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Juan 17 - 19


En resumen:
         De la paz de la intercesión de Jesucristo en oración por sus discípulos, los eventos corren rápidamente a su crucifixión y su muerte.

En más detalle:
         Si entendemos la rotación de temas descrita en la lectura ayer sobre Juan 13 – 16, es más fácil entender la oración de Jesús en Juan 17.
         Note los temas principales de su oración:
         1) la unión entre el Padre y el Hijo y su glorificación mutua (Juan 17:1-5);
         2) que los discípulos, los que reconocen la unión entre el Padre y el Hijo, los glorifiquen también
(Juan 17:6-10);
         3) Entonces vuelve al tema de la unión: que el Padre guarde a los discípulos para que reflejen la unión entre el Padre y el Hijo (Juan 17:11-12);
         4) que sean santificados, guardados como instrumentos escogidos del Padre y del Hijo en el mundo que no los reconoce, en el mundo donde son enviados (Juan 17:13-19).
         Luego, cuando Jesús ora por sus discípulos futuros en la última parte del capítulo (Juan 17:20), no nos sorprende que vuelva a orar de los mismos temas:
         1)  Hace referencia otra vez a la unión entre el Padre y el Hijo (Juan 17:21, 22).
         2)  Desea que los discípulos los glorifiquen y aún participen en esta unión (Juan 17:21, 23, 26).
         3)  Desea que el Padre los guarde en unidad (Juan 17:21-23),
         4)  y que sean santificados en el mundo, especialmente por ser la reflexión del amor que hay entre Padre e Hijo (Juan 17:24-26).
         Ahora que entendemos la estructura de la oración en Juan 17 y de la enseñanza en la lectura anterior (Juan 13 – 16), ¡tenemos mucho en que meditar!  Si estos temas son las prioridades en la oración de Jesús, deben ser nuestras prioridades en la oración y en nuestro diario vivir también:
         1) la alabanza y la adoración al Padre y al Hijo por la unión entre ellos;
         2) el profundo agradecimiento por poder participar en esta unión por la crucifixión de Jesucristo y por el Espíritu Santo que nos envió;
         3) que oremos a Dios que guarde la unidad con nuestros hermanos en Cristo Jesús, y que sea un reflejo del amor que existe entre el Padre y el Hijo;
         4) que andemos santificados en este mundo que nos malentiende y nos persigue, instrumentos escogidos para demostrar el amor a nuestros hermanos en Cristo Jesús y al mundo que necesita el mensaje de la salvación.
         Al orar esta semana, permitamos que estas prioridades en la oración de Jesús transformen las nuestras.  Que adoremos al Padre y al Hijo por la unión y el amor mutuo que hay entre ellos.  Que oremos y pongamos en práctica este amor con nuestros hermanos, un amor único que el mundo no conoce y no puede reflejar.  Me entusiasmo a pensar cómo Dios nos puede transformar a nosotros y nuestras iglesias si oramos de acuerdo con su palabra en Juan 13 – 17.
         Pero la paz en el tiempo de la oración cambia dentro de poco cuando Jesús es arrestado (Juan 18:1-3).  De todas maneras, Jesús muestra evidencia de su autoridad: Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?  Le respondieron: A Jesús nazareno.  Jesús les dijo: Yo soy…  Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra (Juan 18:4-5, 6).  Señala la injusticia del proceso contra él (Juan 18:19-23) y le testifica de la verdad a Pilato (Juan 18:36-37).  Aun después de ser azotado, revela que todo va de acuerdo con el dominio y el juicio del Padre: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene (Juan 19:11).  No lo hace para evitar la crucifixión sino para testificar de la oposición de sus enemigos a la justicia del Padre y de la salvación en los eventos por suceder.
         En la crucifixión de Jesús, note que hasta los detalles cumplen la voluntad del Padre revelada en la Sagrada Escritura (Juan 19:24, 28, 30, 31-36, 37).  Note también el énfasis de Juan en que su muerte fue una muerte verdadera y corporal y su entierro uno verdadero y corporal: Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.  Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis (Juan 19:34-35).  Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos (Juan 19:40). 
Al narrar los hechos, Juan contesta una doctrina falsa que ha surgido en algunas iglesias según sus cartas: En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (1 Juan 4:2-3).  Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne.  Quien esto hace es el engañador y el anticristo (2 Juan 7).  Como veremos en la lectura mañana, estos detalles nos preparan por creer que su resurrección fue corporal también.
         Y esta fe guardamos los cristianos en unidad con el Padre y el Hijo de acuerdo con la oración de Juan 17.  Nuestra unidad con el Padre y el Hijo, el ministerio de su Espíritu Santo, el amor entre los creyentes y nuestra santificación en un mundo que no reconoce a Dios se basa completamente en la crucifixión corporal y la resurrección corporal de Jesucristo.  Por eso entendemos que dos temas principales del evangelio de Juan son la identificación de Jesucristo y la presentación de la centralidad de su crucifixión y su resurrección.  Toda nuestra relación con Dios depende de estos hechos.
Todas las citas bíblicas son de la
Biblia Reina Valera Revisada 1960
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