La enamorada – Cantares 2:3-10a
El enamorado – Cantares 2:10b-14
La enamorada – Cantares 2:15 – 3:5
¡No sé cuántas personas han perdido por completo el encanto de este poema simplemente porque lo leen de una edición que no anota quién está hablando! Qué tristeza es cuando un poema tan bello despierta únicamente la frustración en sus lectores, sólo porque a un editor no se le ha ocurrido indicar M cuando habla la mujer, H cuando habla el hombre y C cuando habla el coro. Tome en cuenta estas divisiones para que el poema sea comprensible.
La segunda regla de composición para tomar en cuenta – algunos ven un conflicto en el poema entre tres personas: una mujer que es codiciada ambos por su novio campesino (a quien la mujer prefiere) y por el rey Salomón. Intentan a interpretar el poema a base de este triángulo de amor. Creo que es una interpretación errónea. Sigo a otros comentaristas que lo ven como un poema de amor entre sólo dos personas. Algunas de las referencias al rey, como: Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor (Cantares 1:12) no son referencias al rey Salomón sino al amado de la mujer, él a quien ella ve como rey. Veremos otro caso parecido en la lectura para mañana; por ahora, note que mi interpretación sólo admite el amor exclusivo entre dos personas.
La tercera regla para considerar – el poema tiene elementos narrativos como el acercamiento del novio a la novia, o la búsqueda suya de él por las calles de la ciudad – pero no hay ninguna narrativa sostenida por todo el poema. Entienda que el Cantar retrata una serie de escenas sin referencia al tiempo ni a la progresión entre ellas. Las escenas son relacionadas únicamente por el amor compartido de la pareja, como si ellos disfrutaran hoy su amor y a la vez recordara juntos el día de su boda. La pareja experimenta escenas del momento presente, de la memoria y del deseo para el futuro todos juntos, sin preocuparse por marcar su diferencia en el tiempo.
Si guardamos en mente estas observaciones, el poema será mucho más entendible. Ahora, ¡a la lectura para hoy!
Note como inmediatamente la enamorada nos lleva a un mundo de sensualidad. Se despiertan los cinco sentidos: el sonido de la exclamación, el tacto de los labios, el sabor del vino, el olor de ungüento derramado junto con el sonido del nombre, la vista de las doncellas – las imágenes se amontonan y todos los sentidos se contribuyen al impacto sensual de la contemplación del enamorado. No estamos en lo prohibido y perverso de Proverbios 7:16-23 donde la esposa infiel utiliza la sensualidad para tentar a un joven al amor ilícito sino que la sensualidad nos llama a disfrutar del amor legítimo celebrado por la comunidad de Dios. Por eso tan temprano en el poema la comunidad afirma el amor de la enamorada: Nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino (Cantares 1:4); luego la enamorada dirige la alabanza a su enamorado otra vez: Con razón te aman (Cantares 1:4).
Se describe la enamorada por reconocer una observación de posible crítica (que es morena) y por convertirla en una ventaja, una característica exótica y deseable: Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable como las tiendas de Cedar, como las cortinas de Salomón (Cantares 1:5). A la vez es sensible por su apariencia. Se abre y se pone vulnerable al enamorado por explicarle la razón de su piel morena: No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí; me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé (Cantares 1:6). Ha sufrido el rechazo de su propia familia. Mientras las hijas de Jerusalén podían evitar el trabajo duro y dedicarse al embellecimiento propio, la enamorada tuvo que trabajar fuera en el sol. ¿La aceptará el joven de quien se ha enamorado? Se atreve a acercarlo: Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; pues ¿por qué había de estar yo como errante junto a los rebaños de tus compañeros? (Cantares 1:7)
Lejos de rechazarla, el joven la acepta y la confirma en donde más se siente vulnerable – le llama ‹‹hermosa››: Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, ve, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores (Cantares 1:8). También la ve como exótica, excelsa y codiciable: A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amiga mía (Cantares 1:9). Su belleza se destaca entre su joyería: Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares (Cantares 1:10), y el joven se compromete a complementar su belleza por los metales más preciosos: Zarcillos de oro te haremos, tachonadas de plata (Cantares 1:11).
Se acercan los enamorados – si en la mente o en la realidad no sabemos – y se expresan su amor mutuo. Ella le llama ‹‹rey›› y lo atrae con el perfume más exótico y caro: Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor (Cantares 1:12). Lo abraza y lo disfruta como las flores y las especies más exóticas: Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi es para mí mi amado (Cantares 1:13-14). El amor correspondido confirma de nuevo su belleza y la retrata por lo natural y delicado: He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí eres bella; tus ojos son como palomas (Cantares 1:15). Le corresponde su amada: He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce (Cantares 1:16). Comparten el lecho y la casa que parece a la vez un palacio y un refugio edénico donde los dos se han arraigado para disfrutar mutuamente su amor: [Habla la enamorada:] Nuestro lecho es de flores. Las vigas de nuestra casa son de cedro, y de ciprés los artesonados. Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. [Habla el enamorado:] Como el lirio entre los espinos, así es mi amiga entre las doncellas. [Habla la enamorada:] Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar (Cantares 1:16 – 2:3). De repente las imágenes cambian; su amor es a la vez banquete (Cantares 2:4), enfermedad (Cantares 2:5) y sensualidad disfrutada (Cantares 2:6). ¡Qué poderoso y peligroso es el amor sensual! Por eso se concluye esta pequeña sección con una advertencia que será repetida por el poema: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 2:7).
Posiblemente como advertencia siguen dos escenas más en Cantares 2:8 – 3:5. Aquí entran en la relación las amenazas de la ausencia y otros peligros no nombrados. La joven se entusiasma en Cantares 2:8-9 por la apariencia repentina de su enamorado que le invita a acompañarle en amor (Cantares 2:10-13). Él la ve como casi inalcanzable; quiere persuadirle que se acerque (Cantares 2:14). Ella le invita a trabajar juntos para proteger su amor de amenazas nombradas sólo como ‹‹las zorras pequeñas›› (Cantares 2:15). Se confirma su amor a pesar de las amenazas (Cantares 2:16), pero sigue otra temporada de ausencia (Cantares 2:17). Es una ausencia por la cual casi se enloquece a la enamorada en Cantares 3:1-4, una que se resuelve sólo por el capturar al enamorado: Lo así, y no lo dejé, hasta que lo metí en la casa de mi madre, y en la cámara de la que me dio a luz (Cantares 3:4). Por el poder del amor que casi enloquece repite la advertencia: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 3:5).