Jueces 4 - 5 y Salmo 83
En resumen:
Leemos hoy de la salvación que obró Jehová por medio de Débora, Barac y Jael. Abajo vemos en más detalle algunas características comunes entre ellos y los primeros tres jueces del capítulo anterior.
Leemos hoy de la salvación que obró Jehová por medio de Débora, Barac y Jael. Abajo vemos en más detalle algunas características comunes entre ellos y los primeros tres jueces del capítulo anterior.
En más detalle:
Hoy vamos a ver en movimiento la disciplina de Jehová a su pueblo descrito ayer en Jueces 2:14 – 3:6. Porque son semejantes a Débora, Barac y Jael, vamos a incluir con ellos los jueces Otoniel, Aod y Samgar de la lectura ayer en nuestras observaciones.
Primero, acuérdese de la disciplina de Jehová de que leímos ayer. Él manda la opresión extranjera en disciplina a Israel. La vemos en frases como: La ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia (Jueces 3:8); Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel (Jueces 3:12) y: Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor (Jueces 4:2). Note que muchas veces las fuerzas opresoras son encabezadas por una persona: Cusan-risataim (que significa“Cusan, doble malvado” en el hebreo), Eglón (“pequeño becerro”) y Sísara, el capitán del ejército cananeo. Pero sobre todos ellos, no hay duda quién está en control del castigo que reciben los israelitas, y no se lo da injustamente: Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7). Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (Jueces 3:12; 4:1). Note también que el tiempo de la opresión se hace más largo con cada vuelta del ciclo: Sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años (Jueces 3:8); sirvieron los hijos de Israel a Eglón rey de los moabitas dieciocho años (Jueces 3:14); [Sísara] había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años (Jueces 4:3).
Segundo, claman los hijos de Israel a Jehová (Jueces 3:9, 15; 4:3). Llegan al punto de desesperación en que reconocen que no hay salvación en sus queridos Baal y Asera. Y como Jehová les prometió a los israelitas en versículos como Levítico 26:40-42, si ellos confiesan su iniquidad, se humillan su corazón incircunciso y reconocen su pecado: Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra (Levítico 26:42).
Tercero, Jehová levanta a un libertador a los hijos de Israel y los libra (Jueces 3:9, 15; 4:6). Como la opresión extranjera es encabezada muchas veces por una persona, la liberación por Jehová también es encabezada por uno: Otoniel, Aod, Samgar y Barac en los primeros cinco capítulos. Con la excepción de Otoniel, no sabemos nada de ellos antes de que sean escogidos por Jehová por su obra de la liberación; no hay nada en ellos que de antemano indicarían que serían jueces de Israel. Note también que en muchas ocasiones, la liberación viene por medio de un instrumento inesperado: el puñal de dos filos hecho por Aod, la aguijada de bueyes de Samgar y la estaca y el mazo de Jael, la mujer que mató a Sísara. Así demuestra que no es por linaje real ni alta tecnología ni destreza militar sino por la Presencia de Jehová que, por medio de lo humilde, común y no reconocido, salva a su pueblo.
No quiere decir que otros no participen en la salvación; note la importancia de las mujeres en estos relatos, por ejemplo. Acsa, la esposa de Otoniel, se baja de su asno por respeto a la autoridad de su padre Caleb y le pide el favor de fuentes de agua para el sustento de su heredad (Josué 15:16-19; Jueces 1:12-15). Débora le profetiza el mensaje de Jehová a Barac para la liberación de Israel de Sísara y le alaba a Jehová en cántico por la victoria. Y aunque Barac dirigió al ejército que venció a Sísara, fue Jael, una mujer, que negó la paz que había entre el rey de los cananeos y su esposo y ganó la fama por matar al que afligía a Israel. Igual como los hombres, estas mujeres sirven de ejemplo de cómo confiar en las promesas de Jehová, animar a los demás a la fe en él y cómo negar a los enemigos de Jehová al identificarse con Él.
Cuarto, note que se termina la disciplina con la paz y el refrigerio: Reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz (Jueces 3:11). Reposó la tierra ochenta años (Jueces 3:30). La tierra reposó cuarenta años (Jueces 5:31). Después de la disciplina siempre hay un tiempo largo para disfrutar la relación restablecida entre Jehová y su pueblo.
Parte de la restauración probablemente incluye cánticos como el de Débora en Jueces 5. Note que se dirige a todo el pueblo, incluyendo a todos los que tienen autoridad, a la alabanza a Jehová por su liberación (Jueces 5:2-3, 9). Cuenta la liberación primero que todo como obra de Jehová (Jueces 5:4-5); el ejército y su triunfo se identifican con él (Jueces 5:11, 13). Cuenta la participación de los principales (Jueces 5:13-15, 18)… igual que la falta de participación de los temerosos (Jueces 5:15-17, 23). Alaba en particular el valor de Jael (Jueces 5:24-27) en contraste con otra mujer, la madre de Sísara, que habrá aprobado las crueldades y las opresiones de su hijo y que llegará la sorpresa de su muerte justa (Jueces 5:28-30). Sobre todo, es una celebración del ejercicio de la justicia de Jehová sobre la tierra: Así perezcan todos sus enemigos, oh Jehová; mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza (Jueces 5:31).
Antes de continuar la lectura mañana, que pausemos también para dar gracias a Jehová por el fruto de la justicia que produce su disciplina: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado (Hebreos 12:11-13). Y cantad alabanzas en agradecimiento por Jehová y la gracia que nos manifiesta en su disciplina.
Hoy vamos a ver en movimiento la disciplina de Jehová a su pueblo descrito ayer en Jueces 2:14 – 3:6. Porque son semejantes a Débora, Barac y Jael, vamos a incluir con ellos los jueces Otoniel, Aod y Samgar de la lectura ayer en nuestras observaciones.
Primero, acuérdese de la disciplina de Jehová de que leímos ayer. Él manda la opresión extranjera en disciplina a Israel. La vemos en frases como: La ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia (Jueces 3:8); Jehová fortaleció a Eglón rey de Moab contra Israel (Jueces 3:12) y: Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor (Jueces 4:2). Note que muchas veces las fuerzas opresoras son encabezadas por una persona: Cusan-risataim (que significa“Cusan, doble malvado” en el hebreo), Eglón (“pequeño becerro”) y Sísara, el capitán del ejército cananeo. Pero sobre todos ellos, no hay duda quién está en control del castigo que reciben los israelitas, y no se lo da injustamente: Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo ante los ojos de Jehová, y olvidaron a Jehová su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera (Jueces 3:7). Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová (Jueces 3:12; 4:1). Note también que el tiempo de la opresión se hace más largo con cada vuelta del ciclo: Sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años (Jueces 3:8); sirvieron los hijos de Israel a Eglón rey de los moabitas dieciocho años (Jueces 3:14); [Sísara] había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años (Jueces 4:3).
Segundo, claman los hijos de Israel a Jehová (Jueces 3:9, 15; 4:3). Llegan al punto de desesperación en que reconocen que no hay salvación en sus queridos Baal y Asera. Y como Jehová les prometió a los israelitas en versículos como Levítico 26:40-42, si ellos confiesan su iniquidad, se humillan su corazón incircunciso y reconocen su pecado: Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra (Levítico 26:42).
Tercero, Jehová levanta a un libertador a los hijos de Israel y los libra (Jueces 3:9, 15; 4:6). Como la opresión extranjera es encabezada muchas veces por una persona, la liberación por Jehová también es encabezada por uno: Otoniel, Aod, Samgar y Barac en los primeros cinco capítulos. Con la excepción de Otoniel, no sabemos nada de ellos antes de que sean escogidos por Jehová por su obra de la liberación; no hay nada en ellos que de antemano indicarían que serían jueces de Israel. Note también que en muchas ocasiones, la liberación viene por medio de un instrumento inesperado: el puñal de dos filos hecho por Aod, la aguijada de bueyes de Samgar y la estaca y el mazo de Jael, la mujer que mató a Sísara. Así demuestra que no es por linaje real ni alta tecnología ni destreza militar sino por la Presencia de Jehová que, por medio de lo humilde, común y no reconocido, salva a su pueblo.
No quiere decir que otros no participen en la salvación; note la importancia de las mujeres en estos relatos, por ejemplo. Acsa, la esposa de Otoniel, se baja de su asno por respeto a la autoridad de su padre Caleb y le pide el favor de fuentes de agua para el sustento de su heredad (Josué 15:16-19; Jueces 1:12-15). Débora le profetiza el mensaje de Jehová a Barac para la liberación de Israel de Sísara y le alaba a Jehová en cántico por la victoria. Y aunque Barac dirigió al ejército que venció a Sísara, fue Jael, una mujer, que negó la paz que había entre el rey de los cananeos y su esposo y ganó la fama por matar al que afligía a Israel. Igual como los hombres, estas mujeres sirven de ejemplo de cómo confiar en las promesas de Jehová, animar a los demás a la fe en él y cómo negar a los enemigos de Jehová al identificarse con Él.
Cuarto, note que se termina la disciplina con la paz y el refrigerio: Reposó la tierra cuarenta años; y murió Otoniel hijo de Cenaz (Jueces 3:11). Reposó la tierra ochenta años (Jueces 3:30). La tierra reposó cuarenta años (Jueces 5:31). Después de la disciplina siempre hay un tiempo largo para disfrutar la relación restablecida entre Jehová y su pueblo.
Parte de la restauración probablemente incluye cánticos como el de Débora en Jueces 5. Note que se dirige a todo el pueblo, incluyendo a todos los que tienen autoridad, a la alabanza a Jehová por su liberación (Jueces 5:2-3, 9). Cuenta la liberación primero que todo como obra de Jehová (Jueces 5:4-5); el ejército y su triunfo se identifican con él (Jueces 5:11, 13). Cuenta la participación de los principales (Jueces 5:13-15, 18)… igual que la falta de participación de los temerosos (Jueces 5:15-17, 23). Alaba en particular el valor de Jael (Jueces 5:24-27) en contraste con otra mujer, la madre de Sísara, que habrá aprobado las crueldades y las opresiones de su hijo y que llegará la sorpresa de su muerte justa (Jueces 5:28-30). Sobre todo, es una celebración del ejercicio de la justicia de Jehová sobre la tierra: Así perezcan todos sus enemigos, oh Jehová; mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza (Jueces 5:31).
Antes de continuar la lectura mañana, que pausemos también para dar gracias a Jehová por el fruto de la justicia que produce su disciplina: Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado (Hebreos 12:11-13). Y cantad alabanzas en agradecimiento por Jehová y la gracia que nos manifiesta en su disciplina.