Marcos 14 - 16 y Salmo 145
En resumen:
La gloria de Jesucristo se manifiesta en su sufrimiento, su crucifixión, su resurrección y su ascensión al Padre.
La gloria de Jesucristo se manifiesta en su sufrimiento, su crucifixión, su resurrección y su ascensión al Padre.
En más detalle:
Para Judas Iscariote, la combinación de la gloria y la muerte vergonzosa del Mesías es intolerable.
Jesús les dijo a los discípulos claramente lo que le esperaba en Jerusalén: El Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará (Marcos 10:33-34). Después de ser ungido con el perfume de nardo puro de mucho precio, reprende a los que critican a la mujer y dice: A mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura (Mateo 14:7-8).
¿Jesús está conversando de su muerte en vez de reinar sobre Jerusalén en justicia? ¿Esta mujer no puede hacer nada más que preparar a Jesús por su sepultura? ¿Qué pasó con la gloria del Mesías de los primeros 7 capítulos? Aunque Marcos no nos describe los pensamientos de Judas, creo que es significativo que inmediatamente después de esta referencia a su sepultura, va a los principales sacerdotes para entregarlo. En la mente suya, no hay oportunidad para la gloria. Jesús hasta promociona su muerte. Mejor sería sacar algún provecho de la situación antes de abandonarla.
Cada lector del evangelio de Marcos tiene que enfrentar la misma inconformidad según el pensamiento del mundo. ¿Cómo vamos a reaccionar a este Ser glorioso que a la vez sufrió la vergüenza horrible? Los lectores judíos en particular van a asociar la crucifixión de Jesucristo con la vergüenza, porque dice la ley: Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado (Deuteronomio 21:22-23). ¿Cómo puede el Señor de gloria ser maldito por Dios?
El apóstol Pablo explica la gloria y la vergüenza en la crucifixión: Cristo [su título de gloria] nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gálatas 3:13). La maldición cayó en Jesús, pero no era una maldición merecida por él, sino la nuestra por nuestras rebeliones contra Dios. Como dijo el profeta Isaías: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). Mientras otros sólo ven en la cruz vergüenza, nosotros los cristianos vemos gloria, la gloria de nuestro Redentor que sufrió la vergüenza por nosotros, la gloria de él que dio su vida en rescate por muchos.
¿Cómo reacciona usted a la vergüenza de la cruz?
Los discípulos no pudieron comprender la gloria por la vergüenza de la cruz – no creyeron a los primeros que vieron a Jesucristo resucitado (Marcos 16:11, 13). Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado (Marcos 16:14). Pero Jesús no los desecha; en cambio, les manda a predicar el evangelio con el poder del Espíritu Santo para demostrar la autoridad espiritual que tiene: Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Marcos 16:17-18). De acuerdo con lo que se profetizó de Él en Daniel 7:13-14 y se confirmó en Marcos 14:62: El Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios (Marcos 16:19). Y el dominio y la gloria del Señor en lo alto se manifiestan en las señales y las acciones de sus discípulos: Ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían (Marcos 16:20). Y mientras las señales seguramente incluyen las descritas en estos versículos, también incluyen las menos llamativas subrayadas por Jesús en este evangelio: Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Marcos 13:13). Mirad, velad, orad (Marcos 13:33). El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).
Para Judas Iscariote, la combinación de la gloria y la muerte vergonzosa del Mesías es intolerable.
Jesús les dijo a los discípulos claramente lo que le esperaba en Jerusalén: El Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará (Marcos 10:33-34). Después de ser ungido con el perfume de nardo puro de mucho precio, reprende a los que critican a la mujer y dice: A mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura (Mateo 14:7-8).
¿Jesús está conversando de su muerte en vez de reinar sobre Jerusalén en justicia? ¿Esta mujer no puede hacer nada más que preparar a Jesús por su sepultura? ¿Qué pasó con la gloria del Mesías de los primeros 7 capítulos? Aunque Marcos no nos describe los pensamientos de Judas, creo que es significativo que inmediatamente después de esta referencia a su sepultura, va a los principales sacerdotes para entregarlo. En la mente suya, no hay oportunidad para la gloria. Jesús hasta promociona su muerte. Mejor sería sacar algún provecho de la situación antes de abandonarla.
Cada lector del evangelio de Marcos tiene que enfrentar la misma inconformidad según el pensamiento del mundo. ¿Cómo vamos a reaccionar a este Ser glorioso que a la vez sufrió la vergüenza horrible? Los lectores judíos en particular van a asociar la crucifixión de Jesucristo con la vergüenza, porque dice la ley: Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado (Deuteronomio 21:22-23). ¿Cómo puede el Señor de gloria ser maldito por Dios?
El apóstol Pablo explica la gloria y la vergüenza en la crucifixión: Cristo [su título de gloria] nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) (Gálatas 3:13). La maldición cayó en Jesús, pero no era una maldición merecida por él, sino la nuestra por nuestras rebeliones contra Dios. Como dijo el profeta Isaías: Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). Mientras otros sólo ven en la cruz vergüenza, nosotros los cristianos vemos gloria, la gloria de nuestro Redentor que sufrió la vergüenza por nosotros, la gloria de él que dio su vida en rescate por muchos.
¿Cómo reacciona usted a la vergüenza de la cruz?
Los discípulos no pudieron comprender la gloria por la vergüenza de la cruz – no creyeron a los primeros que vieron a Jesucristo resucitado (Marcos 16:11, 13). Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado (Marcos 16:14). Pero Jesús no los desecha; en cambio, les manda a predicar el evangelio con el poder del Espíritu Santo para demostrar la autoridad espiritual que tiene: Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Marcos 16:17-18). De acuerdo con lo que se profetizó de Él en Daniel 7:13-14 y se confirmó en Marcos 14:62: El Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios (Marcos 16:19). Y el dominio y la gloria del Señor en lo alto se manifiestan en las señales y las acciones de sus discípulos: Ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían (Marcos 16:20). Y mientras las señales seguramente incluyen las descritas en estos versículos, también incluyen las menos llamativas subrayadas por Jesús en este evangelio: Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Marcos 13:13). Mirad, velad, orad (Marcos 13:33). El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).