Levítico 13 - 14
En resumen:
La santidad de Jehová no se asemeja a la muerte.
La santidad de Jehová no se asemeja a la muerte.
En más detalle:
Ayer vimos que las leyes sobre la pureza y la inmundicia nos enseñan sobre las características eternas de la santidad de Jehová: su santidad es completa, íntegra, perfecta, sana, rebosante de vida, sin asociación con la muerte, ni la enfermedad ni la inmundicia. Levítico 13 – 14 confirma esta lección. Las leyes sobre la lepra y otras formas de contaminación señalan que la santidad de Jehová rebosa de vida y no tiene la apariencia de la muerte.
Primero, hay que notar que el propósito de estas leyes no es la higiene pública. Aunque se trata de una enfermedad (o unas enfermedades) y separan al enfermo por tenerla, en ningún momento dice que es para la salud de los demás. Su tema es la limpieza ritual. Se ve en que: 1) no se da ninguna instrucción para evaluar otras enfermedades contagiosas, y 2) los sacerdotes nunca intentan a curarla; sólo examinan al enfermo para identificar la enfermedad y si es sanado, para hacer los sacrificios necesarios para que se integre otra vez al culto israelita. Si su tema principal fuera la salud, habría hablado de muchas enfermedades contagiosas, y Jehová les habría dado instrucciones para sanarlas.
Entonces, ¿por qué hay tanto interés ritual sobre la lepra, una sola clase de enfermedad? Porque si la piel se brota en lepra, se asemeja a un cadáver. Así va a notar Aarón cuando su hermana María tiene la enfermedad: No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne (Números 12:12). La lepra es diferente que las otras enfermedades porque le da a uno la apariencia de un cadáver, y nada que se parece a la muerte puede ser aprobado por el Autor de vida.
Gracias a Dios, la lepra no es necesariamente una sentencia a la muerte. Como Levítico 14 testifica, Jehová por su gracia puede sanar al enfermo, y éste puede integrarse de nuevo a la comunidad de los creyentes.
Mientras el mundo que no conoce a Jehová se siente una atracción hacia la muerte, la pone en reverencia y a veces intenta a imitarla en sus formas de vestir, de maquillarse, o de festejar, el pueblo de Dios celebra la vida que venció la muerte, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Él garantiza nuestra victoria sobre la muerte: Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados (1 Corintios 15:22). Por eso los cristianos celebramos la santidad de nuestro Señor Jesucristo y evitamos toda apariencia de nuestro enemigo derrotado.
Primero, hay que notar que el propósito de estas leyes no es la higiene pública. Aunque se trata de una enfermedad (o unas enfermedades) y separan al enfermo por tenerla, en ningún momento dice que es para la salud de los demás. Su tema es la limpieza ritual. Se ve en que: 1) no se da ninguna instrucción para evaluar otras enfermedades contagiosas, y 2) los sacerdotes nunca intentan a curarla; sólo examinan al enfermo para identificar la enfermedad y si es sanado, para hacer los sacrificios necesarios para que se integre otra vez al culto israelita. Si su tema principal fuera la salud, habría hablado de muchas enfermedades contagiosas, y Jehová les habría dado instrucciones para sanarlas.
Entonces, ¿por qué hay tanto interés ritual sobre la lepra, una sola clase de enfermedad? Porque si la piel se brota en lepra, se asemeja a un cadáver. Así va a notar Aarón cuando su hermana María tiene la enfermedad: No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumida su carne (Números 12:12). La lepra es diferente que las otras enfermedades porque le da a uno la apariencia de un cadáver, y nada que se parece a la muerte puede ser aprobado por el Autor de vida.
Gracias a Dios, la lepra no es necesariamente una sentencia a la muerte. Como Levítico 14 testifica, Jehová por su gracia puede sanar al enfermo, y éste puede integrarse de nuevo a la comunidad de los creyentes.
Mientras el mundo que no conoce a Jehová se siente una atracción hacia la muerte, la pone en reverencia y a veces intenta a imitarla en sus formas de vestir, de maquillarse, o de festejar, el pueblo de Dios celebra la vida que venció la muerte, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Él garantiza nuestra victoria sobre la muerte: Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados (1 Corintios 15:22). Por eso los cristianos celebramos la santidad de nuestro Señor Jesucristo y evitamos toda apariencia de nuestro enemigo derrotado.