Marcos 1 - 3
En resumen:
Jesús empieza su ministerio público en el poder del Espíritu Santo. Y mientras el poder del Espíritu sirve de gran beneficio para liberar a los endemoniados, sanar a los enfermos y convertir a pecadores, algunas personas clave lo malentienden y lo oponen.
Jesús empieza su ministerio público en el poder del Espíritu Santo. Y mientras el poder del Espíritu sirve de gran beneficio para liberar a los endemoniados, sanar a los enfermos y convertir a pecadores, algunas personas clave lo malentienden y lo oponen.
En más detalle:
Aunque el evangelio de Marcos cuenta muchos de los mismos eventos que el de Mateo, muy pronto vemos que estamos con un narrador diferente. Por ejemplo, Marcos no menciona la genealogía ni el nacimiento de Jesús; mientras Mateo empezó por decirnos: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1), Marcos prefiere empezar con sus credenciales espirituales: Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Marcos 1:1). Va directamente al ministerio preparativo de Juan el Bautista en cumplimiento de Isaías 40:3 y cita como punto culminante su declaración: Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo (Marcos 1:8). Luego el Espíritu desciende sobre Jesús en su bautismo y escuchamos la confirmación del Padre que dice: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia (Marcos 1:10-11). En sólo 11 versículos Marcos nos ha demostrado la autoridad espiritual de Jesucristo testificada por el Antiguo Testamento, Juan el Bautista, el Padre y el Espíritu Santo, y de aquí en adelante nos la presenta en acción.
La narrativa del evangelio de Marcos va rápidamente; cuenta concisamente las acciones y los milagros de Jesús. Muchos de los versículos empiezan con la palabra “y”; aparecen frecuentemente las palabras “entonces” e “inmediatamente”. Su gramática y vocabulario nos hacen sentir como si Marcos nos tomara la mano y nos llevara a correr en una carrera rápida por toda la vida de Jesús. En estos primeros tres capítulos (y en mucho del evangelio), las enseñanzas de Jesús son breves, y generalmente son respuestas concisas a las preguntas de otros y subrayan la autoridad espiritual con que ministra. Por combinar esta narrativa concisa y rápida, el énfasis en los milagros y las enseñanzas breves y directas, Marcos impresiona al lector una y otra vez con el poder y la autoridad espiritual de Jesús.
La admiración que debe sentir el lector por Jesucristo se ve en la inmensa popularidad que tiene con la gente común y corriente. Después de echar un espíritu inmundo de un hombre en la sinagoga de Capernaum: Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea (Marcos 1:28). Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta (Marcos 1:32-33). Llega al punto de que: ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes (Marcos 1:45). Se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan (Marcos 3:20).
A la vez, igual como en el evangelio de Mateo, hay una oposición fuerte contra la autoridad espiritual de Jesús. Algunos de los escribas cavilaban en sus corazones y le acusaban a Jesús de blasfemia (Marcos 2:6-7). Escribas y fariseos se quejan de que come y bebe con publicanos y pecadores (Marcos 2:16). Los fariseos les acusan a los discípulos de hacer lo que no es lícito el día de reposo (Marcos 2:24), y buscan un motivo para acusarle por no guardar ese día (Marcos 3:2). Toman consejo para destruirlo (Marcos 3:6) y blasfeman contra el Espíritu Santo (Marcos 3:29-30). Hasta su propia familia no le creía (Marcos 3:21, 31-32). Estas escenas breves de conflicto en crecimiento, juntas con los numerosos milagros hechos en el poder del Espíritu Santo, permite que los lectores nos sintamos el entusiasmo, la esperanza y el peligro que hay en la llegada del reino de Dios en Jesucristo.
Aunque el evangelio de Marcos cuenta muchos de los mismos eventos que el de Mateo, muy pronto vemos que estamos con un narrador diferente. Por ejemplo, Marcos no menciona la genealogía ni el nacimiento de Jesús; mientras Mateo empezó por decirnos: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1), Marcos prefiere empezar con sus credenciales espirituales: Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios (Marcos 1:1). Va directamente al ministerio preparativo de Juan el Bautista en cumplimiento de Isaías 40:3 y cita como punto culminante su declaración: Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo (Marcos 1:8). Luego el Espíritu desciende sobre Jesús en su bautismo y escuchamos la confirmación del Padre que dice: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia (Marcos 1:10-11). En sólo 11 versículos Marcos nos ha demostrado la autoridad espiritual de Jesucristo testificada por el Antiguo Testamento, Juan el Bautista, el Padre y el Espíritu Santo, y de aquí en adelante nos la presenta en acción.
La narrativa del evangelio de Marcos va rápidamente; cuenta concisamente las acciones y los milagros de Jesús. Muchos de los versículos empiezan con la palabra “y”; aparecen frecuentemente las palabras “entonces” e “inmediatamente”. Su gramática y vocabulario nos hacen sentir como si Marcos nos tomara la mano y nos llevara a correr en una carrera rápida por toda la vida de Jesús. En estos primeros tres capítulos (y en mucho del evangelio), las enseñanzas de Jesús son breves, y generalmente son respuestas concisas a las preguntas de otros y subrayan la autoridad espiritual con que ministra. Por combinar esta narrativa concisa y rápida, el énfasis en los milagros y las enseñanzas breves y directas, Marcos impresiona al lector una y otra vez con el poder y la autoridad espiritual de Jesús.
La admiración que debe sentir el lector por Jesucristo se ve en la inmensa popularidad que tiene con la gente común y corriente. Después de echar un espíritu inmundo de un hombre en la sinagoga de Capernaum: Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea (Marcos 1:28). Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta (Marcos 1:32-33). Llega al punto de que: ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes (Marcos 1:45). Se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan (Marcos 3:20).
A la vez, igual como en el evangelio de Mateo, hay una oposición fuerte contra la autoridad espiritual de Jesús. Algunos de los escribas cavilaban en sus corazones y le acusaban a Jesús de blasfemia (Marcos 2:6-7). Escribas y fariseos se quejan de que come y bebe con publicanos y pecadores (Marcos 2:16). Los fariseos les acusan a los discípulos de hacer lo que no es lícito el día de reposo (Marcos 2:24), y buscan un motivo para acusarle por no guardar ese día (Marcos 3:2). Toman consejo para destruirlo (Marcos 3:6) y blasfeman contra el Espíritu Santo (Marcos 3:29-30). Hasta su propia familia no le creía (Marcos 3:21, 31-32). Estas escenas breves de conflicto en crecimiento, juntas con los numerosos milagros hechos en el poder del Espíritu Santo, permite que los lectores nos sintamos el entusiasmo, la esperanza y el peligro que hay en la llegada del reino de Dios en Jesucristo.