Gálatas 5 - 6 y Salmo 119:113-120
En resumen:
Al amonestar a los gálatas por prestar atención al falso evangelio de la salvación por obras, Pablo les hace recordar su enlace con el Espíritu Santo de Dios por medio de la fe en Jesucristo.
Al amonestar a los gálatas por prestar atención al falso evangelio de la salvación por obras, Pablo les hace recordar su enlace con el Espíritu Santo de Dios por medio de la fe en Jesucristo.
En más detalle:
En la lectura de hoy Pablo vuelve a animar a los gálatas a seguir la libertad que tienen en el Espíritu de Dios y de no esclavizarse de nuevo a la ley: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído (Gálatas 5:1-4).
Pero uno preguntará: Si no estamos bajo la ley, ¿cómo vivimos ahora? ¿Qué nos guía a vivir de una forma agradable a Dios si no seguimos los diez mandamientos de la ley? Pablo ya empezó su respuesta en lo que leímos ayer: Yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios (Gálatas 2:19). Vivimos para Dios no por seguir la ley sino por seguir su Espíritu Santo que nos ha dado por medio de la fe en Jesucristo: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Luego nos da una lista de las obras de la carne; el Espíritu Santo nunca nos dirige a andar por ellas (Gálatas 5:17-21). Nos presenta también una lista de los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22-23). Es decir, mientras andamos en el Espíritu, no utilizamos nuestra libertad de la ley para pecar, sino que ejercemos nuestra libertad en el Espíritu para servirle a Dios y amar a los demás en todos los frutos que produce.
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10). Sólo se hace posible por reconocer que hemos muerto a la ley y todas las formas mundanas de intentar a ganar la aprobación de Dios. Sólo por medio de la fe en Jesucristo recibimos la justificación y el Espíritu Santo que nos guía a vivir de acuerdo con esta justicia regalada.
En la lectura de hoy Pablo vuelve a animar a los gálatas a seguir la libertad que tienen en el Espíritu de Dios y de no esclavizarse de nuevo a la ley: Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud. He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído (Gálatas 5:1-4).
Pero uno preguntará: Si no estamos bajo la ley, ¿cómo vivimos ahora? ¿Qué nos guía a vivir de una forma agradable a Dios si no seguimos los diez mandamientos de la ley? Pablo ya empezó su respuesta en lo que leímos ayer: Yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios (Gálatas 2:19). Vivimos para Dios no por seguir la ley sino por seguir su Espíritu Santo que nos ha dado por medio de la fe en Jesucristo: Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Luego nos da una lista de las obras de la carne; el Espíritu Santo nunca nos dirige a andar por ellas (Gálatas 5:17-21). Nos presenta también una lista de los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22-23). Es decir, mientras andamos en el Espíritu, no utilizamos nuestra libertad de la ley para pecar, sino que ejercemos nuestra libertad en el Espíritu para servirle a Dios y amar a los demás en todos los frutos que produce.
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:10). Sólo se hace posible por reconocer que hemos muerto a la ley y todas las formas mundanas de intentar a ganar la aprobación de Dios. Sólo por medio de la fe en Jesucristo recibimos la justificación y el Espíritu Santo que nos guía a vivir de acuerdo con esta justicia regalada.