Ester 5 - 7
En resumen:
Aun dentro del dominio egoísta de Asuero, Jehová obra para la salvación de los suyos.
Aun dentro del dominio egoísta de Asuero, Jehová obra para la salvación de los suyos.
En más detalle:
En Lucas 1:51-52, María la madre de Jesús celebra la poderosa justicia de Dios: Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes.
Hoy leemos un ejemplo perfecto en Ester 5 – 7.
Note primero la soberbia de Amán. Aunque tiene numerosos privilegios de segundo lugar sólo al rey: Todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey (Ester 5:13). De lo que no se da cuenta es que ese límite de la sumisión fue decretado por Alguien más grande aún que Asuero – fue decretado por Dios. Jehová había dicho a Abraham, no a Agag: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). El hecho de que Amán desea tanta atención para sí mismo y en violación del decreto de Jehová para su pueblo escogido revela la soberbia en su corazón. Por eso sus amigos y su esposa le declaran su sentencia: Si de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él (Ester 6:13).
Segundo, note que la salvación y la exaltación de Mardoqueo ocurren de acuerdo con el dominio egoísta y corrupto de Asuero. No ocurrió ningún milagro para salvarlo, sólo una noche del insomnio al rey, una lectura de sus crónicas, un detalle olvidado: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto? (Ester 6:3) Acuérdese de nuestras observaciones ayer sobre Ester 1 – 4; el bienestar de los no-privilegiados depende de cuánto benefician a los privilegiados y de su evasión de cualquier acción les desagrada. Mardoqueo hizo una obra de gran beneficio a la persona de Asuero - ¡no se puede hacer mejor! Es una injusticia que no lo ha reconocido; tiene que ser recompensado inmediatamente. Note que aún en medio de tanto orgullo y egocentrismo, nuestro Dios santo y justo sabe obrar para proteger a los suyos. Ni la soberbia ni un gobierno injusto pueden estorbar su brazo poderoso.
Tercero, la caída de Amán ocurre dentro del mismo dominio corrupto – simplemente desagradó al rey por su menosprecio a la reina. A Asuero no le pesó la injusticia planeada contra una de las minorías de su reino; no paró a pensar seriamente del bienestar y la justicia a los residentes no-privilegiados de la capital. Se quedó ofendido por el trato a una esposa preferida, y esa ofensa es digna de muerte. Y aunque no mencionan su nombre directamente, nos gozamos de la ironía en la justicia de Jehová: Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo (Ester 7:10).
Por la salvación y la justicia hechas dentro del dominio egoísta de Asuero sin mención del nombre de Jehová, el testimonio de su salvación en el libro de Ester es muy diferente a muchos que hemos leído en la Biblia hasta el momento. Pero aunque la salvación llegó por la mano escondida de Jehová en Ester 5 – 7, podemos testificar al lado de María: Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes (Lucas 1:51-52).
Hoy leemos un ejemplo perfecto en Ester 5 – 7.
Note primero la soberbia de Amán. Aunque tiene numerosos privilegios de segundo lugar sólo al rey: Todo esto de nada me sirve cada vez que veo al judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey (Ester 5:13). De lo que no se da cuenta es que ese límite de la sumisión fue decretado por Alguien más grande aún que Asuero – fue decretado por Dios. Jehová había dicho a Abraham, no a Agag: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). El hecho de que Amán desea tanta atención para sí mismo y en violación del decreto de Jehová para su pueblo escogido revela la soberbia en su corazón. Por eso sus amigos y su esposa le declaran su sentencia: Si de la descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo vencerás, sino que caerás por cierto delante de él (Ester 6:13).
Segundo, note que la salvación y la exaltación de Mardoqueo ocurren de acuerdo con el dominio egoísta y corrupto de Asuero. No ocurrió ningún milagro para salvarlo, sólo una noche del insomnio al rey, una lectura de sus crónicas, un detalle olvidado: ¿Qué honra o qué distinción se hizo a Mardoqueo por esto? (Ester 6:3) Acuérdese de nuestras observaciones ayer sobre Ester 1 – 4; el bienestar de los no-privilegiados depende de cuánto benefician a los privilegiados y de su evasión de cualquier acción les desagrada. Mardoqueo hizo una obra de gran beneficio a la persona de Asuero - ¡no se puede hacer mejor! Es una injusticia que no lo ha reconocido; tiene que ser recompensado inmediatamente. Note que aún en medio de tanto orgullo y egocentrismo, nuestro Dios santo y justo sabe obrar para proteger a los suyos. Ni la soberbia ni un gobierno injusto pueden estorbar su brazo poderoso.
Tercero, la caída de Amán ocurre dentro del mismo dominio corrupto – simplemente desagradó al rey por su menosprecio a la reina. A Asuero no le pesó la injusticia planeada contra una de las minorías de su reino; no paró a pensar seriamente del bienestar y la justicia a los residentes no-privilegiados de la capital. Se quedó ofendido por el trato a una esposa preferida, y esa ofensa es digna de muerte. Y aunque no mencionan su nombre directamente, nos gozamos de la ironía en la justicia de Jehová: Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo (Ester 7:10).
Por la salvación y la justicia hechas dentro del dominio egoísta de Asuero sin mención del nombre de Jehová, el testimonio de su salvación en el libro de Ester es muy diferente a muchos que hemos leído en la Biblia hasta el momento. Pero aunque la salvación llegó por la mano escondida de Jehová en Ester 5 – 7, podemos testificar al lado de María: Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes (Lucas 1:51-52).