Job 38 - 39
Antes de leer la reprensión de Jehová a Job, debemos volver a considerar su descripción del hombre en los primeros capítulos: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8; 2:3) Ahora en los últimos capítulos de Job, no leemos la reprensión de un malvado sino de un hombre único, ejemplar en su relación diaria con Jehová. Acuérdese que nuestra justicia propia no le puede igualar. En otras palabras: no debemos leer la reprensión de Job en estos capítulos con una actitud de superioridad, como si nosotros supiéramos mejor que Job cómo manejar las tribulaciones. Si la reprensión a ese hombre ejemplar es tan dura, ¿cómo sería la reprensión de Jehová a nosotros?
Primero que todo, Jehová da su juicio sorprendente a los discursos de Job: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? (Job 38:2) Si ya hemos leído el último capítulo del libro, estamos listos a criticar las palabras de Elifaz, Bildad y Zofar o a quejarnos de Eliú por haber hablado tanto… pero Jehová reprende primero al que ha sufrido más, al que ha hablado en dolor, al que sufrió sin haber pecado. (Nadie se escapará de su juicio, no importa cuánto ha sufrido.) Y le acusa de oscurecer el consejo, de confundir, de hacer desviar a los oyentes del camino de la sabiduría. ¡Palabras de perversidad son las de Job!
¿En qué han fallado las palabras de Job? Nos cuenta en la próxima lectura: ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8) Se confió Job tanto en su propia justicia, se exaltó en su rectitud tanto que denigró la justicia de Jehová. Como un ejemplo de muchos, lee su retrato de la intencionalidad de Jehová en hacerle mal: Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo caer. Próspero estaba, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo… (Job 16:11-12) ¿Cómo reaccionó Job? En justicia ejemplar, aún extrema: Cosí cilicio sobre mi piel, y puse mi cabeza en el polvo. Mi rostro está inflamado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos, a pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura (Job 16:15-17). ¿Quién parece más justo en este retrato? Job. Y así ha oscurecido Job el consejo con palabras sin sabiduría.
Pero el intentar a hacer que la justicia de uno igualara o sobrepasara a la de Jehová tiene otro nombre también: es la soberbia. Por eso, Jehová responde a los discursos de Job por humillarlo, por hacerle sentir su incapacidad e impotencia: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia (Job 38:2-4). Pero la intención de Jehová no es simplemente humillarle a Job sino hacerle sentir su incapacidad para que vea algo mucho más grande, para que vea la gloria de Jehová.
Y le comunica su gloria por medio de las referencias a la naturaleza. Ahora, nosotros estamos tan dispuestos a apreciar la naturaleza de por sí, sin referencia a Dios, que nos es fácil leer estos capítulos y pensar que es simplemente un catálogo de criaturas para despertar nuestra admiración a los fenómenos naturales. Por eso, muchos leemos el discurso de Jehová acá sin reconocer su verdadero propósito: por medio de la naturaleza describe la justicia de Jehová. En su justicia, Jehová:
1) Pone límite a las fuerzas destructoras de la naturaleza: ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí
sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas? (Job 38:8-11)
2) Provee lo necesario para sostener la vida: ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba? (Job 38:25-27)
3) Pone en orden las estaciones y los años: ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra? (Job 38:32-33)
4) Hace llegar su provisión aún a los más alejados de la civilización humana: ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos, cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar? ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida? (Job 38:39-41)
5) Hace que el mundo natural aún supera los logros de la civilización humana: (Hablando del avestruz) desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta, y olvida que el pie los puede pisar, y que puede quebrarlos la bestia del campo. Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano; porque le privó Dios de sabiduría, y no le dio inteligencia (Job 39:14-17). Por cierto el avestruz es un animal bobo; no se compara con el cariño y la atención que los seres humanos damos a nuestros hijos. Pero: Luego que se levanta en alto, se burla del caballo y de su jinete (Job 39:18). Por lo que le excedemos en inteligencia, ¡nos excede en velocidad! Y todas estas capacidades son regaladas por el Creador.
Aunque Job es justo, su justicia es relativa. No se compara con la justicia de Jehová revelada en su dominio glorioso sobre la creación. ¿Lo reconocerá Job para arrepentirse de su soberbia? Veremos en la próxima lectura.
Primero que todo, Jehová da su juicio sorprendente a los discursos de Job: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? (Job 38:2) Si ya hemos leído el último capítulo del libro, estamos listos a criticar las palabras de Elifaz, Bildad y Zofar o a quejarnos de Eliú por haber hablado tanto… pero Jehová reprende primero al que ha sufrido más, al que ha hablado en dolor, al que sufrió sin haber pecado. (Nadie se escapará de su juicio, no importa cuánto ha sufrido.) Y le acusa de oscurecer el consejo, de confundir, de hacer desviar a los oyentes del camino de la sabiduría. ¡Palabras de perversidad son las de Job!
¿En qué han fallado las palabras de Job? Nos cuenta en la próxima lectura: ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? (Job 40:8) Se confió Job tanto en su propia justicia, se exaltó en su rectitud tanto que denigró la justicia de Jehová. Como un ejemplo de muchos, lee su retrato de la intencionalidad de Jehová en hacerle mal: Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo caer. Próspero estaba, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo… (Job 16:11-12) ¿Cómo reaccionó Job? En justicia ejemplar, aún extrema: Cosí cilicio sobre mi piel, y puse mi cabeza en el polvo. Mi rostro está inflamado con el lloro, y mis párpados entenebrecidos, a pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido mi oración pura (Job 16:15-17). ¿Quién parece más justo en este retrato? Job. Y así ha oscurecido Job el consejo con palabras sin sabiduría.
Pero el intentar a hacer que la justicia de uno igualara o sobrepasara a la de Jehová tiene otro nombre también: es la soberbia. Por eso, Jehová responde a los discursos de Job por humillarlo, por hacerle sentir su incapacidad e impotencia: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás. ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia (Job 38:2-4). Pero la intención de Jehová no es simplemente humillarle a Job sino hacerle sentir su incapacidad para que vea algo mucho más grande, para que vea la gloria de Jehová.
Y le comunica su gloria por medio de las referencias a la naturaleza. Ahora, nosotros estamos tan dispuestos a apreciar la naturaleza de por sí, sin referencia a Dios, que nos es fácil leer estos capítulos y pensar que es simplemente un catálogo de criaturas para despertar nuestra admiración a los fenómenos naturales. Por eso, muchos leemos el discurso de Jehová acá sin reconocer su verdadero propósito: por medio de la naturaleza describe la justicia de Jehová. En su justicia, Jehová:
1) Pone límite a las fuerzas destructoras de la naturaleza: ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí
sobre él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas? (Job 38:8-11)
2) Provee lo necesario para sostener la vida: ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos, haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre, para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer brotar la tierna hierba? (Job 38:25-27)
3) Pone en orden las estaciones y los años: ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra? (Job 38:32-33)
4) Hace llegar su provisión aún a los más alejados de la civilización humana: ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos, cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar? ¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida? (Job 38:39-41)
5) Hace que el mundo natural aún supera los logros de la civilización humana: (Hablando del avestruz) desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta, y olvida que el pie los puede pisar, y que puede quebrarlos la bestia del campo. Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano; porque le privó Dios de sabiduría, y no le dio inteligencia (Job 39:14-17). Por cierto el avestruz es un animal bobo; no se compara con el cariño y la atención que los seres humanos damos a nuestros hijos. Pero: Luego que se levanta en alto, se burla del caballo y de su jinete (Job 39:18). Por lo que le excedemos en inteligencia, ¡nos excede en velocidad! Y todas estas capacidades son regaladas por el Creador.
Aunque Job es justo, su justicia es relativa. No se compara con la justicia de Jehová revelada en su dominio glorioso sobre la creación. ¿Lo reconocerá Job para arrepentirse de su soberbia? Veremos en la próxima lectura.