Mateo 1 - 4 y Salmo 96
En resumen:
Desde el primer versículo, Mateo 1 - 4 presenta a Jesucristo como el punto culminante de toda la Biblia que hemos leído hasta este punto. Señala algunos de los temas más importantes que vamos a ver en los capítulos que siguen como la llegada del reino de los cielos, la necesidad del arrepentimiento para entrarlo, Jesús como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y la oposición contra Él.
Desde el primer versículo, Mateo 1 - 4 presenta a Jesucristo como el punto culminante de toda la Biblia que hemos leído hasta este punto. Señala algunos de los temas más importantes que vamos a ver en los capítulos que siguen como la llegada del reino de los cielos, la necesidad del arrepentimiento para entrarlo, Jesús como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y la oposición contra Él.
En más detalle:
¡Hay tanto en los primeros cuatro capítulos de Mateo de que podemos repasar pausadamente! Sería posible predicar muchos sermones sobre cualquier de estos cuatro capítulos, y Dios mediante habrá oportunidad para hacerlo. Pero por ahora, como nuestra intención es leer toda la Biblia en un año, vamos a pasar por encima de muchos detalles importantes para tener una vista panorámica de esta introducción al evangelio de Mateo. Algunas observaciones:
1) Note la importancia de la genealogía en Mateo 1. Vimos que las genealogías en el Antiguo Testamento servían para organizar al pueblo, para preservar su historia y para testificar de la fidelidad de Jehová en multiplicarlo. Pero esta genealogía sirve, no para testificar sobre el pueblo sino para preparar la entrada y presentar a una sola Persona. Por esta genealogía se eleva la importancia de Jesús como para decir que toda la formación histórica de Israel llegó a su cúspide en él. En este momento sólo puedo recordar dos genealogías parecidas en todo el Antiguo Testamento (es decir, muy largas para hacer resaltar a una persona): la de Abraham en Génesis 11 y la del rey David en Rut 4:18-22. De por sí la genealogía de Mateo 1 nos comunica la elevada importancia de Jesucristo.
2) Note el cuidado con que Mateo nos informa de la concepción de Jesús. En Mateo 1:17 no continúa la cadena por decir: “José engendró…” sino “José, marido de María, de la cual nació Jesús.” Luego nos informa dos veces que ella había concebido del Espíritu Santo (Mateo 1:18, 20), la confirma por profecía de Isaías (Mateo 1:22-23), y nos dice que José: No la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito (Mateo 1:25).
3) Repetidas veces vuelve Mateo al Antiguo Testamento para señalar profecías que ha cumplido Cristo Jesús. En muchas ocasiones dijo Jesús que la ley y los profetas testificaban de él (por ejemplo, Lucas 22:37; 24:44; Juan 5:46). Uno de los propósitos de Mateo es enseñarnos cómo lo hacen. Esta declaración es de gran importancia: usted y yo podemos decir que hay versículos del Antiguo Testamento que se aplican a nosotros…pero, ¿podemos decir que testifican de nosotros individualmente? ¡Claro que no tenemos esta importancia en el plan de Jehová! Pero Jesús, ¡sí!
4) Note la oposición contra Jesús. Si es de Herodes o de Satanás, si viene en la forma del encarcelamiento de Juan el Bautista o por la tentación, existe desde estos primeros capítulos. Va a crecer, expandirse y aumentar en violencia a lo largo del libro.
5) Note el resumen del ministerio de Jesús: Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 4:23). Este versículo resume en general todo lo que va a hacer hasta su arresto en Jerusalén.
6) Note el tema central de su predicación: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 4:17). No sólo nos informa del reino de los cielos; nos llama al arrepentimiento. El arrepentimiento es necesario para la entrada al reino de los cielos.
Aunque hay mucho más que podemos decir, espero que estas observaciones por lo menos nos preparan en los temas principales de todo el libro de Mateo.
¡Hay tanto en los primeros cuatro capítulos de Mateo de que podemos repasar pausadamente! Sería posible predicar muchos sermones sobre cualquier de estos cuatro capítulos, y Dios mediante habrá oportunidad para hacerlo. Pero por ahora, como nuestra intención es leer toda la Biblia en un año, vamos a pasar por encima de muchos detalles importantes para tener una vista panorámica de esta introducción al evangelio de Mateo. Algunas observaciones:
1) Note la importancia de la genealogía en Mateo 1. Vimos que las genealogías en el Antiguo Testamento servían para organizar al pueblo, para preservar su historia y para testificar de la fidelidad de Jehová en multiplicarlo. Pero esta genealogía sirve, no para testificar sobre el pueblo sino para preparar la entrada y presentar a una sola Persona. Por esta genealogía se eleva la importancia de Jesús como para decir que toda la formación histórica de Israel llegó a su cúspide en él. En este momento sólo puedo recordar dos genealogías parecidas en todo el Antiguo Testamento (es decir, muy largas para hacer resaltar a una persona): la de Abraham en Génesis 11 y la del rey David en Rut 4:18-22. De por sí la genealogía de Mateo 1 nos comunica la elevada importancia de Jesucristo.
2) Note el cuidado con que Mateo nos informa de la concepción de Jesús. En Mateo 1:17 no continúa la cadena por decir: “José engendró…” sino “José, marido de María, de la cual nació Jesús.” Luego nos informa dos veces que ella había concebido del Espíritu Santo (Mateo 1:18, 20), la confirma por profecía de Isaías (Mateo 1:22-23), y nos dice que José: No la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito (Mateo 1:25).
3) Repetidas veces vuelve Mateo al Antiguo Testamento para señalar profecías que ha cumplido Cristo Jesús. En muchas ocasiones dijo Jesús que la ley y los profetas testificaban de él (por ejemplo, Lucas 22:37; 24:44; Juan 5:46). Uno de los propósitos de Mateo es enseñarnos cómo lo hacen. Esta declaración es de gran importancia: usted y yo podemos decir que hay versículos del Antiguo Testamento que se aplican a nosotros…pero, ¿podemos decir que testifican de nosotros individualmente? ¡Claro que no tenemos esta importancia en el plan de Jehová! Pero Jesús, ¡sí!
4) Note la oposición contra Jesús. Si es de Herodes o de Satanás, si viene en la forma del encarcelamiento de Juan el Bautista o por la tentación, existe desde estos primeros capítulos. Va a crecer, expandirse y aumentar en violencia a lo largo del libro.
5) Note el resumen del ministerio de Jesús: Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mateo 4:23). Este versículo resume en general todo lo que va a hacer hasta su arresto en Jerusalén.
6) Note el tema central de su predicación: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 4:17). No sólo nos informa del reino de los cielos; nos llama al arrepentimiento. El arrepentimiento es necesario para la entrada al reino de los cielos.
Aunque hay mucho más que podemos decir, espero que estas observaciones por lo menos nos preparan en los temas principales de todo el libro de Mateo.
Nuevo resumen:
Mateo enlaza su evangelio con el Antiguo Testamento por presentar a Jesús de Nazaret como el por quien se cumplen el pacto de Jehová con David y sus promesas sobre el Mesías.
Mateo enlaza su evangelio con el Antiguo Testamento por presentar a Jesús de Nazaret como el por quien se cumplen el pacto de Jehová con David y sus promesas sobre el Mesías.
En todavía más detalle:
Ahora que hemos pasado un poco más de ocho meses en la lectura diaria de todo el Antiguo Testamento, espero que nuestra lectura del inicio del Nuevo Testamento sea muy diferente que lo acostumbrado. Deben resaltar algunas observaciones que al leer detalladamente sólo el Nuevo Testamento probablemente no se ponen en evidencia. Por ejemplo:
1) Note que Mateo enlaza a Jesús de Nazaret con todo el Antiguo Testamento desde el primer versículo de su evangelio: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1). ¡Tres veces en el primer versículo hace referencia a pactos y promesas del Antiguo Testamento!
a) El título “Cristo” (un título basado en la palabra griega “Christos”, que es la traducción del hebreo “Mesías” como en 1 Samuel 2:10 y Salmo 2:2). Literalmente en el español es “Ungido”, como los reyes, los sacerdotes o los instrumentos del tabernáculo que fueron ungidos con aceite para honrarlos y demostrar que Jehová los ha separado de lo común y los ha escogido para su uso exclusivo. Por este título, Mateo indica que Jesús de Nazaret es el Ungido y Honrado de Dios, puesto aparte por sus propósitos profetizados desde hace siglos.
b) El título “hijo de David” lo identifica no sólo como un descendiente del rey David sino como el a quien señaló el pacto por decir: Yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo… Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente (2 Samuel 7:13, 14, 16).
c) El título “hijo de Abraham” lo identifica no sólo como un descendiente de Abraham sino como el descendiente más grande que Isaac indicado por el pacto al decir Jehová: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Génesis 22:18). El apóstol Pablo nos va a explicar más tarde en el Nuevo Testamento: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo (Gálatas 3:16). Desde el primer versículo de su evangelio, Mateo nos indica que Jesús es el en quien se cumple este pacto.
Note también que Mateo pone los títulos segundo y tercero al revés del orden cronológico. Mientras toda la genealogía que sigue va a estar en orden cronológico, en el primer versículo pone “hijo de David” antes de “hijo de Abraham”. Mateo desea hacer resaltar el pacto de Jehová con David y la identificación de Jesús como el Rey Ungido desde el primer versículo, por todo su evangelio y hasta sus últimas palabras.
2) Ahora que hemos leído todo el Antiguo Testamento y su repaso por la historia de Israel cuatro veces, debemos reconocer muchos de los nombres en la genealogía de Jesucristo. Pero note también la importancia de su genealogía. Hemos leído censos que identifican y organizan al pueblo de Israel (en Números 1 – 3, por ejemplo). Hemos leído genealogías que hacen enlace entre los que volvieron del exilio y sus antepasados que primero recibieron las promesas de Jehová (1 Crónicas 1 –8). Hemos leído genealogías con la intención de identificar a los levitas que pueden desempeñar responsabilidades importantes en el templo (1 Crónicas 23 – 26). Pero raras veces hemos leído una genealogía tan extensa para exaltar a una sola persona. Los únicos ejemplos comparables probablemente son las genealogías de Abraham (Génesis 11:10-32), de Moisés y Aarón (Éxodo 6:14-27) y la breve de David (Rut 4:18-22). Note que en todos estos casos, la genealogía sirve para hacer destacar a las personas clave en el próximo paso del plan de Jehová por la salvación. Y ahora al abrir el Nuevo Testamento, tal genealogía nos dirige a Jesucristo. Y por ser muy extensa, una que va por toda la historia de Israel en el Antiguo Testamento, nos sugiere que toda la historia de Israel llega a su ápice en Él.
3) Y esta importancia única de Jesucristo se ve en la lectura y la interpretación del Antiguo Testamento también. Note por ejemplo la primera profecía que Mateo cita en referencia directa a Jesús: Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mateo 1:22-23). Leímos esta profecía en Isaías 7. Vuelva a leerla y note que fue dirigida a una situación de la época de Isaías: Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla (Isaías 7:1). Inmediatamente nos cuenta el resultado de su tentativa: Pero no la pudieron tomar (Isaías 7:1), pero la conversación que sigue tomó lugar antes de que el fracaso de esos dos reyes fuera evidente: Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento (Isaías 7:2).
Jehová le manda a Isaías con un mensaje para el rey Acaz: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías (Isaías 7:4). Esos dos reyes piensan derrocar el trono de la casa de David en Jerusalén (Isaías 7:6), pero Jehová no se lo va a permitir (Isaías 7:7). En cambio, Jehová le anuncia a Acaz: Dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo (Isaías 7:8). Y le llama a ejercer la fe en su mensaje: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Isaías 7:9).
Para asegurar la fe de Acaz, Jehová le invita a pedir una señal: Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto (Isaías 7:11). Pero la respuesta de Acaz demuestra su falta de fe cubierta por una piedad fingida: No pediré, y no tentaré a Jehová (Isaías 7:12). Por eso el profeta Isaías le reprende y anuncia: El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada (Isaías 7:14-16). No sólo verá Acaz en poco tiempo el fin inesperado de las casas reales que le amenazan sino que entrarán las tropas asirias para devastar la tierra de Judá por su falta de fe casi al punto de derrotarla completamente (Isaías 7:17-20). En todo, note como la profecía sobre la virgen que concibe, el nacimiento del hijo llamado Emanuel y su niñez le informa a Acaz de los acontecimientos de su época presente. Si no hubiéramos leído el Nuevo Testamento, probablemente no veríamos en estos versículos ninguna aplicación a una generación siglos después de Acaz. Pero así es la suprema influencia del Señor Jesucristo: su Presencia reinterpreta todo lo que fue escrito antes. Una profecía aparentemente escrita para una situación histórica del reinado de Acaz de repente revela y confirma los detalles del nacimiento milagroso de su descendiente, el Mesías, muchos siglos después. Y de esta forma, todo el Antiguo Testamento cobra un nuevo sentido a la luz de Jesucristo.
4) El énfasis en el pacto davídico también se ve en el segundo capítulo. Herodes fue nombrado rey por los romanos, pero no es el rey buscado por los magos: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle (Mateo 2:2). Desde allí empieza un tema principal del evangelio de Mateo que va a crecer en importancia por todo el libro – el rechazo sistemático y violento de la autoridad del Mesías. Hace eco de la rebelión contra el ungido de Jehová en el Salmo 2: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas (Salmo 2:1-3). Veremos que el acercamiento del reino de los cielos no viene sin la oposición fuerte de los que no desean someterse a su orden… y como el Salmo 2 dice, su rebelión será vana: Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte (Salmo 2:6).
5) Note también que como Rey, Jesucristo se identifica con su pueblo. Compadece de ellos, y siempre responde en justicia a sus pruebas. Por ejemplo, en Mateo 4 Jesús es llevado al desierto por el Espíritu donde es probado por 40 días (como el pueblo de Jehová también fue probado por 40 años). En vez de quejarse sobre la falta de comida como los israelitas habían hecho, Jesús responde a la primera y a todas las tentaciones de Satanás en justicia, con la palabra de Dios del libro de Deuteronomio, el libro que les fue dado poco antes de pasar del desierto a la tierra prometida. Y en su gran compasión, el Rey Jesús ministra con poder a sus súbditos: Recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó (Mateo 4:23-24). A esta clase de Rey ha prometido Jehová levantar por su pueblo – un Rey de la casa de David, un Rey justo y compasivo de acuerdo con su palabra profetizada. Mientras seguimos leyendo el evangelio de Mateo, que nuestra preparación en el Antiguo Testamento haga crecer nuestro aprecio del Rey de reyes, Jesucristo.
Ahora que hemos pasado un poco más de ocho meses en la lectura diaria de todo el Antiguo Testamento, espero que nuestra lectura del inicio del Nuevo Testamento sea muy diferente que lo acostumbrado. Deben resaltar algunas observaciones que al leer detalladamente sólo el Nuevo Testamento probablemente no se ponen en evidencia. Por ejemplo:
1) Note que Mateo enlaza a Jesús de Nazaret con todo el Antiguo Testamento desde el primer versículo de su evangelio: Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1). ¡Tres veces en el primer versículo hace referencia a pactos y promesas del Antiguo Testamento!
a) El título “Cristo” (un título basado en la palabra griega “Christos”, que es la traducción del hebreo “Mesías” como en 1 Samuel 2:10 y Salmo 2:2). Literalmente en el español es “Ungido”, como los reyes, los sacerdotes o los instrumentos del tabernáculo que fueron ungidos con aceite para honrarlos y demostrar que Jehová los ha separado de lo común y los ha escogido para su uso exclusivo. Por este título, Mateo indica que Jesús de Nazaret es el Ungido y Honrado de Dios, puesto aparte por sus propósitos profetizados desde hace siglos.
b) El título “hijo de David” lo identifica no sólo como un descendiente del rey David sino como el a quien señaló el pacto por decir: Yo afirmaré para siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mi hijo… Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente (2 Samuel 7:13, 14, 16).
c) El título “hijo de Abraham” lo identifica no sólo como un descendiente de Abraham sino como el descendiente más grande que Isaac indicado por el pacto al decir Jehová: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Génesis 22:18). El apóstol Pablo nos va a explicar más tarde en el Nuevo Testamento: Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo (Gálatas 3:16). Desde el primer versículo de su evangelio, Mateo nos indica que Jesús es el en quien se cumple este pacto.
Note también que Mateo pone los títulos segundo y tercero al revés del orden cronológico. Mientras toda la genealogía que sigue va a estar en orden cronológico, en el primer versículo pone “hijo de David” antes de “hijo de Abraham”. Mateo desea hacer resaltar el pacto de Jehová con David y la identificación de Jesús como el Rey Ungido desde el primer versículo, por todo su evangelio y hasta sus últimas palabras.
2) Ahora que hemos leído todo el Antiguo Testamento y su repaso por la historia de Israel cuatro veces, debemos reconocer muchos de los nombres en la genealogía de Jesucristo. Pero note también la importancia de su genealogía. Hemos leído censos que identifican y organizan al pueblo de Israel (en Números 1 – 3, por ejemplo). Hemos leído genealogías que hacen enlace entre los que volvieron del exilio y sus antepasados que primero recibieron las promesas de Jehová (1 Crónicas 1 –8). Hemos leído genealogías con la intención de identificar a los levitas que pueden desempeñar responsabilidades importantes en el templo (1 Crónicas 23 – 26). Pero raras veces hemos leído una genealogía tan extensa para exaltar a una sola persona. Los únicos ejemplos comparables probablemente son las genealogías de Abraham (Génesis 11:10-32), de Moisés y Aarón (Éxodo 6:14-27) y la breve de David (Rut 4:18-22). Note que en todos estos casos, la genealogía sirve para hacer destacar a las personas clave en el próximo paso del plan de Jehová por la salvación. Y ahora al abrir el Nuevo Testamento, tal genealogía nos dirige a Jesucristo. Y por ser muy extensa, una que va por toda la historia de Israel en el Antiguo Testamento, nos sugiere que toda la historia de Israel llega a su ápice en Él.
3) Y esta importancia única de Jesucristo se ve en la lectura y la interpretación del Antiguo Testamento también. Note por ejemplo la primera profecía que Mateo cita en referencia directa a Jesús: Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros (Mateo 1:22-23). Leímos esta profecía en Isaías 7. Vuelva a leerla y note que fue dirigida a una situación de la época de Isaías: Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla (Isaías 7:1). Inmediatamente nos cuenta el resultado de su tentativa: Pero no la pudieron tomar (Isaías 7:1), pero la conversación que sigue tomó lugar antes de que el fracaso de esos dos reyes fuera evidente: Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento (Isaías 7:2).
Jehová le manda a Isaías con un mensaje para el rey Acaz: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías (Isaías 7:4). Esos dos reyes piensan derrocar el trono de la casa de David en Jerusalén (Isaías 7:6), pero Jehová no se lo va a permitir (Isaías 7:7). En cambio, Jehová le anuncia a Acaz: Dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo (Isaías 7:8). Y le llama a ejercer la fe en su mensaje: Si vosotros no creyereis, de cierto no permaneceréis (Isaías 7:9).
Para asegurar la fe de Acaz, Jehová le invita a pedir una señal: Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto (Isaías 7:11). Pero la respuesta de Acaz demuestra su falta de fe cubierta por una piedad fingida: No pediré, y no tentaré a Jehová (Isaías 7:12). Por eso el profeta Isaías le reprende y anuncia: El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada (Isaías 7:14-16). No sólo verá Acaz en poco tiempo el fin inesperado de las casas reales que le amenazan sino que entrarán las tropas asirias para devastar la tierra de Judá por su falta de fe casi al punto de derrotarla completamente (Isaías 7:17-20). En todo, note como la profecía sobre la virgen que concibe, el nacimiento del hijo llamado Emanuel y su niñez le informa a Acaz de los acontecimientos de su época presente. Si no hubiéramos leído el Nuevo Testamento, probablemente no veríamos en estos versículos ninguna aplicación a una generación siglos después de Acaz. Pero así es la suprema influencia del Señor Jesucristo: su Presencia reinterpreta todo lo que fue escrito antes. Una profecía aparentemente escrita para una situación histórica del reinado de Acaz de repente revela y confirma los detalles del nacimiento milagroso de su descendiente, el Mesías, muchos siglos después. Y de esta forma, todo el Antiguo Testamento cobra un nuevo sentido a la luz de Jesucristo.
4) El énfasis en el pacto davídico también se ve en el segundo capítulo. Herodes fue nombrado rey por los romanos, pero no es el rey buscado por los magos: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle (Mateo 2:2). Desde allí empieza un tema principal del evangelio de Mateo que va a crecer en importancia por todo el libro – el rechazo sistemático y violento de la autoridad del Mesías. Hace eco de la rebelión contra el ungido de Jehová en el Salmo 2: ¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas (Salmo 2:1-3). Veremos que el acercamiento del reino de los cielos no viene sin la oposición fuerte de los que no desean someterse a su orden… y como el Salmo 2 dice, su rebelión será vana: Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte (Salmo 2:6).
5) Note también que como Rey, Jesucristo se identifica con su pueblo. Compadece de ellos, y siempre responde en justicia a sus pruebas. Por ejemplo, en Mateo 4 Jesús es llevado al desierto por el Espíritu donde es probado por 40 días (como el pueblo de Jehová también fue probado por 40 años). En vez de quejarse sobre la falta de comida como los israelitas habían hecho, Jesús responde a la primera y a todas las tentaciones de Satanás en justicia, con la palabra de Dios del libro de Deuteronomio, el libro que les fue dado poco antes de pasar del desierto a la tierra prometida. Y en su gran compasión, el Rey Jesús ministra con poder a sus súbditos: Recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó (Mateo 4:23-24). A esta clase de Rey ha prometido Jehová levantar por su pueblo – un Rey de la casa de David, un Rey justo y compasivo de acuerdo con su palabra profetizada. Mientras seguimos leyendo el evangelio de Mateo, que nuestra preparación en el Antiguo Testamento haga crecer nuestro aprecio del Rey de reyes, Jesucristo.
Citas de otros autores:
Aún la dirección sobrenatural como la de la estrella sólo puede llevar a los astrólogos hasta cierto punto; para la dirección más específica, tienen que pedir a los líderes en Jerusalén dónde se nacerá el Rey (Mateo 2:2). Es decir, su revelación sólo fue parcial; tienen que someterse completamente a su revelación en las Sagradas Escrituras, preservadas por los judíos.
(De Keener, Craig S., The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary. Grand Rapids, Eerdmans, 2009, pág. 100.)
Mateo 4 - El reino de Dios es el gobierno de Dios, el ejercicio del dominio de Dios. Es Dios en su reino, mandando y logrando su voluntad. Y el reino de Dios ha acontecido supremamente en el Señor Jesucristo. No puedes tener un reino sin rey, y él es el Rey. El reino le fue entregado, y todo lo que hizo fue hecho para que este reino se manifestara en toda su plenitud gloriosa.
En la dispensación del Antiguo Testamento, este ‹‹reino de Dios›› tomó la forma externa del pueblo de Israel. Era el pueblo de Dios, ‹‹un reino de sacerdotes›› como Dios les dijo en el Monte Sinaí (Éxodo 19:6). Pero la nueva forma que toma el reino de Dios ahora es la iglesia cristiana. Las palabras de nuestro Señor habladas al final de su vida eran la verdad sobre toda la nación: El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él (Mateo 21:43). Este dicho importantísimo indica que el reino de Dios ahora se ve en su forma visible en la iglesia cristiana.
Pero igualmente clara y explícita es la enseñanza que el reino de Dios será visto, otra vez en forma visible, en una manera más maravillosa y gloriosa cuando nuestro Señor vuelve a este mundo. Esta es la gran enseñanza de la segunda venida de nuestro Señor. En aquel día vendrá en las nubes del cielo con sus santos ángeles. Juzgará al mundo en justicia y vencerá cada enemigo, echándolos al lago de fuego. Y su reino será universal, y se oirá el grito: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos (Apocalipsis 11:15)… Este será el Fin. Como Pablo dice en 1 Corintios 15, cada reino y autoridad y poder serán sujetados, el reino será establecido en todas partes, y el Hijo lo entregará al Padre para que Dios sea todo en todos (1 Corintios 15:28). Esta es la enseñanza general de la Biblia sobre el reino de Dios, y nunca debemos olvidarla.
(De D. Martyn Lloyd-Jones, Romans: Liberty and Conscience: An Exposition of Chapter 14:1-7. Edinburgh, UK, Banner of Truth Trust, 2003, pág. 226-227).
Aún la dirección sobrenatural como la de la estrella sólo puede llevar a los astrólogos hasta cierto punto; para la dirección más específica, tienen que pedir a los líderes en Jerusalén dónde se nacerá el Rey (Mateo 2:2). Es decir, su revelación sólo fue parcial; tienen que someterse completamente a su revelación en las Sagradas Escrituras, preservadas por los judíos.
(De Keener, Craig S., The Gospel of Matthew: A Socio-Rhetorical Commentary. Grand Rapids, Eerdmans, 2009, pág. 100.)
Mateo 4 - El reino de Dios es el gobierno de Dios, el ejercicio del dominio de Dios. Es Dios en su reino, mandando y logrando su voluntad. Y el reino de Dios ha acontecido supremamente en el Señor Jesucristo. No puedes tener un reino sin rey, y él es el Rey. El reino le fue entregado, y todo lo que hizo fue hecho para que este reino se manifestara en toda su plenitud gloriosa.
En la dispensación del Antiguo Testamento, este ‹‹reino de Dios›› tomó la forma externa del pueblo de Israel. Era el pueblo de Dios, ‹‹un reino de sacerdotes›› como Dios les dijo en el Monte Sinaí (Éxodo 19:6). Pero la nueva forma que toma el reino de Dios ahora es la iglesia cristiana. Las palabras de nuestro Señor habladas al final de su vida eran la verdad sobre toda la nación: El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él (Mateo 21:43). Este dicho importantísimo indica que el reino de Dios ahora se ve en su forma visible en la iglesia cristiana.
Pero igualmente clara y explícita es la enseñanza que el reino de Dios será visto, otra vez en forma visible, en una manera más maravillosa y gloriosa cuando nuestro Señor vuelve a este mundo. Esta es la gran enseñanza de la segunda venida de nuestro Señor. En aquel día vendrá en las nubes del cielo con sus santos ángeles. Juzgará al mundo en justicia y vencerá cada enemigo, echándolos al lago de fuego. Y su reino será universal, y se oirá el grito: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos (Apocalipsis 11:15)… Este será el Fin. Como Pablo dice en 1 Corintios 15, cada reino y autoridad y poder serán sujetados, el reino será establecido en todas partes, y el Hijo lo entregará al Padre para que Dios sea todo en todos (1 Corintios 15:28). Esta es la enseñanza general de la Biblia sobre el reino de Dios, y nunca debemos olvidarla.
(De D. Martyn Lloyd-Jones, Romans: Liberty and Conscience: An Exposition of Chapter 14:1-7. Edinburgh, UK, Banner of Truth Trust, 2003, pág. 226-227).