Isaías 7 - 9:7
En resumen:
La lectura para hoy nos describe el remanente fiel que será preservado y purificado en el juicio venidero, la fe que lo distingue del resto de su sociedad y su seguridad en un descendiente de la casa de David en quien Jehová va a cumplir las promesas de bendición a su pueblo.
La lectura para hoy nos describe el remanente fiel que será preservado y purificado en el juicio venidero, la fe que lo distingue del resto de su sociedad y su seguridad en un descendiente de la casa de David en quien Jehová va a cumplir las promesas de bendición a su pueblo.
En más detalle:
Isaías 7:1 nos da el resumen de una crisis internacional contra el reino de Judá: Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla (Isaías 7:1) También nos cuenta el resultado: Pero no la pudieron tomar (Isaías 7:1; véase también 2 Reyes 16:5).
Pero cuando entramos Isaías 7:2, tenemos que acordarnos de que en este momento, el reino de Judá no ha experimentado el resultado final todavía: Y vino la nueva a la casa de David [es decir, al rey Acaz de Judá], diciendo: Siria [con su rey Rezín] se ha confederado con Efraín [es decir, con Israel bajo el reino de Peka]. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento (Israel 7:2). Isaías 7:1 nos da el resumen de toda la historia; en Isaías 7:2, apenas entramos la primera parte de la historia.
Jehová le manda a Isaías con un mensaje de preservación para Acaz (Isaías 7:3-9), un mensaje de preservación a que tiene que responder por fe: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Isaías 7:9). Aún le ofrece cumplir una señal para verificar el mensaje del profeta (Isaías 7:10-11). Pero Acaz por falta de fe ni pide señal, y el profeta le reprende (Isaías 7:12-13). Junto con 2 Reyes 16:7-9, vemos que Acaz confió más en el poder del rey de Asiria para librarse de la amenaza de Siria e Israel que en la promesa de la protección de Jehová a la casa de David.
De todas maneras, Jehová le va a dar señal a Acaz, una señal de cumplimiento cercano y lejano. Dentro de poco tiempo Acaz verá los dos reinos que le amenazan consumidos por Asiria y abandonados… y Judá será afeitado por su supuesto “libertador” (Isaías 7:14-25). Así confirma también en Isaías 8:1-10. E Isaías dirige su mensaje al pueblo en general, llamando a los fieles a no imitar la falta de fe de Acaz y los suyos: Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo… A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén (Isaías 8:11, 13-14). El capítulo 8 termina notando la rotura en el pueblo visible de Jehová – una parte de ellos, menospreciada por los demás, continúa a confiar en Jehová. Mientras tanto, la otra parte parece dominar y continúa a confiar en la idolatría y a negar la ley y el testimonio de Dios.
Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia (Isaías 9:1). El remanente fiel y menospreciado se va a gozar cuando vea el cumplimiento de la promesa de Jehová. Un niño será dado a su pueblo del linaje de David, y: Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite (Isaías 9:7). Es una promesa segura porque: El celo de Jehová de los ejércitos hará esto (Isaías 9:7).
Por eso, la lectura para hoy continúa uno de los temas destacados de los primeros capítulos de Isaías – en el juicio venidero, Jehová va a preservar un remanente santo (Isaías 1:9, 24-28; 2:1-4; 4:2-6; 6:13). Hoy vemos que su preservación y gozo futuro está ligado a un descendiente de la casa de David, uno de quien profetiza: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Isaías 7:14). Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Aunque pasarán siglos, el remanente fiel verá el cumplimiento de estas promesas en el nacimiento de Jesucristo y el inicio de su ministerio público (Mateo 1:22-25; véase también Isaías 9:1-2 y Mateo 4:12-17).
Isaías 7:1 nos da el resumen de una crisis internacional contra el reino de Judá: Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla (Isaías 7:1) También nos cuenta el resultado: Pero no la pudieron tomar (Isaías 7:1; véase también 2 Reyes 16:5).
Pero cuando entramos Isaías 7:2, tenemos que acordarnos de que en este momento, el reino de Judá no ha experimentado el resultado final todavía: Y vino la nueva a la casa de David [es decir, al rey Acaz de Judá], diciendo: Siria [con su rey Rezín] se ha confederado con Efraín [es decir, con Israel bajo el reino de Peka]. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento (Israel 7:2). Isaías 7:1 nos da el resumen de toda la historia; en Isaías 7:2, apenas entramos la primera parte de la historia.
Jehová le manda a Isaías con un mensaje de preservación para Acaz (Isaías 7:3-9), un mensaje de preservación a que tiene que responder por fe: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Isaías 7:9). Aún le ofrece cumplir una señal para verificar el mensaje del profeta (Isaías 7:10-11). Pero Acaz por falta de fe ni pide señal, y el profeta le reprende (Isaías 7:12-13). Junto con 2 Reyes 16:7-9, vemos que Acaz confió más en el poder del rey de Asiria para librarse de la amenaza de Siria e Israel que en la promesa de la protección de Jehová a la casa de David.
De todas maneras, Jehová le va a dar señal a Acaz, una señal de cumplimiento cercano y lejano. Dentro de poco tiempo Acaz verá los dos reinos que le amenazan consumidos por Asiria y abandonados… y Judá será afeitado por su supuesto “libertador” (Isaías 7:14-25). Así confirma también en Isaías 8:1-10. E Isaías dirige su mensaje al pueblo en general, llamando a los fieles a no imitar la falta de fe de Acaz y los suyos: Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo… A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén (Isaías 8:11, 13-14). El capítulo 8 termina notando la rotura en el pueblo visible de Jehová – una parte de ellos, menospreciada por los demás, continúa a confiar en Jehová. Mientras tanto, la otra parte parece dominar y continúa a confiar en la idolatría y a negar la ley y el testimonio de Dios.
Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia (Isaías 9:1). El remanente fiel y menospreciado se va a gozar cuando vea el cumplimiento de la promesa de Jehová. Un niño será dado a su pueblo del linaje de David, y: Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite (Isaías 9:7). Es una promesa segura porque: El celo de Jehová de los ejércitos hará esto (Isaías 9:7).
Por eso, la lectura para hoy continúa uno de los temas destacados de los primeros capítulos de Isaías – en el juicio venidero, Jehová va a preservar un remanente santo (Isaías 1:9, 24-28; 2:1-4; 4:2-6; 6:13). Hoy vemos que su preservación y gozo futuro está ligado a un descendiente de la casa de David, uno de quien profetiza: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Isaías 7:14). Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Aunque pasarán siglos, el remanente fiel verá el cumplimiento de estas promesas en el nacimiento de Jesucristo y el inicio de su ministerio público (Mateo 1:22-25; véase también Isaías 9:1-2 y Mateo 4:12-17).