Deuteronomio 22 - 24:7
En resumen:
Jehová santifica el matrimonio y preserva las distinciones entre Israel y sus vecinos al poner en más detalle los mandamientos séptimo y octavo: No cometerás adulterio y no hurtarás.
Jehová santifica el matrimonio y preserva las distinciones entre Israel y sus vecinos al poner en más detalle los mandamientos séptimo y octavo: No cometerás adulterio y no hurtarás.
En más detalle:
Después de las explicaciones detalladas del sexto mandamiento (No matarás) en Deuteronomio 19 – 21, entramos un pasaje que no parece ligado a ninguno de los diez mandamientos sino a los de la propiedad del prójimo: Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano (Deuteronomio 22:1). Pero podemos decir que este, con los mandamientos que siguen en Deuteronomio 22:2-4, es una aplicación del gran mandamiento de Levítico 19:18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Podemos decir que enseña el mandamiento “No matarás” en forma positiva (Amarás a tu prójimo) y cierra el pasaje anterior.
Inmediatamente después siguen varios mandamientos que preservan las distinciones naturales: No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace (Deuteronomio 22:5)… no sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña. No ararás con buey y con asno juntamente. No vestirás ropa de lana y lino juntamente (Deuteronomio 22:9-11). Juntamente aparece un mandamiento que preserva la vida del hermano, como un eco del mandamiento anterior: Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno (Deuteronomio 22:8) y otro que preserva la vida por conservar la alimentación futura (Deuteronomio 22:6-7). Podemos entender que estamos en un puente entre los mandamientos sexto y séptimo. Estos mandamientos desean que los israelitas preserven la vida en su diario vivir (No matarás) y que también guarden las distinciones que ha creado Jehová (No adulterarás). Entre todo, van a preservar las distinciones que los identifican y los separan de las naciones paganas alrededor. Este sentido podemos ver confirmado en 2 Corintios 6:14 cuando el apóstol Pablo parece referir a Deuteronomio 22:10 al decir: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. Si nos acordamos de que la prohibición de unir el buey con el asno no es por razones de producción sino porque el buey era un animal limpio y el asno, inmundo, podemos ver que Deuteronomio 22:10 refiere con anticipación a la santidad que hay que guardar en el nuevo pacto: ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?... ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (2 Corintios 6:14-15; Harman, Allen, Deuteronomy: The Commands of a Covenant God; Fearn, Ross-shire: Christian Focus, 2001; pág. 204).
Vemos también que las distinciones de Deuteronomio 22:5-12 preparan lugar para el séptimo mandamiento (No adulterarás) donde habrá que guardar la distinción entre la esposa y cualquier otra mujer. El esposo no la puede aborrecer, considerándola una mujer infame y buscando un pretexto para divorciarse de ella (Deuteronomio 22:13-19). Todos los hombres y las mujeres tienen que respetar sus propios matrimonios y los de los demás por pena de muerte (Deuteronomio 22:22-24; note que el ser desposado se considera legalmente igual que el matrimonio). Se prohíbe el acto sexual antes del matrimonio (Deuteronomio 22:20-21, 25-29). Si es un caso de violación, el violador tiene que morir o, si no es desposada la joven, tiene que recibirla por esposa permanentemente y pagar el dote (Deuteronomio 22:29). En todos los casos, el acto sexual limitado al matrimonio va a preservar las distinciones entre familias y va a guardar la integridad de sus heredades por las generaciones.
Los mandamientos de Deuteronomio 23 preservan la congregación de Jehová de la contaminación por el contacto con las naciones idólatras, enemigas a Jehová y su pueblo. Note que la palabra “bastardo” en Deuteronomio 23:2 probablemente refiere a un hijo nacido de las relaciones con una pagana (así Harman, Deuteronomy, 210-11); igual como los mandamientos sobre el adulterio preservan la santidad del matrimonio y la heredad, este mandamiento y los que siguen en Deuteronomio 23:3-8 intentan a preservar la santidad de la congregación de Jehová y la integridad de las heredades por tribu. También preservan a los israelitas de las prácticas sexuales ilícitas de las naciones (Deuteronomio 23:1, 17-18) y de la inmundicia que puede multiplicarse cuando se reúnen muchos para pelear las batallas de Jehová contra ellos (Deuteronomio 23:9-14; acuérdese también de los mandamientos de Levítico 15:1-18, en particular 15:16-18). Así que las prácticas sexuales personales resuenan a nivel nacional e impactan el estado de santidad de toda la nación; por eso, los israelitas siempre tienen que exaltar el matrimonio y reconocer la prioridad del pacto con Jehová en todas sus relaciones.
Deuteronomio 23 también entra en el tema del octavo mandamiento (No hurtarás) al decir: No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo (Deuteronomio 23:15). Por el trasfondo del capítulo que vimos arriba, se entiende que habla de siervos extranjeros que huyen de sus amos de las naciones vecinas de Israel (así Harman, Deuteronomy, pág. 214). Como los israelitas no tendrán pacto con estas naciones, no tienen la obligación de devolverles a los siervos que se les han escapado, y no deben actuar como si estuvieran bajo tal obligación. Acuérdese que el libro de Éxodo decretó leyes para la protección de los esclavos e incluye el mandamiento: Al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto (Éxodo 22:21). Posiblemente la intención de Deuteronomio 23:15-16 es no sólo la protección del siervo de la opresión de su amo extranjero ni sólo la negación de cualquier apariencia de un pacto con las naciones vecinas sino también una protección de la tentación de esclavizarlo para el beneficio propio: Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás (Deuteronomio 23:16). En un caso muy diferente pero con algunos elementos en común, el apóstol Pablo le escribe a Filemón en el Nuevo Testamento de su esclavo Onésimo que le había huido: Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario (Filemón 13-14). No le “hurtará” los servicios del esclavo que deben pertenecer a su amo. Puede ser que los mandamientos de Deuteronomio 23:15-16 se enlazan con el octavo mandamiento, como tampoco le robará al hermano por cobrarle interés (Deuteronomio 23:19-20), ni a Dios por no pagarle sus votos (Deuteronomio 23:21-23) ni al prójimo por aprovechar de la abundancia que Jehová le ha dado en la cosecha (Deuteronomio 23:24-25).
Deuteronomio 24:1-4 también preserva la integridad del matrimonio por no permitir que un hombre se vuelva a casar con una mujer de quien ya se ha despedido en el divorcio por encontrar algo indecente en ella. Y en Deuteronomio 24:5 tampoco se le “hurtará” el esposo a una recién casada para que sirva en el ejército. Deuteronomio 24:6 conserva íntegras las herramientas que necesita un obrero para ganarse la provisión, y Deuteronomio 24:7 decreta la pena de muerte a uno que roba a otra persona.
Por eso, en lo más general podemos observar que la explicación de los mandamientos contra el adulterio y el robo en Deuteronomio 22 – 24:7 enfatizan la santidad del matrimonio y la integridad de la propiedad personal y los medios de la producción; también subraya las características distintivas del pueblo definido por el pacto. En todo, queremos ver el motivo de estos mandamientos siempre en el contexto de la gracia de Jehová: Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba (Deuteronomio 23:5); Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti (Deuteronomio 23:14). Que te bendiga Jehová tu Dios en toda la obra de tus manos en la tierra adonde vas para tomar posesión de ella (Deuteronomio 23:20). No has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad (Deuteronomio 24:4). Que Jehová nos bendiga en el nuevo pacto en Cristo Jesús mientras consagramos el matrimonio y preservamos las distinciones entre nosotros y el mundo, mientras tratamos a los demás y su propiedad con justicia y recibimos al extranjero oprimido.
Después de las explicaciones detalladas del sexto mandamiento (No matarás) en Deuteronomio 19 – 21, entramos un pasaje que no parece ligado a ninguno de los diez mandamientos sino a los de la propiedad del prójimo: Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo volverás a tu hermano (Deuteronomio 22:1). Pero podemos decir que este, con los mandamientos que siguen en Deuteronomio 22:2-4, es una aplicación del gran mandamiento de Levítico 19:18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Podemos decir que enseña el mandamiento “No matarás” en forma positiva (Amarás a tu prójimo) y cierra el pasaje anterior.
Inmediatamente después siguen varios mandamientos que preservan las distinciones naturales: No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace (Deuteronomio 22:5)… no sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla que sembraste como el fruto de la viña. No ararás con buey y con asno juntamente. No vestirás ropa de lana y lino juntamente (Deuteronomio 22:9-11). Juntamente aparece un mandamiento que preserva la vida del hermano, como un eco del mandamiento anterior: Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno (Deuteronomio 22:8) y otro que preserva la vida por conservar la alimentación futura (Deuteronomio 22:6-7). Podemos entender que estamos en un puente entre los mandamientos sexto y séptimo. Estos mandamientos desean que los israelitas preserven la vida en su diario vivir (No matarás) y que también guarden las distinciones que ha creado Jehová (No adulterarás). Entre todo, van a preservar las distinciones que los identifican y los separan de las naciones paganas alrededor. Este sentido podemos ver confirmado en 2 Corintios 6:14 cuando el apóstol Pablo parece referir a Deuteronomio 22:10 al decir: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. Si nos acordamos de que la prohibición de unir el buey con el asno no es por razones de producción sino porque el buey era un animal limpio y el asno, inmundo, podemos ver que Deuteronomio 22:10 refiere con anticipación a la santidad que hay que guardar en el nuevo pacto: ¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?... ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (2 Corintios 6:14-15; Harman, Allen, Deuteronomy: The Commands of a Covenant God; Fearn, Ross-shire: Christian Focus, 2001; pág. 204).
Vemos también que las distinciones de Deuteronomio 22:5-12 preparan lugar para el séptimo mandamiento (No adulterarás) donde habrá que guardar la distinción entre la esposa y cualquier otra mujer. El esposo no la puede aborrecer, considerándola una mujer infame y buscando un pretexto para divorciarse de ella (Deuteronomio 22:13-19). Todos los hombres y las mujeres tienen que respetar sus propios matrimonios y los de los demás por pena de muerte (Deuteronomio 22:22-24; note que el ser desposado se considera legalmente igual que el matrimonio). Se prohíbe el acto sexual antes del matrimonio (Deuteronomio 22:20-21, 25-29). Si es un caso de violación, el violador tiene que morir o, si no es desposada la joven, tiene que recibirla por esposa permanentemente y pagar el dote (Deuteronomio 22:29). En todos los casos, el acto sexual limitado al matrimonio va a preservar las distinciones entre familias y va a guardar la integridad de sus heredades por las generaciones.
Los mandamientos de Deuteronomio 23 preservan la congregación de Jehová de la contaminación por el contacto con las naciones idólatras, enemigas a Jehová y su pueblo. Note que la palabra “bastardo” en Deuteronomio 23:2 probablemente refiere a un hijo nacido de las relaciones con una pagana (así Harman, Deuteronomy, 210-11); igual como los mandamientos sobre el adulterio preservan la santidad del matrimonio y la heredad, este mandamiento y los que siguen en Deuteronomio 23:3-8 intentan a preservar la santidad de la congregación de Jehová y la integridad de las heredades por tribu. También preservan a los israelitas de las prácticas sexuales ilícitas de las naciones (Deuteronomio 23:1, 17-18) y de la inmundicia que puede multiplicarse cuando se reúnen muchos para pelear las batallas de Jehová contra ellos (Deuteronomio 23:9-14; acuérdese también de los mandamientos de Levítico 15:1-18, en particular 15:16-18). Así que las prácticas sexuales personales resuenan a nivel nacional e impactan el estado de santidad de toda la nación; por eso, los israelitas siempre tienen que exaltar el matrimonio y reconocer la prioridad del pacto con Jehová en todas sus relaciones.
Deuteronomio 23 también entra en el tema del octavo mandamiento (No hurtarás) al decir: No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo (Deuteronomio 23:15). Por el trasfondo del capítulo que vimos arriba, se entiende que habla de siervos extranjeros que huyen de sus amos de las naciones vecinas de Israel (así Harman, Deuteronomy, pág. 214). Como los israelitas no tendrán pacto con estas naciones, no tienen la obligación de devolverles a los siervos que se les han escapado, y no deben actuar como si estuvieran bajo tal obligación. Acuérdese que el libro de Éxodo decretó leyes para la protección de los esclavos e incluye el mandamiento: Al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto (Éxodo 22:21). Posiblemente la intención de Deuteronomio 23:15-16 es no sólo la protección del siervo de la opresión de su amo extranjero ni sólo la negación de cualquier apariencia de un pacto con las naciones vecinas sino también una protección de la tentación de esclavizarlo para el beneficio propio: Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás (Deuteronomio 23:16). En un caso muy diferente pero con algunos elementos en común, el apóstol Pablo le escribe a Filemón en el Nuevo Testamento de su esclavo Onésimo que le había huido: Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario (Filemón 13-14). No le “hurtará” los servicios del esclavo que deben pertenecer a su amo. Puede ser que los mandamientos de Deuteronomio 23:15-16 se enlazan con el octavo mandamiento, como tampoco le robará al hermano por cobrarle interés (Deuteronomio 23:19-20), ni a Dios por no pagarle sus votos (Deuteronomio 23:21-23) ni al prójimo por aprovechar de la abundancia que Jehová le ha dado en la cosecha (Deuteronomio 23:24-25).
Deuteronomio 24:1-4 también preserva la integridad del matrimonio por no permitir que un hombre se vuelva a casar con una mujer de quien ya se ha despedido en el divorcio por encontrar algo indecente en ella. Y en Deuteronomio 24:5 tampoco se le “hurtará” el esposo a una recién casada para que sirva en el ejército. Deuteronomio 24:6 conserva íntegras las herramientas que necesita un obrero para ganarse la provisión, y Deuteronomio 24:7 decreta la pena de muerte a uno que roba a otra persona.
Por eso, en lo más general podemos observar que la explicación de los mandamientos contra el adulterio y el robo en Deuteronomio 22 – 24:7 enfatizan la santidad del matrimonio y la integridad de la propiedad personal y los medios de la producción; también subraya las características distintivas del pueblo definido por el pacto. En todo, queremos ver el motivo de estos mandamientos siempre en el contexto de la gracia de Jehová: Jehová tu Dios te convirtió la maldición en bendición, porque Jehová tu Dios te amaba (Deuteronomio 23:5); Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti (Deuteronomio 23:14). Que te bendiga Jehová tu Dios en toda la obra de tus manos en la tierra adonde vas para tomar posesión de ella (Deuteronomio 23:20). No has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad (Deuteronomio 24:4). Que Jehová nos bendiga en el nuevo pacto en Cristo Jesús mientras consagramos el matrimonio y preservamos las distinciones entre nosotros y el mundo, mientras tratamos a los demás y su propiedad con justicia y recibimos al extranjero oprimido.