Jeremías 19 - 20 y Salmo 102
En resumen:
Jeremías anuncia el juicio justo de Jehová… y sufre la persecución por hacerlo.
Jeremías anuncia el juicio justo de Jehová… y sufre la persecución por hacerlo.
En más detalle:
Algunos de los temas principales que vimos en los primeros 18 capítulos ahora se combinan en una narrativa extendida.
La visita a la casa de alfarero en Jeremías 18 ahora se cambia a la compra de una vasija de barro de alfarero (Jeremías 19:1). El lugar de la prédica es el valle del hijo de Hinom (Jeremías 19:2), un lugar de la idolatría más horrenda en Jeremías 7:31, un lugar donde los cadáveres de los víctimas de la invasión del norte serán arrojados según Jeremías 7:32-33. Ahora en Jeremías 19:3-7 leemos esencialmente la misma profecía pero se añaden cuatro elementos más:
1) La vergüenza internacional: Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción (Jeremías 19:8).
2) El cumplimiento de las maldiciones de Levítico 26:29 y Deuteronomio 28:53: Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus vidas (Jeremías 19:9).
3) Para simbolizar y llamar la atención al quebrantamiento que viene en la invasión del norte, Jeremías quiebra la vasija ante los ojos de los que le acompañan y explica su significado (Jeremías 19:10-11).
4) Anuncia que Jehová pondrá a Jerusalén como Tofet en su quebrantamiento y su inmundicia. Pero la inmundicia no vendrá sólo por la presencia de los cadáveres expuestos en la matanza de la invasión y la destrucción de los cementerios (acuérdese de Jeremías 8:1-3) sino por la idolatría practicada ya en los techos de las casas de Jerusalén (Jeremías 19:12-13). La conversión de Jerusalén a Tofet, el basurero inmundo de Jerusalén y el centro de su idolatría más descarada, será simplemente la consecuencia justa de lo que ya se practica por toda la ciudad.
Después de anunciar la palabra de Jehová a los líderes de Jerusalén en Tofet, Jeremías sube al atrio del templo y anuncia lo mismo en otras palabras, haciendo referencia al cumplimiento de las maldiciones del libro de la ley (Jeremías 19:15) y repitiendo el tema de no oír las palabras de Jehová (Jeremías 19:15).
Su profecía atrevida despierta la persecución (Jeremías 20:1-2). Jeremías responde por anunciarle a Pasur hijo de Imer el juicio que le espera (Jeremías 20:3-6; note que su nombre nuevo Magor-misabib significa ‹‹terror por todas partes››, no por el terror que inspira sino por el que va a padecer). Pero la persecución causa angustia en las relaciones de Jeremías con todos, aún con Jehová. Se siente la burla, el escarnio y las amenazas por predicar la palabra de Jehová (Jeremías 20:7, 8, 10), pero es incapaz de resistirla (Jeremías 20:7, 9). A veces se siente fuerte, refugiándose en el poder de Jehová y cantando en anticipación de la salvación de Jehová (Jeremías 20:11-13). Otras veces se desespera como Job en su sufrimiento, prefiriendo no haber nacido (Jeremías 20:14-18).
Y esta vez no hay respuesta de parte de Jehová. Tal vez le habría contestado en reprensión: Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? (Jeremías 12:5) Tal vez le habría contestado para consolar y animarle: Te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová (Jeremías 15:20). Pero esta vez aparentemente no hay respuesta directa de parte de Jehová. Así exige Jehová a veces en nuestros momentos más oscuros de desesperación – que sin respuesta directa confiemos en su palabra ya revelada, en espera de sus misericordias ya prometidas. Por su silencio exige que le respondamos por fe.
En resumen, para nuestro entendimiento completo del libro de Jeremías, note como los temas dispersados en las profecías de los primeros 18 capítulos (como el no oír la palabra, la idolatría y la inmundicia de Tofet, el cumplimiento de las maldiciones de la ley, la persecución del profeta y el juicio a sus perseguidores) ahora se han juntado en una narrativa linear; se han cobrado un esqueleto narrativo que las pone en movimiento. Así se integran y se mueven todas las profecías de los próximos capítulos hacia el juicio severo contra Jerusalén de capítulo 37 en adelante.
Algunos de los temas principales que vimos en los primeros 18 capítulos ahora se combinan en una narrativa extendida.
La visita a la casa de alfarero en Jeremías 18 ahora se cambia a la compra de una vasija de barro de alfarero (Jeremías 19:1). El lugar de la prédica es el valle del hijo de Hinom (Jeremías 19:2), un lugar de la idolatría más horrenda en Jeremías 7:31, un lugar donde los cadáveres de los víctimas de la invasión del norte serán arrojados según Jeremías 7:32-33. Ahora en Jeremías 19:3-7 leemos esencialmente la misma profecía pero se añaden cuatro elementos más:
1) La vergüenza internacional: Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción (Jeremías 19:8).
2) El cumplimiento de las maldiciones de Levítico 26:29 y Deuteronomio 28:53: Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus vidas (Jeremías 19:9).
3) Para simbolizar y llamar la atención al quebrantamiento que viene en la invasión del norte, Jeremías quiebra la vasija ante los ojos de los que le acompañan y explica su significado (Jeremías 19:10-11).
4) Anuncia que Jehová pondrá a Jerusalén como Tofet en su quebrantamiento y su inmundicia. Pero la inmundicia no vendrá sólo por la presencia de los cadáveres expuestos en la matanza de la invasión y la destrucción de los cementerios (acuérdese de Jeremías 8:1-3) sino por la idolatría practicada ya en los techos de las casas de Jerusalén (Jeremías 19:12-13). La conversión de Jerusalén a Tofet, el basurero inmundo de Jerusalén y el centro de su idolatría más descarada, será simplemente la consecuencia justa de lo que ya se practica por toda la ciudad.
Después de anunciar la palabra de Jehová a los líderes de Jerusalén en Tofet, Jeremías sube al atrio del templo y anuncia lo mismo en otras palabras, haciendo referencia al cumplimiento de las maldiciones del libro de la ley (Jeremías 19:15) y repitiendo el tema de no oír las palabras de Jehová (Jeremías 19:15).
Su profecía atrevida despierta la persecución (Jeremías 20:1-2). Jeremías responde por anunciarle a Pasur hijo de Imer el juicio que le espera (Jeremías 20:3-6; note que su nombre nuevo Magor-misabib significa ‹‹terror por todas partes››, no por el terror que inspira sino por el que va a padecer). Pero la persecución causa angustia en las relaciones de Jeremías con todos, aún con Jehová. Se siente la burla, el escarnio y las amenazas por predicar la palabra de Jehová (Jeremías 20:7, 8, 10), pero es incapaz de resistirla (Jeremías 20:7, 9). A veces se siente fuerte, refugiándose en el poder de Jehová y cantando en anticipación de la salvación de Jehová (Jeremías 20:11-13). Otras veces se desespera como Job en su sufrimiento, prefiriendo no haber nacido (Jeremías 20:14-18).
Y esta vez no hay respuesta de parte de Jehová. Tal vez le habría contestado en reprensión: Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán? (Jeremías 12:5) Tal vez le habría contestado para consolar y animarle: Te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová (Jeremías 15:20). Pero esta vez aparentemente no hay respuesta directa de parte de Jehová. Así exige Jehová a veces en nuestros momentos más oscuros de desesperación – que sin respuesta directa confiemos en su palabra ya revelada, en espera de sus misericordias ya prometidas. Por su silencio exige que le respondamos por fe.
En resumen, para nuestro entendimiento completo del libro de Jeremías, note como los temas dispersados en las profecías de los primeros 18 capítulos (como el no oír la palabra, la idolatría y la inmundicia de Tofet, el cumplimiento de las maldiciones de la ley, la persecución del profeta y el juicio a sus perseguidores) ahora se han juntado en una narrativa linear; se han cobrado un esqueleto narrativo que las pone en movimiento. Así se integran y se mueven todas las profecías de los próximos capítulos hacia el juicio severo contra Jerusalén de capítulo 37 en adelante.