Ester 8 - 10 y Salmo 34
En resumen:
Por nuevos decretos de Ester y Mardoqueo en nombre de Asuero, el día de exterminación se transforma a un día de protección, venganza, banquete y alegría. Pero… ¿en realidad ha surgido un nuevo régimen?
Por nuevos decretos de Ester y Mardoqueo en nombre de Asuero, el día de exterminación se transforma a un día de protección, venganza, banquete y alegría. Pero… ¿en realidad ha surgido un nuevo régimen?
En más detalle:
Aunque Amán fue ejecutado, no se ha resuelto la crisis principal del libro de Ester – todavía es vigente la ley para la exterminación de los judíos. Por eso se atreve Ester otra vez a presentarse delante de Asuero, aun echándose a sus pies (Ester 8:3). Si place al rey, y si he hallado gracia delante de él, y si le parece acertado al rey, y yo soy agradable a sus ojos, que se dé el orden escrita para revocar las cartas que autorizan la trama de Amán hijo de Hamedata agagueo, que escribió para destruir a los judíos que están en todas las provincias del rey (Ester 8:5).
Parece que el rey Asuero no comprende el motivo de la petición: Respondió el rey Asuero a la reina Ester y a Mardoqueo el judío: He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos (Ester 8:7). Los privilegios reales se han protegido… Ester se ha beneficiado personalmente de la condenación de Amán… ¿Qué más pueden desear? Y como su estilo de reinar no es pastorear en justicia sino permitir que otros se encarguen de las responsabilidades pesadas del reino, les delegan autoridad: Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os parece, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado (Ester 8:8). Pero de allí sale el decreto que transforma toda la situación.
En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían (Ester 9:1). El pueblo amenazado ahora es empoderado para protegerse y vengarse de sus enemigos: Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos (Ester 9:2). Resulta en la muerte de 800 enemigos en Susa y de los 10 hijos de Amán más la de 75,000 en las provincias. Por eso existe la celebración anual de Purim: Los judíos establecieron y tomaron para sí, sobre su descendencia y sobre todos los allegados a ellos, que no dejarían de celebrar estos dos días según está escrito tocante a ellos, conforme a su tiempo cada año; y que estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades; que estos días de Purim no dejarían de ser guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos (Ester 9:27-28).
Y en medio de la victoria vemos la gloria dada a… Mardoqueo. Salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra (Ester 8:15-16). El temor de Mardoqueo había caído sobre ellos. Pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más (Ester 9:3-4). Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? (Ester 10:2)
Mardoqueo, como José en el libro de Génesis, llegó al segundo lugar en un reino poderoso. Como José, obró para gran beneficio de su pueblo. Pero a diferencia de José… no hay mención de las promesas de Jehová. No concluye con una declaración de fe firme sobre su cumplimiento. Ni hay mención del nombre de Jehová en todo el libro (Ester es el único libro del Antiguo Testamento en que no se menciona el nombre sagrado). Mardoqueo ha obrado grandemente por el beneficio de su pueblo… pero, ¿será que el libro de Ester demuestra uno de los peligros de quedarse en el exilio… el identificarse física y culturalmente con el pueblo de Jehová sin comprometerse a las promesas de su pacto?
Mardoqueo salva a su pueblo en una forma digna de celebración. Pero un detalle nos dice que esta salvación no es permanente: El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y hasta las costas del mar (Ester10:1). Mientras pasa la salvación que obró Mardoqueo para los judíos, los privilegiados continúan su opresión. Todavía hay reyes a quienes no les importa el bienestar de los oprimidos. Todavía existen sus impuestos. Todavía continúa la injusticia. ¿Habrá alguien que reina en justicia, de acuerdo con el dominio justo de Jehová, de corazón manso y humilde que pastorea a su pueblo con amor? Ésta es la clase de rey que anhela el pueblo de Jehová, uno que salva a su pueblo de forma permanente. ¿Existe tal rey? Veremos mientras continuamos nuestra lectura de la Biblia, especialmente los libros de los profetas y el Nuevo Testamento.
Aunque Amán fue ejecutado, no se ha resuelto la crisis principal del libro de Ester – todavía es vigente la ley para la exterminación de los judíos. Por eso se atreve Ester otra vez a presentarse delante de Asuero, aun echándose a sus pies (Ester 8:3). Si place al rey, y si he hallado gracia delante de él, y si le parece acertado al rey, y yo soy agradable a sus ojos, que se dé el orden escrita para revocar las cartas que autorizan la trama de Amán hijo de Hamedata agagueo, que escribió para destruir a los judíos que están en todas las provincias del rey (Ester 8:5).
Parece que el rey Asuero no comprende el motivo de la petición: Respondió el rey Asuero a la reina Ester y a Mardoqueo el judío: He aquí yo he dado a Ester la casa de Amán, y a él han colgado en la horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos (Ester 8:7). Los privilegios reales se han protegido… Ester se ha beneficiado personalmente de la condenación de Amán… ¿Qué más pueden desear? Y como su estilo de reinar no es pastorear en justicia sino permitir que otros se encarguen de las responsabilidades pesadas del reino, les delegan autoridad: Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os parece, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado (Ester 8:8). Pero de allí sale el decreto que transforma toda la situación.
En el mes duodécimo, que es el mes de Adar, a los trece días del mismo mes, cuando debía ser ejecutado el mandamiento del rey y su decreto, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban enseñorearse de ellos, sucedió lo contrario; porque los judíos se enseñorearon de los que los aborrecían (Ester 9:1). El pueblo amenazado ahora es empoderado para protegerse y vengarse de sus enemigos: Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para descargar su mano sobre los que habían procurado su mal, y nadie los pudo resistir, porque el temor de ellos había caído sobre todos los pueblos (Ester 9:2). Resulta en la muerte de 800 enemigos en Susa y de los 10 hijos de Amán más la de 75,000 en las provincias. Por eso existe la celebración anual de Purim: Los judíos establecieron y tomaron para sí, sobre su descendencia y sobre todos los allegados a ellos, que no dejarían de celebrar estos dos días según está escrito tocante a ellos, conforme a su tiempo cada año; y que estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades; que estos días de Purim no dejarían de ser guardados por los judíos, y que su descendencia jamás dejaría de recordarlos (Ester 9:27-28).
Y en medio de la victoria vemos la gloria dada a… Mardoqueo. Salió Mardoqueo de delante del rey con vestido real de azul y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. La ciudad de Susa entonces se alegró y regocijó; y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra (Ester 8:15-16). El temor de Mardoqueo había caído sobre ellos. Pues Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más (Ester 9:3-4). Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato sobre la grandeza de Mardoqueo, con que el rey le engrandeció, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? (Ester 10:2)
Mardoqueo, como José en el libro de Génesis, llegó al segundo lugar en un reino poderoso. Como José, obró para gran beneficio de su pueblo. Pero a diferencia de José… no hay mención de las promesas de Jehová. No concluye con una declaración de fe firme sobre su cumplimiento. Ni hay mención del nombre de Jehová en todo el libro (Ester es el único libro del Antiguo Testamento en que no se menciona el nombre sagrado). Mardoqueo ha obrado grandemente por el beneficio de su pueblo… pero, ¿será que el libro de Ester demuestra uno de los peligros de quedarse en el exilio… el identificarse física y culturalmente con el pueblo de Jehová sin comprometerse a las promesas de su pacto?
Mardoqueo salva a su pueblo en una forma digna de celebración. Pero un detalle nos dice que esta salvación no es permanente: El rey Asuero impuso tributo sobre la tierra y hasta las costas del mar (Ester10:1). Mientras pasa la salvación que obró Mardoqueo para los judíos, los privilegiados continúan su opresión. Todavía hay reyes a quienes no les importa el bienestar de los oprimidos. Todavía existen sus impuestos. Todavía continúa la injusticia. ¿Habrá alguien que reina en justicia, de acuerdo con el dominio justo de Jehová, de corazón manso y humilde que pastorea a su pueblo con amor? Ésta es la clase de rey que anhela el pueblo de Jehová, uno que salva a su pueblo de forma permanente. ¿Existe tal rey? Veremos mientras continuamos nuestra lectura de la Biblia, especialmente los libros de los profetas y el Nuevo Testamento.