Levítico 6:8 - 7:38
En resumen:
La lectura para hoy vuelve a tocar los mismos sacrificios que hemos visto en los primeros capítulos de Levítico, pero ahora los cuenta de la perspectiva de los sacerdotes.
La lectura para hoy vuelve a tocar los mismos sacrificios que hemos visto en los primeros capítulos de Levítico, pero ahora los cuenta de la perspectiva de los sacerdotes.
En más detalle:
La lectura para hoy vuelve a tocar todos los sacrificios principales ya descritos en Levítico. Les describe a los sacerdotes algunas leyes adicionales sobre cada sacrificio. Y para nosotros, sirve de buen repaso de las últimas dos lecturas.
Levítico 6:8-13 vuelve al tema del holocausto que vimos en Levítico 1. La persona que ofrendó el sacrificio ya habría vuelto a su tienda, pero el trabajo del sacerdote no ha terminado. En las largas horas que siguen, mantiene el fuego hasta que todo el sacrificio sea quemado, y luego quita las cenizas de forma santa. También es fiel para poner la leña en el fuego cada mañana aunque nadie lo ve ni lo aplaude por hacerlo. Debe ser fiel en la obra santa aún entre bastidores para que el perdón de Dios y una relación viva con Él siempre sean accesibles al pueblo.
Levítico 6:14-18 vuelve al tema de la ofrenda de granos que vimos en Levítico 2. Repite en un versículo (Levítico 6:15) cómo se presenta la ofrenda, y ahora añade las reglas sobre el consumo del resto de la ofrenda por los sacerdotes.
Note que Levítico 6:19-23 describe otra clase de la ofrenda de granos: la ofrenda de las consagraciones. Desde el día que son ungidos, los sacerdotes mismos presentan una ofrenda de granos, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde, cada día. Es decir, los sacerdotes van a guiar al pueblo por su propio ejemplo en ofrendar a Jehová.
Levítico 6:24-30 vuelve al tema de la ofrenda por el pecado en Levítico 4. Aquí vemos que los sacerdotes comen una parte del sacrificio en el atrio del tabernáculo; así demuestran que el sacrificio ha sido aceptado por Jehová (Levítico 6:26, 29; note que no comparten la carne con la persona que presentó la ofrenda, una parte distintiva del sacrificio de paz). Pero a la vez que hay un acercamiento a la ofrenda del pecado por el sacerdote que come una parte, también hay instrucciones detalladas que subrayan la santidad de la sangre de la misma (Levítico 6:27-28). Es decir, el perdón de Jehová por el pecado y la contaminación está disponible, pero que nunca lleguemos a considerarlo como rutinario, común o corriente. Toda expiación por el pecado y la contaminación se trata de una sustitución santa por la sangre, y que este privilegio nunca sea menospreciado.
Levítico 7:1-10 vuelve al tema de una clase de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la culpa o la restitución de que leímos en Levítico 5:14 – 6:7. Como en la ofrenda por el pecado, el sacerdote va a comer una parte del sacrificio, y va a tratar la sangre como cosa santísima.
Levítico 7:11-36 vuelve al tema del sacrificio de paz como vimos en Levítico 3. Especifica más sobre la parte de la ofrenda que será para el consumo de los sacerdotes, y enfatiza la santidad de la comida y de todos los que participan en ella.
Luego Levítico 7:37-38 los pone en lista otra vez como resumen para cerrar. ¿Se acuerda de las características principales de cada uno?
El holocausto: el sacrificio más básico por la expiación del pecado, quemado por entero, accesible para todos – ricos o pobres.
La ofrenda (de granos): una ofrenda sin sangre, en agradecimiento por la provisión de Jehová; se quema un puño de harina de flor (con el incienso en ciertos casos) y lo demás sirve para la provisión del sacerdote.
El sacrificio por el pecado: El sacrificio por ciertas clases de pecado involuntario; es para el perdón del pecado y para purificar el tabernáculo de la contaminación; la sangre se pone en el altar según la autoridad del pecador, y si no es por su propio pecado, el sacerdote come una parte. Se enfatiza la santidad de la sangre.
El sacrificio por la culpa: Una categoría del sacrificio por el pecado en que el pecador también presenta una restitución por el pecado.
El sacrificio de las consagraciones: Una clase de ofrenda de granos presentado diariamente sólo por los sacerdotes consagrados, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde.
El sacrificio de la paz: El sacrificio compartido entre Jehová, los sacerdotes, el que presenta la ofrenda, su familia y sus invitados como una comida santa en comunión con Jehová.
Y si hemos leído y reflexionado bien sobre estos sacrificios, podemos:
1) Identificar los sacrificios que practicaban los israelitas en el tabernáculo, pero también,
2) Darnos cuenta de la relación multifacética que tiene uno con Jehová: incluye el perdón por la sangre derramada de un sustituto, el arrepentimiento de toda clase de pecado y contaminación voluntarios e involuntarios, la restitución a los ofendidos, la entrega total de su vida a Jehová, el agradecimiento por la provisión diaria, la consagración para servirle a Dios y la celebración en conjunto con Jehová y su pueblo.
De esta forma, espero que nuestra lectura de Levítico 1 – 7 haya enriquecido grandemente nuestra relación personal con Jehová por medio de la fe en Jesucristo, el que derramó su sangre en la cruz como Sustituto por el perdón de nuestros pecados y por nuestro nacimiento a una relación viva con Él.
Levítico 6:8-13 vuelve al tema del holocausto que vimos en Levítico 1. La persona que ofrendó el sacrificio ya habría vuelto a su tienda, pero el trabajo del sacerdote no ha terminado. En las largas horas que siguen, mantiene el fuego hasta que todo el sacrificio sea quemado, y luego quita las cenizas de forma santa. También es fiel para poner la leña en el fuego cada mañana aunque nadie lo ve ni lo aplaude por hacerlo. Debe ser fiel en la obra santa aún entre bastidores para que el perdón de Dios y una relación viva con Él siempre sean accesibles al pueblo.
Levítico 6:14-18 vuelve al tema de la ofrenda de granos que vimos en Levítico 2. Repite en un versículo (Levítico 6:15) cómo se presenta la ofrenda, y ahora añade las reglas sobre el consumo del resto de la ofrenda por los sacerdotes.
Note que Levítico 6:19-23 describe otra clase de la ofrenda de granos: la ofrenda de las consagraciones. Desde el día que son ungidos, los sacerdotes mismos presentan una ofrenda de granos, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde, cada día. Es decir, los sacerdotes van a guiar al pueblo por su propio ejemplo en ofrendar a Jehová.
Levítico 6:24-30 vuelve al tema de la ofrenda por el pecado en Levítico 4. Aquí vemos que los sacerdotes comen una parte del sacrificio en el atrio del tabernáculo; así demuestran que el sacrificio ha sido aceptado por Jehová (Levítico 6:26, 29; note que no comparten la carne con la persona que presentó la ofrenda, una parte distintiva del sacrificio de paz). Pero a la vez que hay un acercamiento a la ofrenda del pecado por el sacerdote que come una parte, también hay instrucciones detalladas que subrayan la santidad de la sangre de la misma (Levítico 6:27-28). Es decir, el perdón de Jehová por el pecado y la contaminación está disponible, pero que nunca lleguemos a considerarlo como rutinario, común o corriente. Toda expiación por el pecado y la contaminación se trata de una sustitución santa por la sangre, y que este privilegio nunca sea menospreciado.
Levítico 7:1-10 vuelve al tema de una clase de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la culpa o la restitución de que leímos en Levítico 5:14 – 6:7. Como en la ofrenda por el pecado, el sacerdote va a comer una parte del sacrificio, y va a tratar la sangre como cosa santísima.
Levítico 7:11-36 vuelve al tema del sacrificio de paz como vimos en Levítico 3. Especifica más sobre la parte de la ofrenda que será para el consumo de los sacerdotes, y enfatiza la santidad de la comida y de todos los que participan en ella.
Luego Levítico 7:37-38 los pone en lista otra vez como resumen para cerrar. ¿Se acuerda de las características principales de cada uno?
El holocausto: el sacrificio más básico por la expiación del pecado, quemado por entero, accesible para todos – ricos o pobres.
La ofrenda (de granos): una ofrenda sin sangre, en agradecimiento por la provisión de Jehová; se quema un puño de harina de flor (con el incienso en ciertos casos) y lo demás sirve para la provisión del sacerdote.
El sacrificio por el pecado: El sacrificio por ciertas clases de pecado involuntario; es para el perdón del pecado y para purificar el tabernáculo de la contaminación; la sangre se pone en el altar según la autoridad del pecador, y si no es por su propio pecado, el sacerdote come una parte. Se enfatiza la santidad de la sangre.
El sacrificio por la culpa: Una categoría del sacrificio por el pecado en que el pecador también presenta una restitución por el pecado.
El sacrificio de las consagraciones: Una clase de ofrenda de granos presentado diariamente sólo por los sacerdotes consagrados, la mitad por la mañana y la mitad por la tarde.
El sacrificio de la paz: El sacrificio compartido entre Jehová, los sacerdotes, el que presenta la ofrenda, su familia y sus invitados como una comida santa en comunión con Jehová.
Y si hemos leído y reflexionado bien sobre estos sacrificios, podemos:
1) Identificar los sacrificios que practicaban los israelitas en el tabernáculo, pero también,
2) Darnos cuenta de la relación multifacética que tiene uno con Jehová: incluye el perdón por la sangre derramada de un sustituto, el arrepentimiento de toda clase de pecado y contaminación voluntarios e involuntarios, la restitución a los ofendidos, la entrega total de su vida a Jehová, el agradecimiento por la provisión diaria, la consagración para servirle a Dios y la celebración en conjunto con Jehová y su pueblo.
De esta forma, espero que nuestra lectura de Levítico 1 – 7 haya enriquecido grandemente nuestra relación personal con Jehová por medio de la fe en Jesucristo, el que derramó su sangre en la cruz como Sustituto por el perdón de nuestros pecados y por nuestro nacimiento a una relación viva con Él.