Josué 1 - 4 y Salmo 114
¡Qué diferencia tan grande existe entre la primera tentativa de entrar la tierra prometida en Números 13 – 14 y la segunda en Josué 2 – 4!
En la primera tentativa, el testimonio de los espías sembró temor en Israel; en la segunda, siembra confianza. Son los cananeos los que temen ahora: Dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros (Josué 2:24).
En la primera, se preguntaron: ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? (Números 14:3) Esta vez, todos marchan adelante, siguiendo el paso abierto milagrosamente en el río Jordán por la Presencia de Jehová.
La primera tentativa terminó en rebelión contra Moisés y Aarón. En la segunda, los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés le dicen a Josué: Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente (Josué 1:18).
En la primera, el nombre Horma representa la vergüenza de la derrota y la prohibición de entrada por su rebelión. Después de la segunda, Gilgal tiene un monumento de 12 piedras sacadas del camino en seco del río Jordán, un testimonio de las 12 tribus del poder de Jehová (Josué 4:24).
¡Qué diferencia obran 40 años de disciplina en el desierto, la disciplina que da el fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados! (Hebreos 12:11)
También hay otro evento sorprendente, la conversión de una cananea. La ramera Rahab no sólo protege la vida de los espías sino que declara su fe en Jehová y se entrega a su protección: Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre (Josué 2:11-12).
Su fe es de la misma clase que la de las hijas de Zelofehad en Números 27. Acuérdese que ellas pidieron la heredad de su padre cuando los israelitas no habían ganado ni un centímetro de la tierra prometida; la pidieron por fe en el cumplimiento futuro de las promesas de Jehová. Rahab busca refugio en Jehová del juicio futuro que va a consumir su ciudad aunque ninguna flecha se ha tirado contra ella, ni los israelitas han pasado el río que se ha desbordado sus orillas. O por la recepción de sus promesas o la protección de su juicio, esas mujeres ejercen la fe en la palabra de Jehová y son premiadas. ¡Qué ejemplos edificantes a diferencia de Números 13 – 14!
En la primera tentativa, el testimonio de los espías sembró temor en Israel; en la segunda, siembra confianza. Son los cananeos los que temen ahora: Dijeron a Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y también todos los moradores del país desmayan delante de nosotros (Josué 2:24).
En la primera, se preguntaron: ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? (Números 14:3) Esta vez, todos marchan adelante, siguiendo el paso abierto milagrosamente en el río Jordán por la Presencia de Jehová.
La primera tentativa terminó en rebelión contra Moisés y Aarón. En la segunda, los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés le dicen a Josué: Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente (Josué 1:18).
En la primera, el nombre Horma representa la vergüenza de la derrota y la prohibición de entrada por su rebelión. Después de la segunda, Gilgal tiene un monumento de 12 piedras sacadas del camino en seco del río Jordán, un testimonio de las 12 tribus del poder de Jehová (Josué 4:24).
¡Qué diferencia obran 40 años de disciplina en el desierto, la disciplina que da el fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados! (Hebreos 12:11)
También hay otro evento sorprendente, la conversión de una cananea. La ramera Rahab no sólo protege la vida de los espías sino que declara su fe en Jehová y se entrega a su protección: Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre (Josué 2:11-12).
Su fe es de la misma clase que la de las hijas de Zelofehad en Números 27. Acuérdese que ellas pidieron la heredad de su padre cuando los israelitas no habían ganado ni un centímetro de la tierra prometida; la pidieron por fe en el cumplimiento futuro de las promesas de Jehová. Rahab busca refugio en Jehová del juicio futuro que va a consumir su ciudad aunque ninguna flecha se ha tirado contra ella, ni los israelitas han pasado el río que se ha desbordado sus orillas. O por la recepción de sus promesas o la protección de su juicio, esas mujeres ejercen la fe en la palabra de Jehová y son premiadas. ¡Qué ejemplos edificantes a diferencia de Números 13 – 14!