Génesis 2:4-25 y Salmo 8
En resumen:
Dios les da a los seres humanos el privilegio de ejercer autoridad sobre toda la creación, siempre en sumisión al dominio eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso de su Creador.
(Note que la lectura para hoy es Génesis capítulo 2, versículos 4 a 25, y el Salmo 8. Algunos han mal interpretado la asignación como Génesis capítulos 2 a 25, ¡una lectura muy larga! La asignación para hoy sólo incluye el resto del capítulo 2 y luego el salmo.)
Dios les da a los seres humanos el privilegio de ejercer autoridad sobre toda la creación, siempre en sumisión al dominio eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso de su Creador.
(Note que la lectura para hoy es Génesis capítulo 2, versículos 4 a 25, y el Salmo 8. Algunos han mal interpretado la asignación como Génesis capítulos 2 a 25, ¡una lectura muy larga! La asignación para hoy sólo incluye el resto del capítulo 2 y luego el salmo.)
En más detalle:
Uno de los temas principales de toda la Biblia es el gobierno justo de Dios sobre toda la creación. En la primera lectura vimos que Dios es eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso; hoy añadimos que su gobierno también es eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso.
Y por eso es un privilegio casi inconcebible que Dios haya decidido a ejercer su gobierno justo por medio del ser humano, una maravilla que contempla el salmista David en el Salmo 8. Esta sorpresa aparece por primera vez en la lectura de ayer: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:26, 28). Dios nos ha creado específicamente para que reflejemos su gobierno justo y bondadoso en toda la creación. Y como veremos por el transcurso del año, este hecho tiene grandes consecuencias en cómo gobernamos a nuestras familias, en cómo manejamos la autoridad en nuestros lugares de trabajo, en la organización y la disciplina en la iglesia, y en nuestro gobierno de la comunidad y del país. Por eso, largas secciones de la Biblia van a concentrar en la organización de las comunidades y las leyes, en el gobierno de reyes y jueces, en la sabiduría como preparación para gobernar y en las directivas al pueblo de Dios sobre cómo debemos vivir. Dios nos formó precisamente para organizar y gobernar.
La lectura hoy nos informa más sobre el privilegio de gobernar: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase (Génesis 2:15). Note el poder, la autoridad y el cariño con que Jehová Dios coloca al hombre exactamente dónde quiere para que cumpla su tarea. Note también la invitación generosa con que se la asigna: Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer (Génesis 2:16). Le impone una sola regla para que el hombre recuerde que su señorío es prestado, de que su existencia depende de una autoridad más alta que la suya: Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Génesis 2:17).
Pausemos un momento para notar una tensión que corre por toda esta instrucción sobre el gobierno, una pregunta clave que se inicia aquí en el libro de Génesis y que pasa por toda la Biblia: desde aquí por todo el libro de Génesis, por toda la ley de Moisés, por toda la historia de la monarquía en Israel, por la predicación de los profetas, por los mandamientos de Jesús hasta las directivas en las cartas de los apóstoles y del libro de Apocalipsis: ¿Se someterá el hombre al gobierno eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso de Dios? ¿Reconocerá que su ley es justa, buena y misericordiosa? ¿Obedecerá a Dios… o responderá en rebelión? ¿Decidirá que su propia justicia y potencial superan a la de Dios? Por lo menos en la lectura para hoy, en nombrar a los animales y en recibir a la mujer, el hombre responde en sumisión gozosa al gobierno justo de Dios.
Si reflexionamos un poco más, veremos que esta misma pregunta clave aparece en nuestras vidas también. Mientras leemos la Biblia, ¿vamos a someternos al gobierno bondadoso de Dios revelado en estas páginas? ¿Estamos dispuestos a reconocer que Dios es justo y tiene autoridad para mandarnos lo que Él quiera en la Biblia? ¿O vamos a leer la Biblia sólo como una curiosidad antigua, listos a separarnos de ella cuando nos hace sentir incómodos, más confiados en nuestra propia justicia y nuestro discernimiento más que la justicia y el discernimiento de Dios descritos aquí?
En la lectura de mañana veremos más sobre la respuesta de la primera pareja a esta pregunta clave. Mientras tanto, que decidamos de una vez que nuestra lectura de la Biblia sea no sólo para informarnos de antigüedades sino que también nos impacte para obediencia gozosa y adoración al Dios revelado en estas páginas.
Y por eso es un privilegio casi inconcebible que Dios haya decidido a ejercer su gobierno justo por medio del ser humano, una maravilla que contempla el salmista David en el Salmo 8. Esta sorpresa aparece por primera vez en la lectura de ayer: Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra… Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra (Génesis 1:26, 28). Dios nos ha creado específicamente para que reflejemos su gobierno justo y bondadoso en toda la creación. Y como veremos por el transcurso del año, este hecho tiene grandes consecuencias en cómo gobernamos a nuestras familias, en cómo manejamos la autoridad en nuestros lugares de trabajo, en la organización y la disciplina en la iglesia, y en nuestro gobierno de la comunidad y del país. Por eso, largas secciones de la Biblia van a concentrar en la organización de las comunidades y las leyes, en el gobierno de reyes y jueces, en la sabiduría como preparación para gobernar y en las directivas al pueblo de Dios sobre cómo debemos vivir. Dios nos formó precisamente para organizar y gobernar.
La lectura hoy nos informa más sobre el privilegio de gobernar: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase (Génesis 2:15). Note el poder, la autoridad y el cariño con que Jehová Dios coloca al hombre exactamente dónde quiere para que cumpla su tarea. Note también la invitación generosa con que se la asigna: Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer (Génesis 2:16). Le impone una sola regla para que el hombre recuerde que su señorío es prestado, de que su existencia depende de una autoridad más alta que la suya: Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Génesis 2:17).
Pausemos un momento para notar una tensión que corre por toda esta instrucción sobre el gobierno, una pregunta clave que se inicia aquí en el libro de Génesis y que pasa por toda la Biblia: desde aquí por todo el libro de Génesis, por toda la ley de Moisés, por toda la historia de la monarquía en Israel, por la predicación de los profetas, por los mandamientos de Jesús hasta las directivas en las cartas de los apóstoles y del libro de Apocalipsis: ¿Se someterá el hombre al gobierno eterno, poderoso, justo, bueno y misericordioso de Dios? ¿Reconocerá que su ley es justa, buena y misericordiosa? ¿Obedecerá a Dios… o responderá en rebelión? ¿Decidirá que su propia justicia y potencial superan a la de Dios? Por lo menos en la lectura para hoy, en nombrar a los animales y en recibir a la mujer, el hombre responde en sumisión gozosa al gobierno justo de Dios.
Si reflexionamos un poco más, veremos que esta misma pregunta clave aparece en nuestras vidas también. Mientras leemos la Biblia, ¿vamos a someternos al gobierno bondadoso de Dios revelado en estas páginas? ¿Estamos dispuestos a reconocer que Dios es justo y tiene autoridad para mandarnos lo que Él quiera en la Biblia? ¿O vamos a leer la Biblia sólo como una curiosidad antigua, listos a separarnos de ella cuando nos hace sentir incómodos, más confiados en nuestra propia justicia y nuestro discernimiento más que la justicia y el discernimiento de Dios descritos aquí?
En la lectura de mañana veremos más sobre la respuesta de la primera pareja a esta pregunta clave. Mientras tanto, que decidamos de una vez que nuestra lectura de la Biblia sea no sólo para informarnos de antigüedades sino que también nos impacte para obediencia gozosa y adoración al Dios revelado en estas páginas.
Citas de otros autores:
Como noté al principio, la lectura y el estudio de la Biblia, especialmente los profetas del Antiguo Testamento, posiblemente no es sencillo para los lectores con una preparación moderna y occidental en la lengua y la cultura. Los textos bíblicos son antiguos y orientales en origen - vienen de una cultura diferente y una época diferente. La erudición crítica de los siglos 19 y 20 no hicieron rigurosamente las preguntas: ¿Cuáles eran las reglas de los hebreos mismos para escribir literatura y profecía? ¿Qué patrones, reglas, o características usaron ellos en sus escrituras? En cambio, el análisis de los profetas como literatura fue basado en reglas modernas y occidentales del análisis literario en vez de las reglas de literatura que gobernaban textos antiguos y orientales.
Todos sabemos que los escritores hebreos, incluyendo a los profetas, eran muy repetitivos. De hecho, la repetición está al corazón del discurso hebreo. El patrón normal de la literatura hebrea es considerar los temas en una manera recursiva - en otras palabras, en una manera progresivamente repetitiva. Este enfoque es aburrido, frustrante, y monótono para los que no saben o no entienden que este enfoque fue un medio intencionado para comunicar el contenido.
Normalmente un escritor hebreo empezaba un discurso sobre un tema particular, lo desarrollaba desde un ángulo o perspectiva particular, y terminaba por cerrar esa conversación. Luego, iniciaba otra conversación, tomando el mismo tema otra vez desde un ángulo o punto de vista diferente, y lo consideraba de una perspectiva diferente... Cuando dos conversaciones o discursos sobre el mismo tema se oyen o se leen sucesivamente, deben funcionar como los altavoces izquierda y derecha de un sistema de estéreo. Ahora, aquí está la pregunta clave: ¿Producen los dos altavoces de un sistema de estéreo la misma música, o producen una música diferente? La respuesta es ambos - la música es diferente y la misma. En un sentido, la música del altavoz izquierda es idéntica a la del derecho, pero en otro sentido es un poco diferente para que, cuando escuchamos los dos juntos, sale en efecto estéreo en vez de unidimensional o monoaural. En la literatura hebrea, las ideas presentadas pueden ser experimentadas de una manera semejante.
Tal enfoque está completamente el opuesto de la escritura científica de nuestra cultura, que es basada en nuestra herencia griega y romana, derivada especialmente de Aristóteles. En nuestra cultura, un escritor, tal vez un filósofo o científico, empieza en cierto punto A, y progresa lentamente por línea directa, utilizando argumentos, evidencia, y la lógica hasta punto B.
El enfoque recursivo de la literatura hebrea - con la intención de desarrollar ideas en una manera tridimensional, vamos a decir - se sigue en cualquier género y aún a través de los géneros, en prosa o en poesía, y en los niveles micro y macro...
Génesis 1:1 - 2:3 y 2:4 - 3:24 demuestran el mismo fenómeno dentro del género de la narrativa. Esas narrativas de la historia de la creación no eran compuestas de fuentes diferentes, como algunos eruditos han propuesto erróneamente desde el siglo 18 en adelante; lo que encontramos en estas historias es la característica y el método principales de cómo un solo autor se comunica.
(Peter J. Gentry, How to Read and Understand the Biblical Prophets. Wheaton, Illinois: Crossway, 2017, páginas 41-43.)
Como noté al principio, la lectura y el estudio de la Biblia, especialmente los profetas del Antiguo Testamento, posiblemente no es sencillo para los lectores con una preparación moderna y occidental en la lengua y la cultura. Los textos bíblicos son antiguos y orientales en origen - vienen de una cultura diferente y una época diferente. La erudición crítica de los siglos 19 y 20 no hicieron rigurosamente las preguntas: ¿Cuáles eran las reglas de los hebreos mismos para escribir literatura y profecía? ¿Qué patrones, reglas, o características usaron ellos en sus escrituras? En cambio, el análisis de los profetas como literatura fue basado en reglas modernas y occidentales del análisis literario en vez de las reglas de literatura que gobernaban textos antiguos y orientales.
Todos sabemos que los escritores hebreos, incluyendo a los profetas, eran muy repetitivos. De hecho, la repetición está al corazón del discurso hebreo. El patrón normal de la literatura hebrea es considerar los temas en una manera recursiva - en otras palabras, en una manera progresivamente repetitiva. Este enfoque es aburrido, frustrante, y monótono para los que no saben o no entienden que este enfoque fue un medio intencionado para comunicar el contenido.
Normalmente un escritor hebreo empezaba un discurso sobre un tema particular, lo desarrollaba desde un ángulo o perspectiva particular, y terminaba por cerrar esa conversación. Luego, iniciaba otra conversación, tomando el mismo tema otra vez desde un ángulo o punto de vista diferente, y lo consideraba de una perspectiva diferente... Cuando dos conversaciones o discursos sobre el mismo tema se oyen o se leen sucesivamente, deben funcionar como los altavoces izquierda y derecha de un sistema de estéreo. Ahora, aquí está la pregunta clave: ¿Producen los dos altavoces de un sistema de estéreo la misma música, o producen una música diferente? La respuesta es ambos - la música es diferente y la misma. En un sentido, la música del altavoz izquierda es idéntica a la del derecho, pero en otro sentido es un poco diferente para que, cuando escuchamos los dos juntos, sale en efecto estéreo en vez de unidimensional o monoaural. En la literatura hebrea, las ideas presentadas pueden ser experimentadas de una manera semejante.
Tal enfoque está completamente el opuesto de la escritura científica de nuestra cultura, que es basada en nuestra herencia griega y romana, derivada especialmente de Aristóteles. En nuestra cultura, un escritor, tal vez un filósofo o científico, empieza en cierto punto A, y progresa lentamente por línea directa, utilizando argumentos, evidencia, y la lógica hasta punto B.
El enfoque recursivo de la literatura hebrea - con la intención de desarrollar ideas en una manera tridimensional, vamos a decir - se sigue en cualquier género y aún a través de los géneros, en prosa o en poesía, y en los niveles micro y macro...
Génesis 1:1 - 2:3 y 2:4 - 3:24 demuestran el mismo fenómeno dentro del género de la narrativa. Esas narrativas de la historia de la creación no eran compuestas de fuentes diferentes, como algunos eruditos han propuesto erróneamente desde el siglo 18 en adelante; lo que encontramos en estas historias es la característica y el método principales de cómo un solo autor se comunica.
(Peter J. Gentry, How to Read and Understand the Biblical Prophets. Wheaton, Illinois: Crossway, 2017, páginas 41-43.)