Jeremías 31 - 33
En resumen:
Mientras se acerca el juicio, Jehová fortalece a su remanente por acordarles de su gracia pasada y futura.
Mientras se acerca el juicio, Jehová fortalece a su remanente por acordarles de su gracia pasada y futura.
En más detalle:
Ahora que se acerca el día de la destrucción de Jerusalén… ¡las profecías de Jeremías expresan la esperanza! El remanente de Jehová va a pasar por la misma experiencia de juicio severo que todo el resto del pueblo condenado, y Jehová tiene un mensaje especial por ellos para fortalecerles en la espera larga, difícil y dolorosa de los próximos 70 años. Por eso empieza por repetir la expresión más concisa de su gracia por el pacto, la que se ha repetido en muchas ocasiones desde Génesis 17:7-8: En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo (Jeremías 31:1). Con esta frase repite Jehová su compromiso de pastorear a su remanente por todo el proceso de la purificación y la transformación por el juicio. Hace referencia a las manifestaciones pasadas de su gracia al describir a los sobrevivientes de la destrucción de Jerusalén en términos del éxodo: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo (Jeremías 31:2). Jehová los pastoreará con paciencia y amor de una forma comparable con su caminata en el desierto de Sinaí en el libro de Éxodo. Las manifestaciones pasadas de su gracia deben animarles a buscar su gracia en su tribulación presente y en las pruebas futuras: Jehová me manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:3).
La gracia futura será evidente cuando la condenación presente sea transformada a su opuesto. Por ejemplo:
1. Jehová describió el juicio de la invasión del norte por la destrucción completa: Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía… Miré a los montes, y he aquí temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira (Jeremías 4:23, 24-26; véase también 4:7; 9:10-12; 26:9). Pero ahora anuncia: Aún te edificaré, y serás edificada (Jeremías 31:4). Y por ser edificada por Jehová, se supone que la nueva sociedad será de una calidad diferente y superior a la primera y además, que va a permanecer.
2. Acuérdese también que describió los pecados que provocaron el juicio en términos del pecado sexual: Ella [Judá] vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño (Jeremías 3:8-9; véase también 4:30; 5:7-8; 13:21-27). Pero ahora llama a su remanente: Oh virgen de Israel (Jeremías 31:4). Sus pecados son completamente perdonados, a tal punto que ni se quedan memoria de ellos. Superando aún el perdón de pecados, Israel es justificada, declarada legalmente aceptable y virgen por su Dios.
3. Jehová también describió el juicio por el silencio de las voces más gozosas de la comunidad: Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, y toda voz de esposo y toda voz de esposa (Jeremías 16:9; también 7:34). En cambio será caracterizado por el lloro y el lamento: Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase (Jeremías 9:10). Pero por su gracia, las voces de gozo de la comunidad volverán: Todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas (Jeremías 31:4). Se experimentará de nuevo la seguridad de una sociedad bien fundada en la justicia de Jehová, una que mira hacia el futuro con esperanza para todos.
4. El juicio ha traído la pérdida económica completa: He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare… Y comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos y a tus hijas; comerá tus ovejas y tus vacas, comerá tus viñas y tus higueras, y a espada convertirá en nada tus ciudades fortificadas en que confías (Jeremías 5:15, 17; véase también 6:12; 8:10). Pero el remanente recibirá y se gozará del fruto de su labor: Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas (Jeremías 31:5).
5. Desde la rotura entre las 10 tribus del norte y Judá al principio del reinado de Roboam y el establecimiento por Jeroboam de los centros de adoración alternativa / idolatría en Dan y Bet-el (1 Reyes 12), hubo una separación entre hermanos sobre la adoración. Al volver del exilio, esta separación que ha durado por siglos será borrada; desde la tierra de Israel llegarán para adorar a Jehová en Jerusalén: Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios (Jeremías 31:6).
Por eso, la respuesta apropiada del remanente es la alegría y el júbilo en anticipación de la restauración del exilio, y el remanente ora de acuerdo con esta promesa: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel (Jeremías 31:7). Llegará el día cuando todos, hasta los ciegos, cojos y encintas disfruten la restauración del exilio (Jeremías 31:8), y expone en más detalle las bendiciones identificadas arriba (Jeremías 31:9-14).
Luego da un ejemplo del llanto cambiado a gozo: Raquel, la esposa de Jacob, dio a luz y nombró a su hijo Benoni, hijo de mi tristeza, antes de morir por la dificultad del parto (Génesis 35:16-20; Jacob le dio el nombre Benjamín). Proféticamente se escucha su llanto y lloro amargo en Ramá, en el territorio de Benjamín, no por la dificultad del nacimiento de Benjamín sino por la muerte y el exilio de sus descendientes: Lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron (Jeremías 31:15). Pero con el tiempo Jehová va a consolar este llanto amargo: Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra (Jeremías 31:16-17). Efraín, representando las tribus del norte, va a responder al castigo de Jehová en arrepentimiento (Jeremías 31:18-19; note que la herida al muslo es el resultado de un golpe fuerte que se dio en llanto, frustración y arrepentimiento por sus acciones pasadas). ¡Y Jehová lo recibirá con misericordia! (Jeremías 31:20)
Igual como el remanente ora en anticipación de esta bendición en Jeremías 31:7, Jehová les manda a actuar de acuerdo con la seguridad de su venida: Establécete señales, ponte majanos altos, nota atentamente la calzada (Jeremías 31:21); aún Israel, las tribus exiliadas más de 120 años antes, va a volver (Jeremías 31:21). El pecado sexual será transformado a una pasión por el varón indicado (Jeremías 31:22), por el esposo, representando la devoción que Israel tendrá por Jehová. Jerusalén será el centro de la atención, la morada de justicia (Jeremías 31:23-24). Toda alma sufrida y triste será satisfecha y saciada (Jeremías 31:25). Jeremías, el que ha sufrido por predicar la palabra de Jehová en muchas ocasiones (acuérdese de 20:7-10, 14-18, por ejemplo), expresa el consuelo que se siente por estas buenas noticias (Jeremías 31:26). Jehová le confirma la nueva época en su relación con su pueblo (Jeremías 31:27-30).
Y expresa esa nueva época en palabras sorprendentes, llamativas en todo el Antiguo Testamento: He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (Jeremías 31:31). Los pactos de Jehová han sido declaraciones legales sobresalientes en toda la historia de su pueblo – el pacto con Abraham en Génesis 15, el pacto mosaico del libro de Éxodo y el pacto con la casa de David en 2 Samuel 7. Ahora anuncia que vendrá uno nuevo, de buenas noticias para cualquier persona en esa época que tema que Jehová abandone a su pueblo en el juicio severo. Va a superar el pacto mosaico: No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová (Jeremías 31:32). Y se manifestará en un cambio que Dios obrará en su interior, en sus corazones perversos e idolatras para convertirlos a corazones devotos a él, en una devoción de acuerdo con el pacto con Abraham (Jeremías 31:33). Se manifestará en un conocimiento tan personal de Jehová que nadie dirá: Conoce a Jehová (Jeremías 31:34); todos los suyos tendrán un conocimiento personal de él. Y se caracteriza este nuevo pacto también por el perdón completo de sus pecados (Jeremías 31:34). Será este nuevo pacto tan estable y firme como son el sol, la luna y las estrellas a la vista de las generaciones; es para siempre (Jeremías 31:35-37). Y va a reedificar la ciudad destruida, pero en santidad (Jeremías 31:38-40).
En anticipación de esta gracia futura, Jeremías redime una heredad familiar de su primo Hanameel en Jeremías 32. Parece la transacción de bienes raíces más ridícula de la Biblia. Jerusalén está bajo sitio; en poco tiempo será vencida y destruida por Nabucodonosor. Las heredades han sido destruidas por las tropas invasoras y se quedarán abandonadas por 70 años mientras los pocos dueños sobrevivientes están en el exilio. Jeremías ya es de la tercera edad y además, está encarcelado. Pero Hanameel pide que compre su heredad de acuerdo con las leyes sobre la tierra en Levítico 25:23-25... y por la palabra de Jehová, ¡Jeremías lo hace! (Jeremías 32:1-12) Manda que las cartas de la transacción sean guardadas en una vasija de barro para que se conserven muchos días: Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra (Jeremías 32:15), una economía que parece imposible en el sitio y en la destrucción que está a punto de venir. Parece tan ilógica que en una oración que reconoce el poder y la justicia de Jehová en todos estos eventos, todavía le pregunta por qué le mandó a comprar la heredad (Jeremías 32:16-25).
Jehová le responde con un largo resumen de los pecados que causaron la llegada del juicio que están sufriendo (Jeremías 32:26-35). Pero a pesar de todos estos pecados, a pesar de todas esas razones justas para entregar a su pueblo a la destrucción completa, anuncia su gracia: He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente (Jeremías 32:37). Repite el mismo refrán de la seguridad de su pacto vivido en comunión plena: Me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios (Jeremías 32:38). Y confirma la llegada del nuevo pacto que describió en capítulo 31: Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí (Jeremías 32:39-40). La compra de tierra fue una anticipación de esta gracia futura, de las muchas compras de heredades que habrá en el futuro: Porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová (Jeremías 32:44).
En los días de más desesperación antes de la descarga del juicio de Jehová, cuando Jeremías está encarcelado y Jerusalén, a punto de ser vencida y destruida, Jehová hace que su siervo mira alrededor con ojos de fe por su gracia futura: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová (Jeremías 33:10-11). Vuelve a proclamarle de la llegada del Renuevo de justicia por la casa de David, el que hará juicio y justicia en la tierra (Jeremías 33:15-16). Confirma su pacto con David y con los levitas y sacerdotes en su adoración (Jeremías 33:17-22). Tan seguro como el orden del día y la noche, tan permanente como las leyes del cielo y la tierra es el pacto de Jehová con David y con los sacerdotes y los levitas (Jeremías 33:19-26). Por eso anuncia: Haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia (Jeremías 33:26).
Y por eso le mandó a comprar la heredad. La compró en anticipación de la gracia futura de Jehová. No hay otra inversión más segura.
Ahora que se acerca el día de la destrucción de Jerusalén… ¡las profecías de Jeremías expresan la esperanza! El remanente de Jehová va a pasar por la misma experiencia de juicio severo que todo el resto del pueblo condenado, y Jehová tiene un mensaje especial por ellos para fortalecerles en la espera larga, difícil y dolorosa de los próximos 70 años. Por eso empieza por repetir la expresión más concisa de su gracia por el pacto, la que se ha repetido en muchas ocasiones desde Génesis 17:7-8: En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo (Jeremías 31:1). Con esta frase repite Jehová su compromiso de pastorear a su remanente por todo el proceso de la purificación y la transformación por el juicio. Hace referencia a las manifestaciones pasadas de su gracia al describir a los sobrevivientes de la destrucción de Jerusalén en términos del éxodo: El pueblo que escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de reposo (Jeremías 31:2). Jehová los pastoreará con paciencia y amor de una forma comparable con su caminata en el desierto de Sinaí en el libro de Éxodo. Las manifestaciones pasadas de su gracia deben animarles a buscar su gracia en su tribulación presente y en las pruebas futuras: Jehová me manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:3).
La gracia futura será evidente cuando la condenación presente sea transformada a su opuesto. Por ejemplo:
1. Jehová describió el juicio de la invasión del norte por la destrucción completa: Miré a la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía… Miré a los montes, y he aquí temblaban, y todos los collados fueron destruidos. Miré, y no había hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el campo fértil era un desierto, y todas sus ciudades eran asoladas delante de Jehová, delante del ardor de su ira (Jeremías 4:23, 24-26; véase también 4:7; 9:10-12; 26:9). Pero ahora anuncia: Aún te edificaré, y serás edificada (Jeremías 31:4). Y por ser edificada por Jehová, se supone que la nueva sociedad será de una calidad diferente y superior a la primera y además, que va a permanecer.
2. Acuérdese también que describió los pecados que provocaron el juicio en términos del pecado sexual: Ella [Judá] vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño (Jeremías 3:8-9; véase también 4:30; 5:7-8; 13:21-27). Pero ahora llama a su remanente: Oh virgen de Israel (Jeremías 31:4). Sus pecados son completamente perdonados, a tal punto que ni se quedan memoria de ellos. Superando aún el perdón de pecados, Israel es justificada, declarada legalmente aceptable y virgen por su Dios.
3. Jehová también describió el juicio por el silencio de las voces más gozosas de la comunidad: Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, y toda voz de esposo y toda voz de esposa (Jeremías 16:9; también 7:34). En cambio será caracterizado por el lloro y el lamento: Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase (Jeremías 9:10). Pero por su gracia, las voces de gozo de la comunidad volverán: Todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas (Jeremías 31:4). Se experimentará de nuevo la seguridad de una sociedad bien fundada en la justicia de Jehová, una que mira hacia el futuro con esperanza para todos.
4. El juicio ha traído la pérdida económica completa: He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorarás, y no entenderás lo que hablare… Y comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos y a tus hijas; comerá tus ovejas y tus vacas, comerá tus viñas y tus higueras, y a espada convertirá en nada tus ciudades fortificadas en que confías (Jeremías 5:15, 17; véase también 6:12; 8:10). Pero el remanente recibirá y se gozará del fruto de su labor: Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los que plantan, y disfrutarán de ellas (Jeremías 31:5).
5. Desde la rotura entre las 10 tribus del norte y Judá al principio del reinado de Roboam y el establecimiento por Jeroboam de los centros de adoración alternativa / idolatría en Dan y Bet-el (1 Reyes 12), hubo una separación entre hermanos sobre la adoración. Al volver del exilio, esta separación que ha durado por siglos será borrada; desde la tierra de Israel llegarán para adorar a Jehová en Jerusalén: Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos a Sion, a Jehová nuestro Dios (Jeremías 31:6).
Por eso, la respuesta apropiada del remanente es la alegría y el júbilo en anticipación de la restauración del exilio, y el remanente ora de acuerdo con esta promesa: Oh Jehová, salva a tu pueblo, el remanente de Israel (Jeremías 31:7). Llegará el día cuando todos, hasta los ciegos, cojos y encintas disfruten la restauración del exilio (Jeremías 31:8), y expone en más detalle las bendiciones identificadas arriba (Jeremías 31:9-14).
Luego da un ejemplo del llanto cambiado a gozo: Raquel, la esposa de Jacob, dio a luz y nombró a su hijo Benoni, hijo de mi tristeza, antes de morir por la dificultad del parto (Génesis 35:16-20; Jacob le dio el nombre Benjamín). Proféticamente se escucha su llanto y lloro amargo en Ramá, en el territorio de Benjamín, no por la dificultad del nacimiento de Benjamín sino por la muerte y el exilio de sus descendientes: Lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron (Jeremías 31:15). Pero con el tiempo Jehová va a consolar este llanto amargo: Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra (Jeremías 31:16-17). Efraín, representando las tribus del norte, va a responder al castigo de Jehová en arrepentimiento (Jeremías 31:18-19; note que la herida al muslo es el resultado de un golpe fuerte que se dio en llanto, frustración y arrepentimiento por sus acciones pasadas). ¡Y Jehová lo recibirá con misericordia! (Jeremías 31:20)
Igual como el remanente ora en anticipación de esta bendición en Jeremías 31:7, Jehová les manda a actuar de acuerdo con la seguridad de su venida: Establécete señales, ponte majanos altos, nota atentamente la calzada (Jeremías 31:21); aún Israel, las tribus exiliadas más de 120 años antes, va a volver (Jeremías 31:21). El pecado sexual será transformado a una pasión por el varón indicado (Jeremías 31:22), por el esposo, representando la devoción que Israel tendrá por Jehová. Jerusalén será el centro de la atención, la morada de justicia (Jeremías 31:23-24). Toda alma sufrida y triste será satisfecha y saciada (Jeremías 31:25). Jeremías, el que ha sufrido por predicar la palabra de Jehová en muchas ocasiones (acuérdese de 20:7-10, 14-18, por ejemplo), expresa el consuelo que se siente por estas buenas noticias (Jeremías 31:26). Jehová le confirma la nueva época en su relación con su pueblo (Jeremías 31:27-30).
Y expresa esa nueva época en palabras sorprendentes, llamativas en todo el Antiguo Testamento: He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá (Jeremías 31:31). Los pactos de Jehová han sido declaraciones legales sobresalientes en toda la historia de su pueblo – el pacto con Abraham en Génesis 15, el pacto mosaico del libro de Éxodo y el pacto con la casa de David en 2 Samuel 7. Ahora anuncia que vendrá uno nuevo, de buenas noticias para cualquier persona en esa época que tema que Jehová abandone a su pueblo en el juicio severo. Va a superar el pacto mosaico: No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová (Jeremías 31:32). Y se manifestará en un cambio que Dios obrará en su interior, en sus corazones perversos e idolatras para convertirlos a corazones devotos a él, en una devoción de acuerdo con el pacto con Abraham (Jeremías 31:33). Se manifestará en un conocimiento tan personal de Jehová que nadie dirá: Conoce a Jehová (Jeremías 31:34); todos los suyos tendrán un conocimiento personal de él. Y se caracteriza este nuevo pacto también por el perdón completo de sus pecados (Jeremías 31:34). Será este nuevo pacto tan estable y firme como son el sol, la luna y las estrellas a la vista de las generaciones; es para siempre (Jeremías 31:35-37). Y va a reedificar la ciudad destruida, pero en santidad (Jeremías 31:38-40).
En anticipación de esta gracia futura, Jeremías redime una heredad familiar de su primo Hanameel en Jeremías 32. Parece la transacción de bienes raíces más ridícula de la Biblia. Jerusalén está bajo sitio; en poco tiempo será vencida y destruida por Nabucodonosor. Las heredades han sido destruidas por las tropas invasoras y se quedarán abandonadas por 70 años mientras los pocos dueños sobrevivientes están en el exilio. Jeremías ya es de la tercera edad y además, está encarcelado. Pero Hanameel pide que compre su heredad de acuerdo con las leyes sobre la tierra en Levítico 25:23-25... y por la palabra de Jehová, ¡Jeremías lo hace! (Jeremías 32:1-12) Manda que las cartas de la transacción sean guardadas en una vasija de barro para que se conserven muchos días: Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra (Jeremías 32:15), una economía que parece imposible en el sitio y en la destrucción que está a punto de venir. Parece tan ilógica que en una oración que reconoce el poder y la justicia de Jehová en todos estos eventos, todavía le pregunta por qué le mandó a comprar la heredad (Jeremías 32:16-25).
Jehová le responde con un largo resumen de los pecados que causaron la llegada del juicio que están sufriendo (Jeremías 32:26-35). Pero a pesar de todos estos pecados, a pesar de todas esas razones justas para entregar a su pueblo a la destrucción completa, anuncia su gracia: He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente (Jeremías 32:37). Repite el mismo refrán de la seguridad de su pacto vivido en comunión plena: Me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios (Jeremías 32:38). Y confirma la llegada del nuevo pacto que describió en capítulo 31: Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí (Jeremías 32:39-40). La compra de tierra fue una anticipación de esta gracia futura, de las muchas compras de heredades que habrá en el futuro: Porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová (Jeremías 32:44).
En los días de más desesperación antes de la descarga del juicio de Jehová, cuando Jeremías está encarcelado y Jerusalén, a punto de ser vencida y destruida, Jehová hace que su siervo mira alrededor con ojos de fe por su gracia futura: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová (Jeremías 33:10-11). Vuelve a proclamarle de la llegada del Renuevo de justicia por la casa de David, el que hará juicio y justicia en la tierra (Jeremías 33:15-16). Confirma su pacto con David y con los levitas y sacerdotes en su adoración (Jeremías 33:17-22). Tan seguro como el orden del día y la noche, tan permanente como las leyes del cielo y la tierra es el pacto de Jehová con David y con los sacerdotes y los levitas (Jeremías 33:19-26). Por eso anuncia: Haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia (Jeremías 33:26).
Y por eso le mandó a comprar la heredad. La compró en anticipación de la gracia futura de Jehová. No hay otra inversión más segura.