Job 11 - 14 y Salmo 6
Igual que a Bildad, a Zofar le molesta la acusación de injusticia que Job descarga contra Dios y por eso, menosprecia sus razones: ¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Harás escarnio y no habrá quien te avergüence? (Job 11:3) Y vuelve a la misma teología rígida de Elifaz para hacer callar a Job: Tú dices: Mi doctrina es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos. Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo, y te declarara los secretos de la sabiduría, que son de doble valor que las riquezas! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece (Job 11:4-6). Como Elifaz y Bildad, le invita a arrepentirse del pecado no identificado: Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a él tus manos; si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte, y nada temerás; y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron (Job 11:13-16).
De nuevo, Job rechaza su argumento; sarcásticamente dice: Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría (Job 12:2). Más directamente dice: Ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos. Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría (Job 13:4-5). Está de acuerdo con ellos que con Dios está la sabiduría y el poder: En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano… Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia (Job 12:10, 13). Pero según Job, lo que ellos no ven es que Dios también causa la injusticia: Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces… Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo… Él multiplica las naciones, y él las destruye… Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino (Job 12:17, 20, 24). Por eso, Job no se contenta por discutir con sus amigos ciegos a la relación entre Jehová y la injusticia; pide nada menos que una entrevista con Dios: Yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios (Job 13:3).
Job imagina su día para justificarse con Jehová: A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro: aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror. Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú (Job 13:20-22). Algunas cosas quiere saber, en acusación contra Dios: ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión y mi pecado. ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo? (Job 13:23-24) Si tiene esta oportunidad, está seguro que se podrá justificar delante de Dios, aún si tiene que pasar por la muerte: ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieres plazo, y de mí te acordarás! Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación (Job 14:13-14).
Pero de nuevo contempla su sufrimiento, y de nuevo se desespera de la liberación. Otra vez le acusa de
injusticia a Dios: Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre. Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y le despedirás (Job 14:19-20). Todavía lucha con la relación entre Dios y la injusticia de su sufrimiento.
De nuevo, Job rechaza su argumento; sarcásticamente dice: Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría (Job 12:2). Más directamente dice: Ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos. Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría (Job 13:4-5). Está de acuerdo con ellos que con Dios está la sabiduría y el poder: En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano… Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia (Job 12:10, 13). Pero según Job, lo que ellos no ven es que Dios también causa la injusticia: Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces… Priva del habla a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo… Él multiplica las naciones, y él las destruye… Él quita el entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino (Job 12:17, 20, 24). Por eso, Job no se contenta por discutir con sus amigos ciegos a la relación entre Jehová y la injusticia; pide nada menos que una entrevista con Dios: Yo hablaría con el Todopoderoso, y querría razonar con Dios (Job 13:3).
Job imagina su día para justificarse con Jehová: A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro: aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror. Llama luego, y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú (Job 13:20-22). Algunas cosas quiere saber, en acusación contra Dios: ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi transgresión y mi pecado. ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo? (Job 13:23-24) Si tiene esta oportunidad, está seguro que se podrá justificar delante de Dios, aún si tiene que pasar por la muerte: ¡Oh, quién me diera que me escondieses en el Seol, que me encubrieses hasta apaciguarse tu ira, que me pusieres plazo, y de mí te acordarás! Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi liberación (Job 14:13-14).
Pero de nuevo contempla su sufrimiento, y de nuevo se desespera de la liberación. Otra vez le acusa de
injusticia a Dios: Las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tú perecer la esperanza del hombre. Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y le despedirás (Job 14:19-20). Todavía lucha con la relación entre Dios y la injusticia de su sufrimiento.