Isaías 14:28 - 20:6
En resumen:
Jehová es soberano no sólo sobre Judá sino sobre todas las naciones. Y se relaciona con ellas a la luz de su pacto con la casa de David.
Jehová es soberano no sólo sobre Judá sino sobre todas las naciones. Y se relaciona con ellas a la luz de su pacto con la casa de David.
En más detalle:
Isaías 14 termina con una profecía a Filistea. Nota que: En el año que murió el rey Acaz fue esta profecía (Isaías 14:28). Empieza: No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería (Isaías 14:29). La vara quebrada será una referencia a Acaz por lo menos si no una referencia a toda la casa de David (que por la política pro-asiria de Acaz ha perdido su dominio internacional, así J. Alec Motyer, The Prophecy of Isaiah, pag. 148). Hace eco del lamento de David por la muerte de Saúl: No lo anunciéis en Gat, ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; para que no se alegren las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos (2 Samuel 1:20). La debilidad inmediata del reino de Judá por la muerte del ungido (Acaz) parece ser motivo de celebración por sus viejos enemigos los filisteos, pero mucho peor les espera en el futuro: De la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto, serpiente voladora (Isaías 14:29). Mientras habrá un remanente pobre de Judá que sobrevive el juicio venidero, no habrá tal remanente de Filistea. Jehová mismo obrará para apagar su nación: Los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz, y destruiré lo que de ti quedare (Isaías 14:30). En vez de la alegría que ahora expresan a las noticias de la muerte de Acaz, deben considerar su futuro: Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea (Isaías 14:31). Señala la dirección de donde vendrá la destrucción filistea completa: Porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus asambleas (Isaías 14:31).
¿Qué se testificará por la destrucción completa de los filisteos? La profecía lo declara al cerrarse: Que Jehová fundó a Sion, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo (Isaías 14:32). No habrá remanente filisteo (como tampoco habrá remanente caldeo, Isaías 14:22). La única esperanza segura del juicio venidero se encuentra en Jehová que fundó la casa de David y que por su gracia del pacto preservará un remanente afligido y pobre de sus fieles (Isaías 14:32).
De Filistea mira Isaías a la dirección opuesta para profetizar sobre Moab en capítulo 15. Como en el caso de Filistea, profetiza la destrucción de la nación. Mientras nos dijo de la preservación de un remanente de la casa de David: Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces (Isaías 11:1), no habrá tal bendición por Moab: Se secará la hierba, se marchitarán los retoños, todo verdor perecerá (Isaías 15:6). El único refugio del juicio devastador venidero será con la casa de David: Se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia (Isaías 16:5).
Pero Moab rechaza la posibilidad de refugio bajo el dominio de la casa de David: Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su arrogancia y su altivez (Isaías 16:6). Se convencen de que pueden levantar su propio refugio al juicio venidero: Pero sus mentiras no serán firmes (Isaías 16:6). Por tanto, aullará Moab, todo él aullará; gemiréis en gran manera abatidos, por las tortas de uvas de Kir-hareset (Isaías 16:7; es decir, el gozo casero será sólo una memoria lejana después de la destrucción que viene). Aún Jehová mismo lamentará la destrucción de Moab, porque mientras la nación espera la prosperidad y la siente a su alcance, será castigada por su soberbia y su rechazo del único refugio que vale: Por lo cual lamentaré con lloro de Jazer por la viña de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbon y Eleale; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra (Isaías 16:9). En vez de la prosperidad que casi han alcanzado: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los sobrevivientes serán pocos, pequeños y débiles (Isaías 16:14).
Damasco también será destruido… por confiar en la ayuda de Efraín [Israel], y no en la casa de David (Isaías 17:1-3). Israel mismo sufrirá una gran destrucción en el juicio venidero: En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación. Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio (Isaías 17:9-10). Igual como Moab, esta destrucción vendrá cuando más esperaban la prosperidad: Sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado (Isaías 17:10-11).
Mirando a todas las naciones, Isaías profetiza y lamenta el alboroto de las naciones que causará hasta la tribulación y el saqueo del remanente, pero no hay que perder fe en Jehová, nuestro único refugio: Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe (Isaías 17:14). Veremos el cumplimiento de esta profecía en Isaías 36 – 37.
A Etiopía, el límite del mundo conocido por Israel en esa época, Isaías profetiza un mensaje de Jehová para toda la tierra: Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad (Isaías 18:3). Mientras braman las naciones y causan estruendo (como en Isaías 17:12-14), Jehová continuará a preservarlos fuera del alboroto, con suficiente aún para todas las bestias de la tierra (Isaías 18:4-6). Y cuando llegue el sonido de la trompeta: En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion (Isaías 18:7).
En Isaías 19, Egipto está por sufrir una destrucción que sacudirá la fundación de esta civilización impresionante. Se van a deshacer completamente sus sistemas religioso, social, político, filosófico, económico y ambiental – todo por obra de Jehová: Jehová mezcló espíritu de vértigo en medio de él; e hicieron errar a Egipto en toda su obra, como tambalea el ebrio en su vómito. Y no aprovechará a Egipto cosa que haga la cabeza o la cola, la rama o el junco (Isaías 19:14-15). Y esta gran destrucción será de testimonio del poder de Jehová: En aquel día los egipcios serán como mujeres; porque se asombrarán y temerán en la presencia de la mano alta de Jehová de los ejércitos, que él levantará contra ellos. Y la tierra de Judá será de espanto a Egipto; todo hombre que de ella se acordare temerá por causa del consejo que Jehová de los ejércitos acordó sobre aquél (Isaías 19:16-17). Pero al deshacerse sus propias estructuras en que confiaban en su soberbia, Egipto va a dirigir su atención a la gracia de Jehová: Clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y príncipe que los libre (Isaías 19:20). Y la gracia de Jehová a Egipto se extenderá a límites no concebibles en la época de Isaías: Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los cumplirán (Isaías 19:21).
Repite con asombro el plan de Jehová para Egipto: Herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará (Isaías 19:22).
Y declara una profecía inimaginable en la época, una enteramente audaz y aún ofensiva – Jehová va a superar las divisiones nacionales en su gracia a Egipto y a los enemigos de Judá, a Asiria: En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra; porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad (Isaías 19:24-25).
Y para cerrar la lectura de hoy, Asiria cumple la profecía con que empezamos, la de Isaías 14:28-32 sobre Filistea, cuando ataca y toma la ciudad filistea de Asdod (Isaías 20:1). Y al ver el avance de sus enemigos, al reconocer la amenaza a su propia independencia, algunos judíos se espantan y desean confiar en la protección internacional de Egipto y Etiopía. A las profecías que acabamos de leer, Jehová les añade un mensaje visual: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto (Isaías 20:3-4). Este mensaje debe chocar a cada miembro del pueblo de Jehová que desea poner su confianza en Egipto y Etiopía: Se turbarán y avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria (Isaías 20:5). Sin decirlo directamente, se deja por entendido: ¿Quién debe ser la esperanza de Judá? (¡No debe ser Etiopía!) ¿Quién es la gloria de Jerusalén y Sion? (¡No es Egipto!) Y dirá en aquel día el morador de esta costa: Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos nosotros? (Isaías 20:6) Igual como Filistea, Moab, Damasco, Israel, Etiopía, Egipto y como todas las naciones del mundo, el reino de Judá sólo va a encontrar el refugio en su Roca, Jehová, y en el pacto que por su gracia le ha dado a la casa de David.
Isaías 14 termina con una profecía a Filistea. Nota que: En el año que murió el rey Acaz fue esta profecía (Isaías 14:28). Empieza: No te alegres tú, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te hería (Isaías 14:29). La vara quebrada será una referencia a Acaz por lo menos si no una referencia a toda la casa de David (que por la política pro-asiria de Acaz ha perdido su dominio internacional, así J. Alec Motyer, The Prophecy of Isaiah, pag. 148). Hace eco del lamento de David por la muerte de Saúl: No lo anunciéis en Gat, ni deis las nuevas en las plazas de Ascalón; para que no se alegren las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos (2 Samuel 1:20). La debilidad inmediata del reino de Judá por la muerte del ungido (Acaz) parece ser motivo de celebración por sus viejos enemigos los filisteos, pero mucho peor les espera en el futuro: De la raíz de la culebra saldrá áspid, y su fruto, serpiente voladora (Isaías 14:29). Mientras habrá un remanente pobre de Judá que sobrevive el juicio venidero, no habrá tal remanente de Filistea. Jehová mismo obrará para apagar su nación: Los primogénitos de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz, y destruiré lo que de ti quedare (Isaías 14:30). En vez de la alegría que ahora expresan a las noticias de la muerte de Acaz, deben considerar su futuro: Aúlla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta estás toda tú, Filistea (Isaías 14:31). Señala la dirección de donde vendrá la destrucción filistea completa: Porque humo vendrá del norte, no quedará uno solo en sus asambleas (Isaías 14:31).
¿Qué se testificará por la destrucción completa de los filisteos? La profecía lo declara al cerrarse: Que Jehová fundó a Sion, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo (Isaías 14:32). No habrá remanente filisteo (como tampoco habrá remanente caldeo, Isaías 14:22). La única esperanza segura del juicio venidero se encuentra en Jehová que fundó la casa de David y que por su gracia del pacto preservará un remanente afligido y pobre de sus fieles (Isaías 14:32).
De Filistea mira Isaías a la dirección opuesta para profetizar sobre Moab en capítulo 15. Como en el caso de Filistea, profetiza la destrucción de la nación. Mientras nos dijo de la preservación de un remanente de la casa de David: Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces (Isaías 11:1), no habrá tal bendición por Moab: Se secará la hierba, se marchitarán los retoños, todo verdor perecerá (Isaías 15:6). El único refugio del juicio devastador venidero será con la casa de David: Se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia (Isaías 16:5).
Pero Moab rechaza la posibilidad de refugio bajo el dominio de la casa de David: Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su arrogancia y su altivez (Isaías 16:6). Se convencen de que pueden levantar su propio refugio al juicio venidero: Pero sus mentiras no serán firmes (Isaías 16:6). Por tanto, aullará Moab, todo él aullará; gemiréis en gran manera abatidos, por las tortas de uvas de Kir-hareset (Isaías 16:7; es decir, el gozo casero será sólo una memoria lejana después de la destrucción que viene). Aún Jehová mismo lamentará la destrucción de Moab, porque mientras la nación espera la prosperidad y la siente a su alcance, será castigada por su soberbia y su rechazo del único refugio que vale: Por lo cual lamentaré con lloro de Jazer por la viña de Sibma; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbon y Eleale; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra (Isaías 16:9). En vez de la prosperidad que casi han alcanzado: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los sobrevivientes serán pocos, pequeños y débiles (Isaías 16:14).
Damasco también será destruido… por confiar en la ayuda de Efraín [Israel], y no en la casa de David (Isaías 17:1-3). Israel mismo sufrirá una gran destrucción en el juicio venidero: En aquel día sus ciudades fortificadas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, los cuales fueron dejados a causa de los hijos de Israel; y habrá desolación. Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio (Isaías 17:9-10). Igual como Moab, esta destrucción vendrá cuando más esperaban la prosperidad: Sembrarás plantas hermosas, y plantarás sarmiento extraño. El día que las plantes, las harás crecer, y harás que su simiente brote de mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado (Isaías 17:10-11).
Mirando a todas las naciones, Isaías profetiza y lamenta el alboroto de las naciones que causará hasta la tribulación y el saqueo del remanente, pero no hay que perder fe en Jehová, nuestro único refugio: Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe (Isaías 17:14). Veremos el cumplimiento de esta profecía en Isaías 36 – 37.
A Etiopía, el límite del mundo conocido por Israel en esa época, Isaías profetiza un mensaje de Jehová para toda la tierra: Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad (Isaías 18:3). Mientras braman las naciones y causan estruendo (como en Isaías 17:12-14), Jehová continuará a preservarlos fuera del alboroto, con suficiente aún para todas las bestias de la tierra (Isaías 18:4-6). Y cuando llegue el sonido de la trompeta: En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sion (Isaías 18:7).
En Isaías 19, Egipto está por sufrir una destrucción que sacudirá la fundación de esta civilización impresionante. Se van a deshacer completamente sus sistemas religioso, social, político, filosófico, económico y ambiental – todo por obra de Jehová: Jehová mezcló espíritu de vértigo en medio de él; e hicieron errar a Egipto en toda su obra, como tambalea el ebrio en su vómito. Y no aprovechará a Egipto cosa que haga la cabeza o la cola, la rama o el junco (Isaías 19:14-15). Y esta gran destrucción será de testimonio del poder de Jehová: En aquel día los egipcios serán como mujeres; porque se asombrarán y temerán en la presencia de la mano alta de Jehová de los ejércitos, que él levantará contra ellos. Y la tierra de Judá será de espanto a Egipto; todo hombre que de ella se acordare temerá por causa del consejo que Jehová de los ejércitos acordó sobre aquél (Isaías 19:16-17). Pero al deshacerse sus propias estructuras en que confiaban en su soberbia, Egipto va a dirigir su atención a la gracia de Jehová: Clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará salvador y príncipe que los libre (Isaías 19:20). Y la gracia de Jehová a Egipto se extenderá a límites no concebibles en la época de Isaías: Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los cumplirán (Isaías 19:21).
Repite con asombro el plan de Jehová para Egipto: Herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará (Isaías 19:22).
Y declara una profecía inimaginable en la época, una enteramente audaz y aún ofensiva – Jehová va a superar las divisiones nacionales en su gracia a Egipto y a los enemigos de Judá, a Asiria: En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra; porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad (Isaías 19:24-25).
Y para cerrar la lectura de hoy, Asiria cumple la profecía con que empezamos, la de Isaías 14:28-32 sobre Filistea, cuando ataca y toma la ciudad filistea de Asdod (Isaías 20:1). Y al ver el avance de sus enemigos, al reconocer la amenaza a su propia independencia, algunos judíos se espantan y desean confiar en la protección internacional de Egipto y Etiopía. A las profecías que acabamos de leer, Jehová les añade un mensaje visual: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto (Isaías 20:3-4). Este mensaje debe chocar a cada miembro del pueblo de Jehová que desea poner su confianza en Egipto y Etiopía: Se turbarán y avergonzarán de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria (Isaías 20:5). Sin decirlo directamente, se deja por entendido: ¿Quién debe ser la esperanza de Judá? (¡No debe ser Etiopía!) ¿Quién es la gloria de Jerusalén y Sion? (¡No es Egipto!) Y dirá en aquel día el morador de esta costa: Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos nosotros? (Isaías 20:6) Igual como Filistea, Moab, Damasco, Israel, Etiopía, Egipto y como todas las naciones del mundo, el reino de Judá sólo va a encontrar el refugio en su Roca, Jehová, y en el pacto que por su gracia le ha dado a la casa de David.