La duodécima unidad de la Biblia:
Isaías profetiza a Judá y Jerusalén (Isaías 1 - 66)
Al terminar los libros de sabiduría, entramos los libros proféticos del Antiguo Testamento. Empezamos con el libro magisterial de Isaías, uno de gran influencia en todo el resto de la Biblia. Sus profecías y símbolos sirven de base para entender muchas otras profecías del Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento sólo los Salmos serán citados con más frecuencia.
Según el calendario, leemos todo el libro en tres semanas. Mientras lo lee, guarda en mente las observaciones siguientes:
1) Los eventos principales de la unidad: Isaías profetiza al reino de Judá y Jerusalén durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, una época clave para el pueblo de Jehová que incluye la victoria de los asirios sobre Israel y Samaria, la amenaza asiria a Jerusalén y el crecimiento del poder de los caldeos en Babilonia. Para recordar sus eventos principales, repase 2 Reyes 15:1-7, 25-38; 16:1 – 20:21 y 2 Crónicas 26 – 32.
2) Los atributos de Jehová que resaltan: Su santidad incomparable, su justicia y dominio sobre todas las naciones y su misericordia al remanente
3) La obra principal de Jehová: Juzga a su pueblo que rehúsa a confiar en Él; salva a su remanente fiel.
4) Los participantes principales: Isaías, Acaz, Ezequías y el siervo mesiánico de Jehová.
5) La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:5-6).
6) Observaciones clave: Note que el libro de Isaías (igual como otros libros de los profetas) es una colección de profecías. No sabemos el detallado trasfondo histórico de algunas de las profecías individuales.
No podemos seguir un hilo narrativo por algunas secciones del libro. Por eso, tenemos que considerar otra
estrategia de lectura cuando nos acercamos a Isaías. Podemos leerlos: 1) Pausadamente, concentrando en cada profecía de por sí. Esta opción nos permite digerir cada mensaje profético para apreciarlos en todas sus facetas… pero la lectura de Isaías será de varios meses y no de tres semanas; o 2) Rápidamente, perdiendo los detalles de las profecías, y en algunos casos saltando la mención de profecías importantes, pero nos fijaremos en los temas generales que las unen… y todavía terminaremos toda la Biblia en un año.
¿Cuál opción escogemos?
Las explicaciones de las lecturas van a permitir lugar a las dos opciones de lectura. Para los que desean leer la Biblia en un año, la primera parte de la explicación dará en resumen los puntos principales de cada lectura de los profetas. Luego, si desea volver a leer un libro profético pausadamente para apreciarlo en más detalle, puede bajar a la segunda parte de la explicación donde se tocará cada profecía individualmente y más al fondo.
Por ahora, considere un excelente resumen del libro de Isaías en una frase, del libro The Prophecy of Isaiah: An Introduction and Commentary de J. Alec Motyer (1993, IVP Academic; pág.18): Toda la literatura isaiánica es una explicación de esta situación básica: la amenaza horrible que constituye la santidad para un pueblo indigno y descuidado que rechaza o no responde a su Dios (capítulos 1 – 37); el esfuerzo que va a ejercer el Dios Santo para quitarle su pecado, rescatar al pecador y crear a un pueblo justo para Él (capítulos 40 – 55); y el estado eterno de la santidad que va a preparar por ellos donde se recrearán en Él para siempre (capítulos 56 – 66).
Es decir, en Isaías vamos a ver en acción muchos de los temas básicos de que ya aprendimos en la Biblia: durante una época de gran presión internacional, la santidad aterradora de Jehová juzga a su pueblo, y de acuerdo con su amor por el pacto, llama a la fe y salva a un pequeño remanente para andar en comunión estrecha con Él. Con este bosquejo general tenemos un buen guía para no perdernos en los detalles del libro.
Según el calendario, leemos todo el libro en tres semanas. Mientras lo lee, guarda en mente las observaciones siguientes:
1) Los eventos principales de la unidad: Isaías profetiza al reino de Judá y Jerusalén durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, una época clave para el pueblo de Jehová que incluye la victoria de los asirios sobre Israel y Samaria, la amenaza asiria a Jerusalén y el crecimiento del poder de los caldeos en Babilonia. Para recordar sus eventos principales, repase 2 Reyes 15:1-7, 25-38; 16:1 – 20:21 y 2 Crónicas 26 – 32.
2) Los atributos de Jehová que resaltan: Su santidad incomparable, su justicia y dominio sobre todas las naciones y su misericordia al remanente
3) La obra principal de Jehová: Juzga a su pueblo que rehúsa a confiar en Él; salva a su remanente fiel.
4) Los participantes principales: Isaías, Acaz, Ezequías y el siervo mesiánico de Jehová.
5) La referencia principal a Jesucristo y el evangelio: Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:5-6).
6) Observaciones clave: Note que el libro de Isaías (igual como otros libros de los profetas) es una colección de profecías. No sabemos el detallado trasfondo histórico de algunas de las profecías individuales.
No podemos seguir un hilo narrativo por algunas secciones del libro. Por eso, tenemos que considerar otra
estrategia de lectura cuando nos acercamos a Isaías. Podemos leerlos: 1) Pausadamente, concentrando en cada profecía de por sí. Esta opción nos permite digerir cada mensaje profético para apreciarlos en todas sus facetas… pero la lectura de Isaías será de varios meses y no de tres semanas; o 2) Rápidamente, perdiendo los detalles de las profecías, y en algunos casos saltando la mención de profecías importantes, pero nos fijaremos en los temas generales que las unen… y todavía terminaremos toda la Biblia en un año.
¿Cuál opción escogemos?
Las explicaciones de las lecturas van a permitir lugar a las dos opciones de lectura. Para los que desean leer la Biblia en un año, la primera parte de la explicación dará en resumen los puntos principales de cada lectura de los profetas. Luego, si desea volver a leer un libro profético pausadamente para apreciarlo en más detalle, puede bajar a la segunda parte de la explicación donde se tocará cada profecía individualmente y más al fondo.
Por ahora, considere un excelente resumen del libro de Isaías en una frase, del libro The Prophecy of Isaiah: An Introduction and Commentary de J. Alec Motyer (1993, IVP Academic; pág.18): Toda la literatura isaiánica es una explicación de esta situación básica: la amenaza horrible que constituye la santidad para un pueblo indigno y descuidado que rechaza o no responde a su Dios (capítulos 1 – 37); el esfuerzo que va a ejercer el Dios Santo para quitarle su pecado, rescatar al pecador y crear a un pueblo justo para Él (capítulos 40 – 55); y el estado eterno de la santidad que va a preparar por ellos donde se recrearán en Él para siempre (capítulos 56 – 66).
Es decir, en Isaías vamos a ver en acción muchos de los temas básicos de que ya aprendimos en la Biblia: durante una época de gran presión internacional, la santidad aterradora de Jehová juzga a su pueblo, y de acuerdo con su amor por el pacto, llama a la fe y salva a un pequeño remanente para andar en comunión estrecha con Él. Con este bosquejo general tenemos un buen guía para no perdernos en los detalles del libro.
Citas de otros autores:
El profeta tiene varios títulos. ‹‹Varón de Dios›› designa al profeta como piadoso, devoto, santo (Deuteronomio 33:1; 1 Samuel 9:6; 2 Reyes 8:11); ‹‹guarda›› o ‹‹atalaya››, como uno que anuncia la condenación o la bendición venidera (Isaías 21:11; Oseas 9:8); ‹‹esclavo / siervo de Jehová›› como uno con una misión de Dios, no de su propia invención (2 Reyes 21:10; 24:2; Jeremías 25:4; 26:5; Amós 3:7). ‹‹Mensajero›› (hebreo māl‘āk = griego angelos) representa al profeta como plenipotenciario de Jehová en el cielo a una persona en la tierra (Isaías 42:19; Malaquías 3:1). El profeta funciona como ‹‹ángel›› (también el hebreo māl‘āk); ambos los ángeles y los profetas son emisarios que llevan el mensaje de Dios a los mortales, pero los profetas, a diferencia de los ángeles, son mortales. Pero Isaías en una visión se encuentra en la corte celestial en medio de serafines y se ofrece a ser el emisario de Dios a Jerusalén en su lugar (Isaías 6:1-8).
Algunos profetas son profesionales; otros, como Amós, no: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres (Amós 7:14). Los profetas profesionales se encuentran entre la clase social que gobierna juntos con los reyes, los príncipes, los sacerdotes y los sabios (Isaías 3:2-3; 28:7; Miqueas 3:11; Jeremías 2:26; 4:9; 6:13; 8:1; Ezequiel 13:9). De igual forma algunos se asocian con la corte real (2 Samuel 7:1-17; 12:1-15; 1 Reyes 1:8, 10-11, 22, 32; 2 Samuel 24:11, 18), igual como adivinos y ‹‹magos›› están presentes en las cortes orientales (Génesis 41:8; Isaías 19:3, 11-12; Daniel 1:20; 2:2). A veces son consultados sobre el futuro y el fin de un proyecto público o privado (1 Samuel 28:6; 2 Samuel 7:1-7; 1 Reyes 14:1-6; 22:5-28; 2 Reyes 6:21-22; 8:7-15; 22:14-20; Isaías 38:1-4; Ezequiel 14:3-10). Otras veces intervienen sin ser llamados, por mandato de Dios (2 Samuel 12:1-15; 24:11-14, 18-19; 1 Reyes 11:29-39; 13:1-3; 16:1-4). Muchas de sus profecías desconocemos porque se han perdido sus libros (2 Crónicas 9:29). Como están ligados a la corte real acaudalada, pueden ser tentados a contarle al rey lo que quiere escuchar – por un precio, claro.
Mientras Israel se cae en un abismo moral, las cuatro instituciones llamadas por Dios para establecer su reino – el rey con su poder militar y político, el sacerdote con el catecismo de Dios, el profeta con su palabra y el sabio con su consejo – caen presos a la avaricia y hacen descarriar al pueblo. De hecho, se oponen contra los profetas verdaderos que abogan por el pacto de Israel con Jehová (Jeremías 18:18).
(De Waltke, Bruce K. con Charles Yu. An Old Testament Theology: An Exegetical, Canonical and Thematic Approach. 2007: Grand Rapids, Zondervan, pág. 806-07.)
El profeta tiene varios títulos. ‹‹Varón de Dios›› designa al profeta como piadoso, devoto, santo (Deuteronomio 33:1; 1 Samuel 9:6; 2 Reyes 8:11); ‹‹guarda›› o ‹‹atalaya››, como uno que anuncia la condenación o la bendición venidera (Isaías 21:11; Oseas 9:8); ‹‹esclavo / siervo de Jehová›› como uno con una misión de Dios, no de su propia invención (2 Reyes 21:10; 24:2; Jeremías 25:4; 26:5; Amós 3:7). ‹‹Mensajero›› (hebreo māl‘āk = griego angelos) representa al profeta como plenipotenciario de Jehová en el cielo a una persona en la tierra (Isaías 42:19; Malaquías 3:1). El profeta funciona como ‹‹ángel›› (también el hebreo māl‘āk); ambos los ángeles y los profetas son emisarios que llevan el mensaje de Dios a los mortales, pero los profetas, a diferencia de los ángeles, son mortales. Pero Isaías en una visión se encuentra en la corte celestial en medio de serafines y se ofrece a ser el emisario de Dios a Jerusalén en su lugar (Isaías 6:1-8).
Algunos profetas son profesionales; otros, como Amós, no: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y recojo higos silvestres (Amós 7:14). Los profetas profesionales se encuentran entre la clase social que gobierna juntos con los reyes, los príncipes, los sacerdotes y los sabios (Isaías 3:2-3; 28:7; Miqueas 3:11; Jeremías 2:26; 4:9; 6:13; 8:1; Ezequiel 13:9). De igual forma algunos se asocian con la corte real (2 Samuel 7:1-17; 12:1-15; 1 Reyes 1:8, 10-11, 22, 32; 2 Samuel 24:11, 18), igual como adivinos y ‹‹magos›› están presentes en las cortes orientales (Génesis 41:8; Isaías 19:3, 11-12; Daniel 1:20; 2:2). A veces son consultados sobre el futuro y el fin de un proyecto público o privado (1 Samuel 28:6; 2 Samuel 7:1-7; 1 Reyes 14:1-6; 22:5-28; 2 Reyes 6:21-22; 8:7-15; 22:14-20; Isaías 38:1-4; Ezequiel 14:3-10). Otras veces intervienen sin ser llamados, por mandato de Dios (2 Samuel 12:1-15; 24:11-14, 18-19; 1 Reyes 11:29-39; 13:1-3; 16:1-4). Muchas de sus profecías desconocemos porque se han perdido sus libros (2 Crónicas 9:29). Como están ligados a la corte real acaudalada, pueden ser tentados a contarle al rey lo que quiere escuchar – por un precio, claro.
Mientras Israel se cae en un abismo moral, las cuatro instituciones llamadas por Dios para establecer su reino – el rey con su poder militar y político, el sacerdote con el catecismo de Dios, el profeta con su palabra y el sabio con su consejo – caen presos a la avaricia y hacen descarriar al pueblo. De hecho, se oponen contra los profetas verdaderos que abogan por el pacto de Israel con Jehová (Jeremías 18:18).
(De Waltke, Bruce K. con Charles Yu. An Old Testament Theology: An Exegetical, Canonical and Thematic Approach. 2007: Grand Rapids, Zondervan, pág. 806-07.)