Levítico 20 - 22 y Salmo 134
En resumen:
Jehová presenta la historia espiritual degenerada de Canaán que los israelitas necesitan evitar, y les llama a la santidad e integridad que deben caracterizarlos en su nueva tierra.
Jehová presenta la historia espiritual degenerada de Canaán que los israelitas necesitan evitar, y les llama a la santidad e integridad que deben caracterizarlos en su nueva tierra.
En más detalle:
Levítico 20 tiene mucho en común con capítulo 18 donde Jehová les advirtió a los israelitas: No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos (Levítico 18:3). Ahora en Levítico 20 señala la fuente de la perversidad de los cananeos: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará (Levítico 20:2). De la idolatría cananea, que menosprecia y viola una de las relaciones más básicas de la familia (padres e hijos), se ha destallado toda clase de perversidad como las descritas en Levítico 18:6-24 y 20:9-21.
Por eso, los israelitas no pueden atender ni a las formas más simples de la idolatría cananea: La persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra tal persona, y la cortaré de entre su pueblo (Levítico 20:6). En cambio, los israelitas tienen que ser radicados firmemente en Jehová, en una relación viva y eficaz con Él en que ponen en práctica su santidad: Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico (Levítico 20:7-8).
Si guardan el camino de Jehová, serán bendecidos material y espiritualmente: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos… Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos (Levítico 20:24, 26). Pero si siguen la ruta de la idolatría cananea, entrarán en la misma clase de perversidades y recibirán la misma condenación que ellos: Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación (Levítico 20:22-23).
Las personas clave que van a asegurar que los israelitas no anden por el camino de la idolatría cananea son los sacerdotes. Su ejemplo en la santidad va a pastorear al resto del pueblo en el camino de Jehová; por eso dedica los próximos dos capítulos, Levítico 21 – 22, a su forma de vivir y ministrar. Mientras los encantadores y adivinos cananeos practican toda clase de perversidad aún en sus relaciones familiares, los sacerdotes israelitas van a hacer lucir la santidad y la devoción a Jehová en las mismas (Levítico 21:1-15). Además, no se permitirá a ningún sacerdote israelita con defecto físico (Levítico 21:16-24). Van a administrar los bienes materiales de su ministerio con integridad (Levítico 22:1-16). Y van a asegurar que todo lo que la gente ofrenda sea aprobada por Jehová, una muestra santa de su devoción (Levítico 22:17-30). Por su ministerio cumplido en santidad e integridad, los sacerdotes van a pastorear al pueblo en una nueva historia en la tierra de Canaán, una que remplazará la escandalosa historia cananea: No profanéis mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel. Yo Jehová que os santifico, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios (Levítico 22:32-33).
De igual forma, si hoy queremos que los hermanos de la iglesia cristiana no anden en idolatría, en escándalo, en mentiras, en materialismo y en perversidades, el ejemplo santo e íntegro de sus pastores y líderes tiene que pastorearlos para el camino de bendición del Señor. Así es el plan de Jehová por su pueblo desde Levítico en adelante; que siga el ejemplo santo de sus pastores.
Por eso, los israelitas no pueden atender ni a las formas más simples de la idolatría cananea: La persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra tal persona, y la cortaré de entre su pueblo (Levítico 20:6). En cambio, los israelitas tienen que ser radicados firmemente en Jehová, en una relación viva y eficaz con Él en que ponen en práctica su santidad: Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico (Levítico 20:7-8).
Si guardan el camino de Jehová, serán bendecidos material y espiritualmente: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos… Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos (Levítico 20:24, 26). Pero si siguen la ruta de la idolatría cananea, entrarán en la misma clase de perversidades y recibirán la misma condenación que ellos: Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación (Levítico 20:22-23).
Las personas clave que van a asegurar que los israelitas no anden por el camino de la idolatría cananea son los sacerdotes. Su ejemplo en la santidad va a pastorear al resto del pueblo en el camino de Jehová; por eso dedica los próximos dos capítulos, Levítico 21 – 22, a su forma de vivir y ministrar. Mientras los encantadores y adivinos cananeos practican toda clase de perversidad aún en sus relaciones familiares, los sacerdotes israelitas van a hacer lucir la santidad y la devoción a Jehová en las mismas (Levítico 21:1-15). Además, no se permitirá a ningún sacerdote israelita con defecto físico (Levítico 21:16-24). Van a administrar los bienes materiales de su ministerio con integridad (Levítico 22:1-16). Y van a asegurar que todo lo que la gente ofrenda sea aprobada por Jehová, una muestra santa de su devoción (Levítico 22:17-30). Por su ministerio cumplido en santidad e integridad, los sacerdotes van a pastorear al pueblo en una nueva historia en la tierra de Canaán, una que remplazará la escandalosa historia cananea: No profanéis mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel. Yo Jehová que os santifico, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios (Levítico 22:32-33).
De igual forma, si hoy queremos que los hermanos de la iglesia cristiana no anden en idolatría, en escándalo, en mentiras, en materialismo y en perversidades, el ejemplo santo e íntegro de sus pastores y líderes tiene que pastorearlos para el camino de bendición del Señor. Así es el plan de Jehová por su pueblo desde Levítico en adelante; que siga el ejemplo santo de sus pastores.