Juan 1 - 3
En resumen:
En los primeros tres capítulos de su evangelio, Juan nos revela la identidad de Jesucristo y nos llama a confiar en él por la vida eterna.
En los primeros tres capítulos de su evangelio, Juan nos revela la identidad de Jesucristo y nos llama a confiar en él por la vida eterna.
En más detalle:
El evangelio de Juan nos cuenta: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:9-12). Por eso, dos temas principales que encontramos en Juan 1 – 3 (y en el resto del evangelio) son la revelación de la identidad de Jesucristo y el llamado de creer en él por vida eterna.
En estos tres primeros capítulos tenemos casi un desfile de personas que dan testimonio acerca de Jesucristo. Empieza con el mismo apóstol Juan: Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Juan 1:17). Luego testifica Juan el bautista: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Andrés le cuenta a su hermano Simón Pedro: Hemos hallado al Mesías (Juan 1:41), y Felipe le dice a Natanael: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret (Juan 1:45).
Mientras ellos testifican de Jesucristo, sus milagros lo revelan también. Por eso Juan los llama “señales”: Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron el él (Juan 2:11). Y aun aquí temprano en su ministerio se hace referencia al milagro más glorioso que va a revelar su identidad: Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo (Juan 2:18-21).
Todos estos testimonios y milagros son dirigidos al fin de que el lector (u oyente) crea en él. Esta fe no es fácil; Nicodemo, un maestro de Israel, no la alcanza en esta lectura. Pero Jesús insiste en esta fe y subraya la urgencia en creer: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Juan 3:16-17). El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36).
El evangelio de Juan nos cuenta: Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (Juan 1:9-12). Por eso, dos temas principales que encontramos en Juan 1 – 3 (y en el resto del evangelio) son la revelación de la identidad de Jesucristo y el llamado de creer en él por vida eterna.
En estos tres primeros capítulos tenemos casi un desfile de personas que dan testimonio acerca de Jesucristo. Empieza con el mismo apóstol Juan: Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Juan 1:17). Luego testifica Juan el bautista: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Andrés le cuenta a su hermano Simón Pedro: Hemos hallado al Mesías (Juan 1:41), y Felipe le dice a Natanael: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret (Juan 1:45).
Mientras ellos testifican de Jesucristo, sus milagros lo revelan también. Por eso Juan los llama “señales”: Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron el él (Juan 2:11). Y aun aquí temprano en su ministerio se hace referencia al milagro más glorioso que va a revelar su identidad: Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo (Juan 2:18-21).
Todos estos testimonios y milagros son dirigidos al fin de que el lector (u oyente) crea en él. Esta fe no es fácil; Nicodemo, un maestro de Israel, no la alcanza en esta lectura. Pero Jesús insiste en esta fe y subraya la urgencia en creer: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Juan 3:16-17). El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36).
Citas de otros autores:
Juan 2:1-11 - Seguramente es significativo que esta revelación de la gloria de Dios en Jesús no consiste en una manifestación espectacular de poder sino en una obra calmada, entre bastidores que no fue notado por muchos y que impactó solamente a unos pocos… Es en la humanidad de Jesús que revela la gloria de Dios.
(De Andreas J. Kostenberger, John. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2004, pág. 99)
Juan 3:27-32 - El boxeador famoso Muhammed Ali dijo: Es difícil ser humilde cuando eres tan grande como yo. También dijo: La gente humilde, he encontrado, no progresa mucho.
Vemos el opuesto de esa soberbia en Juan el bautista en Juan 3. La diferencia de perspectiva entre Juan y Ali se radica en dos realidades: Juan conoce a Jesús y reconoce el papel que Jesús tiene en el plan de Dios.
De estas realidades, propongo dos observaciones sobre la verdadera humildad:
1) La verdadera humildad se deriva de conocer a Jesús, el que es la verdadera grandeza.
2) La verdadera humildad se deriva de reconocer el papel que tiene Jesús en el plan de Dios.
Dos aplicaciones: el conocer la grandeza de Jesús y el papel que tiene nos guardan del pensamiento que somos nosotros el Salvador del mundo, y nos ayudan a identificar nuestro papel y nuestros límites.
De lo que dice Juan el bautista en Juan 3:27-33, vemos 15 observaciones que lo mantuvieron humilde:
1. Lo que no se puede hacer: No puede el hombre recibir nada (Juan 3:27a).
2. De dónde vienen los regalos: Si no le fuere dado del cielo (Juan 3:27b).
3. Su propia identidad: Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo (Juan 3:28a).
4. Su propio papel: Sino que soy enviado delante de él (Juan 3:28b).
5. La identidad de Jesús: El que tiene la esposa, es el esposo (Juan 3:29a).
6. Su relación con Jesús: Mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye (Juan 3:29b).
7. Cómo responder a Jesús: Se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido (Juan 3:29c).
8. Lo que tiene que pasar: Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe (Juan 3:30).
9. De dónde viene Jesús: El que de arriba viene (Juan 3:31a).
10. El lugar que Jesús ocupa: Es sobre todos… El que viene del cielo, es sobre todos (Juan 3:31b, e).
11. Su propio origen: El que es de la tierra, es terrenal (Juan 3:31c).
12. Su propio hablar: Y cosas terrenales habla (Juan 3:31d).
13. El hablar de Jesús: Y lo que vio y oyó, esto testifica (Juan 3:32a).
14. Cómo rechazan a Jesús: Y nadie recibe su testimonio (Juan 3:32b).
15. El significado de recibir el testimonio de Jesús: El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (Juan 3:33).
La soberbia viene por pensar elevadamente sobre nosotros mismos. Al reconocer que él mismo no es el Mesías, Juan el bautista ha aceptado el hecho de que no es el rey de Israel, no es el campeón de Israel, no es el salvador de Israel. Juan reconoce quién es y quién no es. También reconoce su propósito. Vino para preparar lugar para Jesús. Juan se da cuenta de su origen. Es de la tierra, no del cielo. Juan sabe que no tiene nada que no ha recibido (1 Corintios 4:7), y que todo lo que ha recibido ha venido como don de Dios (Juan 3:27).
Una razón por la cual no somos humildes es que no hemos experimentado la grandeza. No hemos experimentado la majestad. Entonces en nuestra ignorancia y falta de experiencia empezamos a pensar que somos más grandes e importantes que lo que en realidad somos. Esto no le pasa a Juan el bautista porque él ha experimentado la grandeza, la majestad, la autoridad y la incomparabilidad en la Persona de Jesucristo. Juan sabe que Jesús es el Esposo (Juan 3:29) que viene de arriba, esto es, el cielo (Juan 3:31).
Una manifestación de nuestra soberbia es el asumir que vamos a tener éxito donde otros han fallado. ¿Qué le prohíbe a Juan que piense así? Sabe que nunca se ha levantado otro testigo como Jesús, pero: Nadie recibe su testimonio (Juan 3:32). Nadie tiene una percepción mejor de la realidad que Jesús. Nadie tiene mejor derecho a que le presten atención que Jesús. Nadie pudo comunicarse más claramente que Jesús. Y su testimonio no fue recibido.
¿Qué espera usted que vaya a pasar a su propio testimonio? ¿Qué nos hace pensar que vamos a tener más éxito que Jesús?
No podemos recibir lo que no nos ha sido dado. No somos el Mesías. No somos del cielo sino de la tierra. No somos el Salvador del mundo. Fuimos creados para reflejar la gloria de la imagen del Dios invisible. Fuimos creados para Jesús, no al revés. Por eso debemos sentir lo que Juan describe sobre sí mismo y Jesús en Juan 3:30: Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
(De Hamilton, James. He Must Increase, but I Must Decrease. Sermón predicado en Kenwood Baptist Church el 27 de octubre del 2013.)
Juan 2:1-11 - Seguramente es significativo que esta revelación de la gloria de Dios en Jesús no consiste en una manifestación espectacular de poder sino en una obra calmada, entre bastidores que no fue notado por muchos y que impactó solamente a unos pocos… Es en la humanidad de Jesús que revela la gloria de Dios.
(De Andreas J. Kostenberger, John. Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2004, pág. 99)
Juan 3:27-32 - El boxeador famoso Muhammed Ali dijo: Es difícil ser humilde cuando eres tan grande como yo. También dijo: La gente humilde, he encontrado, no progresa mucho.
Vemos el opuesto de esa soberbia en Juan el bautista en Juan 3. La diferencia de perspectiva entre Juan y Ali se radica en dos realidades: Juan conoce a Jesús y reconoce el papel que Jesús tiene en el plan de Dios.
De estas realidades, propongo dos observaciones sobre la verdadera humildad:
1) La verdadera humildad se deriva de conocer a Jesús, el que es la verdadera grandeza.
2) La verdadera humildad se deriva de reconocer el papel que tiene Jesús en el plan de Dios.
Dos aplicaciones: el conocer la grandeza de Jesús y el papel que tiene nos guardan del pensamiento que somos nosotros el Salvador del mundo, y nos ayudan a identificar nuestro papel y nuestros límites.
De lo que dice Juan el bautista en Juan 3:27-33, vemos 15 observaciones que lo mantuvieron humilde:
1. Lo que no se puede hacer: No puede el hombre recibir nada (Juan 3:27a).
2. De dónde vienen los regalos: Si no le fuere dado del cielo (Juan 3:27b).
3. Su propia identidad: Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo (Juan 3:28a).
4. Su propio papel: Sino que soy enviado delante de él (Juan 3:28b).
5. La identidad de Jesús: El que tiene la esposa, es el esposo (Juan 3:29a).
6. Su relación con Jesús: Mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye (Juan 3:29b).
7. Cómo responder a Jesús: Se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido (Juan 3:29c).
8. Lo que tiene que pasar: Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe (Juan 3:30).
9. De dónde viene Jesús: El que de arriba viene (Juan 3:31a).
10. El lugar que Jesús ocupa: Es sobre todos… El que viene del cielo, es sobre todos (Juan 3:31b, e).
11. Su propio origen: El que es de la tierra, es terrenal (Juan 3:31c).
12. Su propio hablar: Y cosas terrenales habla (Juan 3:31d).
13. El hablar de Jesús: Y lo que vio y oyó, esto testifica (Juan 3:32a).
14. Cómo rechazan a Jesús: Y nadie recibe su testimonio (Juan 3:32b).
15. El significado de recibir el testimonio de Jesús: El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (Juan 3:33).
La soberbia viene por pensar elevadamente sobre nosotros mismos. Al reconocer que él mismo no es el Mesías, Juan el bautista ha aceptado el hecho de que no es el rey de Israel, no es el campeón de Israel, no es el salvador de Israel. Juan reconoce quién es y quién no es. También reconoce su propósito. Vino para preparar lugar para Jesús. Juan se da cuenta de su origen. Es de la tierra, no del cielo. Juan sabe que no tiene nada que no ha recibido (1 Corintios 4:7), y que todo lo que ha recibido ha venido como don de Dios (Juan 3:27).
Una razón por la cual no somos humildes es que no hemos experimentado la grandeza. No hemos experimentado la majestad. Entonces en nuestra ignorancia y falta de experiencia empezamos a pensar que somos más grandes e importantes que lo que en realidad somos. Esto no le pasa a Juan el bautista porque él ha experimentado la grandeza, la majestad, la autoridad y la incomparabilidad en la Persona de Jesucristo. Juan sabe que Jesús es el Esposo (Juan 3:29) que viene de arriba, esto es, el cielo (Juan 3:31).
Una manifestación de nuestra soberbia es el asumir que vamos a tener éxito donde otros han fallado. ¿Qué le prohíbe a Juan que piense así? Sabe que nunca se ha levantado otro testigo como Jesús, pero: Nadie recibe su testimonio (Juan 3:32). Nadie tiene una percepción mejor de la realidad que Jesús. Nadie tiene mejor derecho a que le presten atención que Jesús. Nadie pudo comunicarse más claramente que Jesús. Y su testimonio no fue recibido.
¿Qué espera usted que vaya a pasar a su propio testimonio? ¿Qué nos hace pensar que vamos a tener más éxito que Jesús?
No podemos recibir lo que no nos ha sido dado. No somos el Mesías. No somos del cielo sino de la tierra. No somos el Salvador del mundo. Fuimos creados para reflejar la gloria de la imagen del Dios invisible. Fuimos creados para Jesús, no al revés. Por eso debemos sentir lo que Juan describe sobre sí mismo y Jesús en Juan 3:30: Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
(De Hamilton, James. He Must Increase, but I Must Decrease. Sermón predicado en Kenwood Baptist Church el 27 de octubre del 2013.)