Jueces 9 - 12 y Salmo 70
La degeneración de Israel se pone en evidencia aún más en la lectura de hoy cuando Abimelec levanta la primera rebelión exitosa en Israel (acuérdese que Jehová apagó la rebelión de Coré en Números 16).
El apóstol Pablo dice: Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gálatas 6:7-8). En la lectura ayer sobre Gedeón notamos como sembró para la carne en levantar una política dirigida por intereses personales y “bendecida” por una espiritualidad superficial. Hoy esa política da el fruto de Abimelec, uno que levanta una política de intereses personales apoyada en la violencia descarada y que descarta por completo la religión. (Como un reflejo de cuán alejados están los israelitas del Dios del pacto, note cómo el nombre “Jehová” ni aparece en todo Jueces 9).
Con Abimelec hay algunos elementos en común con los jueces anteriores: la parábola de Jotam en Jueces 9:7-21 sirve como profecía para reprender a sus oyentes como el mensaje del profeta anónimo en Jueces 6:8-10. Una mujer inesperadamente tiene un papel central, por medio de un instrumento común y corriente, un pedazo de una rueda de molino (Jueces 9:53). Pero estos elementos no van en contra un opresor extranjero sino en contra Abimelec, un opresor israelita que sirve como el “antijuez”, un juez fraudulento que toma para sí mismo las características de un juez verdadero. La liberación tiene que venir esta vez contra uno que se ha surgido desde dentro de Israel.
Note en Jueces 10 que la lista de la idolatría de Israel se ha alargado: Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron (Jueces 10:6). Por eso la opresión de Israel se duplica y se alarga también: Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años (Jueces 10:8). Parece que esta opresión adicional motivó un arrepentimiento más profundo: Los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día. Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová (Jueces 10:15-16). Y Jehová responde en aún más gracia: Y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel (Jueces 10:16).
Jefté es nombrado para salvar a Israel de la opresión amonita. No hay ninguna revelación de Jehová para escogerlo como en el caso de Gedeón sino un acuerdo entre dos grupos que desean seguir sus propias agendas. Pero de todos modos: El Espíritu de Jehová vino sobre Jefté (Jueces 11:29); y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano (Jueces 11:32).
Pero note que hay sólo dos versículos dedicados a la victoria de Jefté y muchos más a su voto y la batalla contra Efraín en Jueces 12. La Biblia nos cuenta de la victoria de Jehová por su gracia y a la vez quiere que nos concentremos en esos otros eventos para caracterizar a Jefté y la piedad de su época.
Primero notamos el sacrificio de su única hija para cumplir un voto. ¿No había forma de cambiarlo? La palabra de Jehová nos dice: Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca (Números 30:2). Jefté lo reconoce: Le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme (Jueces 11:35). ¿Es ésta la lección del voto de Jefté, que cumplamos nuestros votos completamente, y mejor sería considerar bien nuestras promesas antes de decirlas?
Note que la ley también dice: No harás así [igual que los cananeos] a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses (Deuteronomio 12:31). Jehová no acepta el sacrificio de los seres humanos. En cambio, dice: Cuando alguno hiciere especial voto a Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo estimarás así: En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta; lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. Y si fuere mujer, la estimarás en treinta siclos (Levítico 27:2-4). La ley de Jehová enseña exactamente qué hacer con el voto de Jefté. Además, le anima al pueblo: Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio… entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio (Deuteronomio 17:8-9).
Y esto nos lleva a una pregunta más urgente: ¿dónde están los levitas en el libro de Jueces? ¡Qué raro es leer tanto sobre ellos desde Éxodo a Josué… y hasta este momento en Jueces, se han desaparecido! ¿Por qué no escuchamos su enseñanza de la ley, ni se nombra ni un sacerdote que ministra en el tabernáculo? ¿Puede ser que el ciclo espiritual de Israel en declive existe en parte por la falta de instrucción de los levitas de la palabra de Jehová? Opino que el silencio sobre los levitas es una indicación por qué se exhibe una falta de referencia a Jehová y su ley (como en el caso de Abimelec) o un conocimiento parcial de la ley (como Jefté que conoce bien la historia de la conquista al este del río Jordán pero no sabe las leyes sobre las personas, los votos y el dinero de redención). Por este conocimiento inadecuado de la palabra de Jehová, Jefté actúa más como un cananeo que un israelita al cumplir su voto. Y mientras las doncellas de Israel endechan a la hija de Jefté cuatro días en el año, deben lamentar por sí mismas y sus hijos futuros si esta ignorancia de su palabra continúa.
Segundo, note la violencia en crecimiento entre los israelitas. En Josué 22 vimos que dos grupos de israelitas con celo por la santidad de Jehová pudieron resolver una diferencia pacíficamente por la diplomacia. Una crisis parecida fue resuelta en Jueces 8:1-3, pero por una diplomacia basada en el orgullo y los intereses personales. Ahora Jefté prefiere responder al orgullo de Efraín con orgullo, y la lucha entre ellos produce muchos muertos israelitas más que la venganza de Abimelec.
La gracia de Jehová con Israel no se ha acabado, pero la degeneración espiritual de la nación se está acelerando.
El apóstol Pablo dice: Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gálatas 6:7-8). En la lectura ayer sobre Gedeón notamos como sembró para la carne en levantar una política dirigida por intereses personales y “bendecida” por una espiritualidad superficial. Hoy esa política da el fruto de Abimelec, uno que levanta una política de intereses personales apoyada en la violencia descarada y que descarta por completo la religión. (Como un reflejo de cuán alejados están los israelitas del Dios del pacto, note cómo el nombre “Jehová” ni aparece en todo Jueces 9).
Con Abimelec hay algunos elementos en común con los jueces anteriores: la parábola de Jotam en Jueces 9:7-21 sirve como profecía para reprender a sus oyentes como el mensaje del profeta anónimo en Jueces 6:8-10. Una mujer inesperadamente tiene un papel central, por medio de un instrumento común y corriente, un pedazo de una rueda de molino (Jueces 9:53). Pero estos elementos no van en contra un opresor extranjero sino en contra Abimelec, un opresor israelita que sirve como el “antijuez”, un juez fraudulento que toma para sí mismo las características de un juez verdadero. La liberación tiene que venir esta vez contra uno que se ha surgido desde dentro de Israel.
Note en Jueces 10 que la lista de la idolatría de Israel se ha alargado: Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron (Jueces 10:6). Por eso la opresión de Israel se duplica y se alarga también: Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años (Jueces 10:8). Parece que esta opresión adicional motivó un arrepentimiento más profundo: Los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día. Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron a Jehová (Jueces 10:15-16). Y Jehová responde en aún más gracia: Y él fue angustiado a causa de la aflicción de Israel (Jueces 10:16).
Jefté es nombrado para salvar a Israel de la opresión amonita. No hay ninguna revelación de Jehová para escogerlo como en el caso de Gedeón sino un acuerdo entre dos grupos que desean seguir sus propias agendas. Pero de todos modos: El Espíritu de Jehová vino sobre Jefté (Jueces 11:29); y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano (Jueces 11:32).
Pero note que hay sólo dos versículos dedicados a la victoria de Jefté y muchos más a su voto y la batalla contra Efraín en Jueces 12. La Biblia nos cuenta de la victoria de Jehová por su gracia y a la vez quiere que nos concentremos en esos otros eventos para caracterizar a Jefté y la piedad de su época.
Primero notamos el sacrificio de su única hija para cumplir un voto. ¿No había forma de cambiarlo? La palabra de Jehová nos dice: Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca (Números 30:2). Jefté lo reconoce: Le he dado palabra a Jehová, y no podré retractarme (Jueces 11:35). ¿Es ésta la lección del voto de Jefté, que cumplamos nuestros votos completamente, y mejor sería considerar bien nuestras promesas antes de decirlas?
Note que la ley también dice: No harás así [igual que los cananeos] a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses (Deuteronomio 12:31). Jehová no acepta el sacrificio de los seres humanos. En cambio, dice: Cuando alguno hiciere especial voto a Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo estimarás así: En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta; lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. Y si fuere mujer, la estimarás en treinta siclos (Levítico 27:2-4). La ley de Jehová enseña exactamente qué hacer con el voto de Jefté. Además, le anima al pueblo: Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio… entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere; y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio (Deuteronomio 17:8-9).
Y esto nos lleva a una pregunta más urgente: ¿dónde están los levitas en el libro de Jueces? ¡Qué raro es leer tanto sobre ellos desde Éxodo a Josué… y hasta este momento en Jueces, se han desaparecido! ¿Por qué no escuchamos su enseñanza de la ley, ni se nombra ni un sacerdote que ministra en el tabernáculo? ¿Puede ser que el ciclo espiritual de Israel en declive existe en parte por la falta de instrucción de los levitas de la palabra de Jehová? Opino que el silencio sobre los levitas es una indicación por qué se exhibe una falta de referencia a Jehová y su ley (como en el caso de Abimelec) o un conocimiento parcial de la ley (como Jefté que conoce bien la historia de la conquista al este del río Jordán pero no sabe las leyes sobre las personas, los votos y el dinero de redención). Por este conocimiento inadecuado de la palabra de Jehová, Jefté actúa más como un cananeo que un israelita al cumplir su voto. Y mientras las doncellas de Israel endechan a la hija de Jefté cuatro días en el año, deben lamentar por sí mismas y sus hijos futuros si esta ignorancia de su palabra continúa.
Segundo, note la violencia en crecimiento entre los israelitas. En Josué 22 vimos que dos grupos de israelitas con celo por la santidad de Jehová pudieron resolver una diferencia pacíficamente por la diplomacia. Una crisis parecida fue resuelta en Jueces 8:1-3, pero por una diplomacia basada en el orgullo y los intereses personales. Ahora Jefté prefiere responder al orgullo de Efraín con orgullo, y la lucha entre ellos produce muchos muertos israelitas más que la venganza de Abimelec.
La gracia de Jehová con Israel no se ha acabado, pero la degeneración espiritual de la nación se está acelerando.