Cantar de los Cantares 5:2 - 8:14
En resumen:
Los enamorados anhelan terminar la separación para disfrutar juntos su amor.
Los enamorados anhelan terminar la separación para disfrutar juntos su amor.
En más detalle:
Acuérdese de anotar las personas que hablan:
La enamorada – Cantares 5:2a-b (hasta: Es la voz de mi amado que llama).
El enamorado – Cantares 5:2c-e
La enamorada – Cantares 5:3-8
El coro – Cantares 5:9
La enamorada – Cantares 5:10-16
El coro – Cantares 6:1
La enamorada – Cantares 6:2-3
El enamorado – Cantares 6:4-10
La enamorada – Cantares 6:11-12
El coro – Cantares 6:13a-b
El enamorado – Cantares 6:13c – 7:9a
La enamorada – Cantares 7:9b – 8:4
El coro – Cantares 8:5a-b
La enamorada – Cantares 8:5c-7
Los hermanos de la enamorada – Cantares 8:8-9
La enamorada – Cantares 8:10-12
El enamorado – Cantares 8:13
La enamorada – Cantares 8:14
La enamorada empieza la lectura para hoy por describir: Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama (Cantares 5:2). ¿Será sueño o realidad lo que pasa en los próximos versículos? No sabemos… y es parte del encanto de este pasaje. Escucha la voz de su amado; resiste al principio en Cantares 5:3, tal vez por el estupor del sueño; pero cuando su amado intenta a entrar, dice: Mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado (Cantares 5:4, 5)… pero se le ha ido. Lo busca, y sufre golpes y vergüenza por buscarlo. ¿Será realidad o una fantasía? No nos dice, pero hace eco de su consejo en Cantares 3:5 por decir: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le hagáis saber que estoy enferma de amor (Cantares 5:8).
En respuesta a la búsqueda del enamorado, el coro le pide su descripción (Cantares 5:9). Abre paso a que ella lo describa igual como él la describió en Cantares 4. Acuérdese que la descripción de la enamorada por su amado en la lectura de ayer terminó en su reunión en amor. Así pasa hoy también. Cuando la enamorada termina su descripción, el coro le pregunta: ¿a dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo? (Cantares 6:1) Pero la enamorada ya lo ha encontrado – y lo celebra por repetir algunas de las imágenes del amor compartido de las lecturas previas: Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta entre los lirios (Cantares 6:2; compare 2:16 y 5:1, por ejemplo).
Su reunión despierta otra descripción de la enamorada por el amado (Cantares 6:4-10). Esta vez la alaba por su belleza incomparable. Ella cuenta cómo lo encontró: Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados (Cantares 6:11). Allá fue sorprendida por la masculinidad noble de su amado: Antes que lo supiera, mi alma me puso entre los carros de Aminadab (Cantares 6:12; más entendible si la última parte se traduce: entre los carros de mi pueblo noble).
Interrumpe el coro para llamar de vuelta a la enamorada (Cantares 6:13). Pero la interrupción sólo abre paso a otra descripción de la enamorada por el amado, posiblemente mientras baila (si se traduce ‹‹la reunión de dos campamentos›› en Cantares 6:13 como ‹‹el baile de dos campamentos›› o ‹‹el baile de Mahanaim›› como algunos hacen). Esta vez la enamorada interrumpe su descripción en Cantares 7:9 para corresponderle su amor e invitarle a salir al campo. Antes salió sola: Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados (Cantares 6:11); ahora desea hacerlo juntos: Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados (Cantares 7:12). Claro que esta vuelta al lugar de su encuentro tiene otro fin: Allí te daré mis amores (Cantares 7:12).
Creo que el capítulo que sigue es un recuerdo de las frustraciones del amor antes de su boda. Específicamente se acuerda de la desesperación en esa época por la separación: ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, y no me menospreciarían (Cantares 8:1). Recordada mucho después, se convierte en un consejo para otras: Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 8:4). El coro los ve en el presente: ¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? (Cantares 8:5) Luego siguen algunas de las descripciones más impactantes en toda la Biblia de la pasión del amor y el anhelo por su permanencia: Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían (Cantares 8:6-7).
¡Qué diferente es la percepción del amor de sus hermanos! Ven la pasión del amor en su hermana como una amenaza, algo de que la tienen que proteger por su falta de madurez y por el honor familiar: Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos; ¿qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare? Si ella es muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro (Cantares 8:8-9). Pero ella insiste en preservar su honra sin la ayuda de ellos: Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz (Cantares 8:10). Hace una comparación a base de la imagen repetida de su cuerpo como una viña. Salomón, el que tuvo 600 mujeres reinas y 300 concubinas (1 Reyes 11:3) o aquí, muchas viñas de gran valor, no tiene un amor comparable al de ella, un amor exclusivo para su amado: Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón (Cantares 8:12). Guarda la integridad de su cuerpo / viña por su amado: Nuestras viñas están en cierne. Mi amado es mío, y yo suya; él apacienta entre los lirios (Cantares 2:15, 16, por ejemplo).
Termina el Cantar de los Cantares por otra expresión del deseo de reunirse, por el amado que quiere escuchar la voz de su amada (Cantares 8:13) y la respuesta de la ella, que se apresure a correr junto con ella (Cantares 8:14). Así retrata este poema el amor apasionado y exclusivo de una pareja, un amor sensual siempre en movimiento, un amor que disfruta escenas del pasado, del presente y del porvenir, de los sueños y de la realidad, en un gozo mutuo y comprometido.
Acuérdese de anotar las personas que hablan:
La enamorada – Cantares 5:2a-b (hasta: Es la voz de mi amado que llama).
El enamorado – Cantares 5:2c-e
La enamorada – Cantares 5:3-8
El coro – Cantares 5:9
La enamorada – Cantares 5:10-16
El coro – Cantares 6:1
La enamorada – Cantares 6:2-3
El enamorado – Cantares 6:4-10
La enamorada – Cantares 6:11-12
El coro – Cantares 6:13a-b
El enamorado – Cantares 6:13c – 7:9a
La enamorada – Cantares 7:9b – 8:4
El coro – Cantares 8:5a-b
La enamorada – Cantares 8:5c-7
Los hermanos de la enamorada – Cantares 8:8-9
La enamorada – Cantares 8:10-12
El enamorado – Cantares 8:13
La enamorada – Cantares 8:14
La enamorada empieza la lectura para hoy por describir: Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama (Cantares 5:2). ¿Será sueño o realidad lo que pasa en los próximos versículos? No sabemos… y es parte del encanto de este pasaje. Escucha la voz de su amado; resiste al principio en Cantares 5:3, tal vez por el estupor del sueño; pero cuando su amado intenta a entrar, dice: Mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado (Cantares 5:4, 5)… pero se le ha ido. Lo busca, y sufre golpes y vergüenza por buscarlo. ¿Será realidad o una fantasía? No nos dice, pero hace eco de su consejo en Cantares 3:5 por decir: Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le hagáis saber que estoy enferma de amor (Cantares 5:8).
En respuesta a la búsqueda del enamorado, el coro le pide su descripción (Cantares 5:9). Abre paso a que ella lo describa igual como él la describió en Cantares 4. Acuérdese que la descripción de la enamorada por su amado en la lectura de ayer terminó en su reunión en amor. Así pasa hoy también. Cuando la enamorada termina su descripción, el coro le pregunta: ¿a dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo? (Cantares 6:1) Pero la enamorada ya lo ha encontrado – y lo celebra por repetir algunas de las imágenes del amor compartido de las lecturas previas: Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; él apacienta entre los lirios (Cantares 6:2; compare 2:16 y 5:1, por ejemplo).
Su reunión despierta otra descripción de la enamorada por el amado (Cantares 6:4-10). Esta vez la alaba por su belleza incomparable. Ella cuenta cómo lo encontró: Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados (Cantares 6:11). Allá fue sorprendida por la masculinidad noble de su amado: Antes que lo supiera, mi alma me puso entre los carros de Aminadab (Cantares 6:12; más entendible si la última parte se traduce: entre los carros de mi pueblo noble).
Interrumpe el coro para llamar de vuelta a la enamorada (Cantares 6:13). Pero la interrupción sólo abre paso a otra descripción de la enamorada por el amado, posiblemente mientras baila (si se traduce ‹‹la reunión de dos campamentos›› en Cantares 6:13 como ‹‹el baile de dos campamentos›› o ‹‹el baile de Mahanaim›› como algunos hacen). Esta vez la enamorada interrumpe su descripción en Cantares 7:9 para corresponderle su amor e invitarle a salir al campo. Antes salió sola: Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados (Cantares 6:11); ahora desea hacerlo juntos: Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si brotan las vides, si están en cierne, si han florecido los granados (Cantares 7:12). Claro que esta vuelta al lugar de su encuentro tiene otro fin: Allí te daré mis amores (Cantares 7:12).
Creo que el capítulo que sigue es un recuerdo de las frustraciones del amor antes de su boda. Específicamente se acuerda de la desesperación en esa época por la separación: ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, y no me menospreciarían (Cantares 8:1). Recordada mucho después, se convierte en un consejo para otras: Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera (Cantares 8:4). El coro los ve en el presente: ¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? (Cantares 8:5) Luego siguen algunas de las descripciones más impactantes en toda la Biblia de la pasión del amor y el anhelo por su permanencia: Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían (Cantares 8:6-7).
¡Qué diferente es la percepción del amor de sus hermanos! Ven la pasión del amor en su hermana como una amenaza, algo de que la tienen que proteger por su falta de madurez y por el honor familiar: Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos; ¿qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare? Si ella es muro, edificaremos sobre él un palacio de plata; si fuere puerta, la guarneceremos con tablas de cedro (Cantares 8:8-9). Pero ella insiste en preservar su honra sin la ayuda de ellos: Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz (Cantares 8:10). Hace una comparación a base de la imagen repetida de su cuerpo como una viña. Salomón, el que tuvo 600 mujeres reinas y 300 concubinas (1 Reyes 11:3) o aquí, muchas viñas de gran valor, no tiene un amor comparable al de ella, un amor exclusivo para su amado: Mi viña, que es mía, está delante de mí; las mil serán tuyas, oh Salomón (Cantares 8:12). Guarda la integridad de su cuerpo / viña por su amado: Nuestras viñas están en cierne. Mi amado es mío, y yo suya; él apacienta entre los lirios (Cantares 2:15, 16, por ejemplo).
Termina el Cantar de los Cantares por otra expresión del deseo de reunirse, por el amado que quiere escuchar la voz de su amada (Cantares 8:13) y la respuesta de la ella, que se apresure a correr junto con ella (Cantares 8:14). Así retrata este poema el amor apasionado y exclusivo de una pareja, un amor sensual siempre en movimiento, un amor que disfruta escenas del pasado, del presente y del porvenir, de los sueños y de la realidad, en un gozo mutuo y comprometido.
Citas de otros autores:
El Cantar concluye, no con el éxtasis erótico del amor consumido sino con el reconocimiento de la separación y una esperada reunión. Como Bergant observa con elocuencia, así se caracteriza la esencia del amor humano: El amor humano no conoce ninguna consumación definitiva, ningún cumplimiento absoluto. Las relaciones de amor nunca son completas; siempre continúan, siempre anhelan alcanzar más.
El amor humano limitado nos dirige a algo mayor y más completo. Desde la perspectiva canónica, este amor señala la consumación de todos anhelos en un amor más completo, un cumplimiento que se alcanza en las bodas del Cristo y su esposa:
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios (Apocalipsis 19:7-9).
Esta escena es nada menos que un testimonio del poder irrevocable del amor entre Cristo y su pueblo, algo más fuerte que la muerte u otro poder conocido: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39).
(De Hess, Richard S., Song of Songs. Baker Commentary on the Old Testament Wisdom and Psalms. Grand Rapids, Baker Academic, 2005, pág. 250-51)
El Cantar concluye, no con el éxtasis erótico del amor consumido sino con el reconocimiento de la separación y una esperada reunión. Como Bergant observa con elocuencia, así se caracteriza la esencia del amor humano: El amor humano no conoce ninguna consumación definitiva, ningún cumplimiento absoluto. Las relaciones de amor nunca son completas; siempre continúan, siempre anhelan alcanzar más.
El amor humano limitado nos dirige a algo mayor y más completo. Desde la perspectiva canónica, este amor señala la consumación de todos anhelos en un amor más completo, un cumplimiento que se alcanza en las bodas del Cristo y su esposa:
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios (Apocalipsis 19:7-9).
Esta escena es nada menos que un testimonio del poder irrevocable del amor entre Cristo y su pueblo, algo más fuerte que la muerte u otro poder conocido: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:38-39).
(De Hess, Richard S., Song of Songs. Baker Commentary on the Old Testament Wisdom and Psalms. Grand Rapids, Baker Academic, 2005, pág. 250-51)