Isaías 24 - 27
En resumen:
Isaías mira hacia el futuro y se maravilla del juicio de Jehová sobre dos ciudades: una mundana que cae bajo el ardor de su ira, y el monte santo en Jerusalén donde va a reunir a su remanente paciente y fiel y donde recibirá su adoración.
Isaías mira hacia el futuro y se maravilla del juicio de Jehová sobre dos ciudades: una mundana que cae bajo el ardor de su ira, y el monte santo en Jerusalén donde va a reunir a su remanente paciente y fiel y donde recibirá su adoración.
En más detalle:
Isaías 24 anuncia el juicio completo de Jehová de toda la tierra. Declara la razón por su destrucción: La tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados (Isaías 24:5-6). Como el pecado continuo de los cananeos en los primeros libros de la Biblia contaminó su tierra y causó que la santidad de Jehová trajera a los israelitas en Deuteronomio y Josué para echarlos de Canaán, así el pecado continuo en todo el mundo provoca el furor de la ira justa de Jehová para que juzgue la tierra, representada por una ciudad: La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta (Isaías 24:12).
En medio de los horrores del juicio, de repente hay gritos de alegría – por el remanente de Jehová: Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia. Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová (Isaías 24:13-14). Le glorifican a Jehová porque es justo (Isaías 24:16). E igual de rápido, vuelven los lamentos de la ciudad injusta destruida (Isaías 24:16-22). El último versículo del capítulo capta bien el contraste entre el terror del juicio y el gozo de la salvación: La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso (Isaías 24:23).
De acuerdo con este contraste, Isaías 25 se transforma en un salmo de adoración. Alaba a Jehová por su justicia: Convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado… Fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro (Isaías 25:2, 4). Anuncia las buenas noticias de la justicia de Jehová aún contra la muerte: Destruirá la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho (Isaías 25:8). Por eso, además de por la justicia, le alaba por su salvación: Se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación (Isaías
25:9). Pero los que andan en la soberbia, en cambio, no disfrutará esta redención: Abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo (Isaías 25:12).
En vez de la ciudad altiva destruida por la ira justa de Jehová, el remanente fiel tiene una ciudad segura construida por Dios: En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades (Isaías 26:1-2). Isaías 26 alaba a Jehová por su perseverancia, y así anima al creyente fiel que sufre por tribulaciones hoy: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos (Isaías 26:3-4). De nuevo, la seguridad de esta salvación gloriosa se encuentra en uno de los atributos divinos que más se destaca en la Biblia – en la justicia de Jehová: Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo (Isaías 26:5). El remanente fiel simplemente disfruta la victoria que ha ganado Jehová en su justicia: La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los
menesterosos (Isaías 26:6).
Isaías anima al remanente fiel por retratarle la perseverancia por fe en contraste con el fin de los injustos: Jehová, tu mano está alzada, pero ellos [los malvados] no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá (Isaías 26:11). Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él (Isaías 26:20-21).
¿Se acuerda del juicio que Jehová declaró contra Israel y Judá por la parábola de la viña en Isaías 5? Vuelva a leerla rápidamente en Isaías 5:1-4. Acuérdese del juicio declarado después: Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella (Isaías 5:5-6). Ahora en Isaías 27, Jehová extiende la visión de la viña para incluir su gracia al remanente: Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que nadie la dañe (Isaías 27:3). Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto (Isaías 27:6). Todavía viene el día de juicio contra la viña anunciado en Isaías 5: La ciudad fortificada será desolada, la ciudad habitada será abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y acabará sus ramas… porque aquel no es pueblo de entendimiento; por tanto, su Hacedor no tendrá de él misericordia, ni se compadecerá de él el que lo formó (Isaías 27:10, 11). Pero también se pondrá en evidencia la gracia de Jehová a su remanente fiel: Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.
Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén (Isaías 27:12-13).
Si Isaías 21 – 23 retrata en colores oscuros las consecuencias amargas de depender en el poder de las naciones, Isaías 24 – 27 brilla en colores vibrantes al retratar a Jehová el Justo, el que juzga a las naciones y salva a su pueblo humilde.
Isaías 24 anuncia el juicio completo de Jehová de toda la tierra. Declara la razón por su destrucción: La tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados (Isaías 24:5-6). Como el pecado continuo de los cananeos en los primeros libros de la Biblia contaminó su tierra y causó que la santidad de Jehová trajera a los israelitas en Deuteronomio y Josué para echarlos de Canaán, así el pecado continuo en todo el mundo provoca el furor de la ira justa de Jehová para que juzgue la tierra, representada por una ciudad: La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta (Isaías 24:12).
En medio de los horrores del juicio, de repente hay gritos de alegría – por el remanente de Jehová: Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia. Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová (Isaías 24:13-14). Le glorifican a Jehová porque es justo (Isaías 24:16). E igual de rápido, vuelven los lamentos de la ciudad injusta destruida (Isaías 24:16-22). El último versículo del capítulo capta bien el contraste entre el terror del juicio y el gozo de la salvación: La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso (Isaías 24:23).
De acuerdo con este contraste, Isaías 25 se transforma en un salmo de adoración. Alaba a Jehová por su justicia: Convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado… Fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro (Isaías 25:2, 4). Anuncia las buenas noticias de la justicia de Jehová aún contra la muerte: Destruirá la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho (Isaías 25:8). Por eso, además de por la justicia, le alaba por su salvación: Se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación (Isaías
25:9). Pero los que andan en la soberbia, en cambio, no disfrutará esta redención: Abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo (Isaías 25:12).
En vez de la ciudad altiva destruida por la ira justa de Jehová, el remanente fiel tiene una ciudad segura construida por Dios: En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades (Isaías 26:1-2). Isaías 26 alaba a Jehová por su perseverancia, y así anima al creyente fiel que sufre por tribulaciones hoy: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos (Isaías 26:3-4). De nuevo, la seguridad de esta salvación gloriosa se encuentra en uno de los atributos divinos que más se destaca en la Biblia – en la justicia de Jehová: Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo (Isaías 26:5). El remanente fiel simplemente disfruta la victoria que ha ganado Jehová en su justicia: La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los
menesterosos (Isaías 26:6).
Isaías anima al remanente fiel por retratarle la perseverancia por fe en contraste con el fin de los injustos: Jehová, tu mano está alzada, pero ellos [los malvados] no ven; verán al fin, y se avergonzarán los que envidian a tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá (Isaías 26:11). Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él (Isaías 26:20-21).
¿Se acuerda del juicio que Jehová declaró contra Israel y Judá por la parábola de la viña en Isaías 5? Vuelva a leerla rápidamente en Isaías 5:1-4. Acuérdese del juicio declarado después: Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella (Isaías 5:5-6). Ahora en Isaías 27, Jehová extiende la visión de la viña para incluir su gracia al remanente: Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que nadie la dañe (Isaías 27:3). Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto (Isaías 27:6). Todavía viene el día de juicio contra la viña anunciado en Isaías 5: La ciudad fortificada será desolada, la ciudad habitada será abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y acabará sus ramas… porque aquel no es pueblo de entendimiento; por tanto, su Hacedor no tendrá de él misericordia, ni se compadecerá de él el que lo formó (Isaías 27:10, 11). Pero también se pondrá en evidencia la gracia de Jehová a su remanente fiel: Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.
Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén (Isaías 27:12-13).
Si Isaías 21 – 23 retrata en colores oscuros las consecuencias amargas de depender en el poder de las naciones, Isaías 24 – 27 brilla en colores vibrantes al retratar a Jehová el Justo, el que juzga a las naciones y salva a su pueblo humilde.