Mateo 24 - 25
En resumen:
Jesús prepara a sus discípulos por la destrucción del templo y su segunda venida.
Jesús prepara a sus discípulos por la destrucción del templo y su segunda venida.
En más detalle:
Jesús ha decretado el juicio contra la religión hipócrita que encontró en el templo:
1) Como parábola de juicio, maldijo la higuera en Mateo 21:19.
2) Les anunció a los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo: El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él (Mateo 21:43).
3) En la parábola del rey que hizo fiesta de bodas a su hijo, les contó de la reacción del rey afrentado: Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad (Mateo 22:7).
4) Juzgó la hipocresía de los fariseos y anunció: He aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación (Mateo 23:34-36).
5) Jesús lamenta el juicio que vendrá sobre la ciudad y anuncia: He aquí vuestra casa os es dejada desierta (Mateo 23:38).
Pero estando allí entre tanta gente, con la realidad del día presente, los planes para los días próximos y la seguridad que se sentían al caminar entre las piedras grandes que forman el templo, los discípulos no han captado el significado del juicio que acaba de anunciar Jesús: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo (Mateo 24:1). Según Marcos 13:1, están maravillados con el tamaño de las piedras y la arquitectura impresionante que se había levantado. Pero con una profecía de un versículo, Jesús los despierta del sueño: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mateo 24:2).
Más tarde, cuando están en el monte de Olivos, probablemente con el templo a la vista, le preguntan a Jesús: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (Mateo 24:3)
[Antes de continuar, note que hay muchos cristianos devotos, sabios y bien preparados en la palabra de Dios que elaboran interpretaciones muy diferentes de los versículos que siguen. Mi intención no es criticar ninguna de esas teorías sino presentar con humildad lo que me parece la interpretación más lógica para un lector de esa época que del Nuevo Testamento sólo tiene enfrente el evangelio de Mateo. Luego, deseo ver cómo esta interpretación nos impacta el día de hoy, concentrando sólo en la lectura que tenemos delante.]
La puntuación de la traducción española Reina Valera 1960 sugiere que los discípulos preguntan por tres cosas: 1) ¿Cuándo serán estas cosas? 2) ¿qué señal habrá de tu venida? 3) ¿y [qué señal habrá] del fin del siglo? Hay que acordarse de que en el griego de esa época, no hubo puntuación para indicar las comas que utilizamos hoy. Creo que una lectura más natural del griego encuentra dos preguntas aquí: 1) ¿Cuándo serán estas cosas? 2) y ¿qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? Así lo han interpretado los editores de la Nueva Versión Internacional también, sin coma entre las palabras “venida” y “y del fin del…” Por eso, entiendo que la respuesta de Jesús cubre dos temas principales:
1) cuándo serán estas cosas, es decir, la destrucción del templo que anunció en versículo 2 en que no se quedará piedra sobre piedra, y
2) qué señal habrá de su venida, una venida que incluye también el fin del siglo.
Primero que todo, Jesús les dice a sus discípulos: Mirad que nadie os engañe (Mateo 24:4). Acuérdese de la confusión que ha seguido el ministerio de Jesucristo por casi todo el libro, una confusión en que han caído los discípulos a veces. No se va a acabar con su crucifixión y resurrección. Además, será una confusión agresiva cuando llegan algunos como lobos vestidos de ovejas: Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán (Mateo 24:5). Encima de esto, los eventos mundiales van a indicar un gran cambio como el fin del siglo: Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin (Mateo 24:6). Es decir, estos eventos preocupantes mundiales no serán evidencia de la llegada del fin, y los discípulos no deben perder su tiempo en preocuparse por esa conexión. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores (Mateo 24:7-8). El fin verdadero será mucho más impactante que lo que indican esos eventos.
Entonces os entregarán a tribulación (Mateo 24:9). Note que la tribulación es la experiencia del discípulo; Jesús no les prometió a sus discípulos una vida sin tribulación. Y su experiencia será más severa: Y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre (Mateo 24:9). Mucho más llamativa que los eventos mundiales será la experiencia personal de persecución por seguir a Jesús. Los discípulos van a experimentar la traición y el engaño: Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos (Mateo 24:10-11). Hasta se sentirá la falta de dos características esenciales del reino de Dios, la santidad y el amor: Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:12).
Por eso, Jesús presenta el tema principal que desea que sus discípulos guarden en toda esa confusión y tribulación, el tema principal que va a elaborar en todo capítulo 24 y 25: Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mateo 24:13). El verdadero discípulo de Jesucristo tiene que prepararse de antemano para perseverar en la fe y el amor a su Señor a pesar del engaño agresivo y la confusión que engendra, la persecución que termina en la muerte y la falta de santidad y amor en su iglesia. Tiene que perseverar porque así hará su Señor también: Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin (Mateo 24:14). Como el Señor no va a abandonar el anuncio del evangelio a pesar de la tribulación, la persecución, la confusión, la inmoralidad y la soberbia en el mundo sino que lo empoderará para que sea predicado a todas las naciones, así su verdadero discípulo va a perseverar activa y poderosamente en la fe sin tropezar por los obstáculos alrededor.
Ahora que Jesús ha destacado la actitud que tienen que guardar sus discípulos a estos eventos, contesta la primera pregunta de los discípulos: ¿Cuándo serán estas cosas? (Mateo 24:3), la pregunta en referencia a la profecía de Jesús: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mateo 24:2). La contesta por una referencia profética: Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (Mateo 24:15). La abominación desoladora se describe en Daniel 8:13; 9:27; 11:31; 12:11 en conexión con el rey del norte que profanará el santuario y sobre quien será derramada la destrucción. La profecía fue cumplida en 167 a.C. cuando Antíoco Epífanes conquistó Jerusalén, prohibió los sacrificios judíos en el templo y levantó un altar por sacrificios paganos. Esta situación continuó por tres años hasta que Judas Macabeo tomó control de Jerusalén de nuevo, purificó el templo y reinstituyó los ritos judíos (France, R.T, The Gospel of Matthew, New International Commentary of the New Testament; 2007: Grand Rapids, Eerdmans, pág. 911). Aunque la profecía de Daniel se ha cumplido, Jesús hace referencia de la
abominación desoladora como algo futuro que sus discípulos van a ver. Es decir, esta profecía de Daniel tiene un cumplimiento múltiple. Como hemos visto en las profecías acerca de Jesucristo (por ejemplo de Isaías 7:14 en Mateo 1:22-23), su Presencia y su enseñanza reconfiguran las profecías del Antiguo Testamento y las llenan con un nuevo significado y aplicación.
¿A qué refiere la abominación desoladora, entonces? Una referencia editorial nos dice: El que lea, entiende (Mateo 24:15), otra referencia a Daniel: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin… pero los entendidos comprenderán (Daniel 12:9-10). El discípulo que persevera igual como Daniel le va a pedir sabiduría de Dios para poder entender estos eventos. Y en el evangelio de Lucas se revela su significado: Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado (Lucas 21:20). Es una referencia a la campaña militar romana en los años 67-68 d.C. para aplastar la rebelión judía en la Palestina que, después de ser suspendida en 68-69 d.C. por la guerra civil en Roma, se reinició en el año 69 y se culminó en el sitio de Jerusalén y la destrucción entera de la ciudad y el templo en 70 d.C.
Note que aquí habla Jesús de una destrucción local: Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes (Mateo 24:16). La llegada de las tropas paganas (menos de 40 años después de que la describió Jesús) va a ser tan rápida que no habrá tiempo para contemplarla: El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa (Mateo 24:17-18). Todos, hasta los más vulnerables, serán expuestos al terror venidero: Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! (Mateo 24:19) Cuando los discípulos levantan peticiones en anticipación de ese evento, no deben pedir que no ocurra – ya se ha decidido que va a ocurrir – sino que encuentren alguna misericordia en sus esfuerzos para escaparlo: Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo (Mateo 24:20; note que uno no quiere que sea en día de reposo, no porque tendría que quebrar algún mandamiento que restringe la distancia que puede viajar sino porque sería mucho más difícil encontrar el alimento y la ayuda que necesitan mientras no hay mercados en camino).
El peligro, terror y sufrimiento de esos días para los discípulos no tendrán comparación: Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mateo 24:21). También serían intolerables si no fuera por la misericordia de Dios: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los elegidos, aquellos días serán acortados (Mateo 24:22). Como hemos visto en muchas profecías del Antiguo Testamento, cuando se descarga el juicio de Dios, Él será fiel para proteger a los suyos aunque sufrirán gran tribulación.
En esta revelación, Jesús vuelve al tema de la perseverancia en medio de la confusión y el engaño agresivo: Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos (Mateo 24:23-24). Que se mantengan preparados para no ser engañados: Ya os lo he dicho antes (Mateo 24:25).
De aquí Jesús empieza a enseñar la diferencia entre su llegada según los falsos profetas y su llegada verdadera: Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:26-27). Su venida será rápido, claramente visible a todos y notable: Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas (Mateo 24:28).
Note que Mateo 24:26-28, y sobre todo versículo 27, es un paréntesis en que Jesús brevemente pone de lado su profecía sobre la destrucción de Jerusalén para señalar algunas características de su segunda venida. Ahora en versículo 29 vuelve al tema de la destrucción de Jerusalén, un tema que dejó incompleto – todavía no ha hablado de la destrucción del templo mismo; sólo ha hablado del engaño agresivo, de la abominación desoladora y la gran tribulación que van a sufrir los discípulos al huir de este evento local. Vuelve a este tema al decir: Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días (Mateo 24:29), los días cuando huyen del sitio de Jerusalén.
Luego dice: El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas (Mateo 24:29). Aquí Jesús declara en símbolos proféticos del Antiguo Testamento la caída violenta de una época y el inicio de una nueva. Acuérdese de que los leímos en Isaías 13 cuando profetizó de la caída de Babilonia: He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes (Isaías 13:9-11). El cosmos se disuelve también cuando Jehová juzga a todas las naciones, específicamente a Edom: Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera. Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema (Isaías 34:4-5). Ezequiel levanta endechas por Faraón por los mismos símbolos: Cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor (Ezequiel 32:7-8). El día de Jehová juzga a los israelitas en la plaga de langostas en la generación del profeta Joel: Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor… El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová (Joel 2:10, 31). El mismo desorden cósmico anunciará el juicio de Jehová contra Israel en la época del profeta Amós: Acontecerá en aquel día, dice Jehová el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro (Amós 8:9). Será seguido por la lamentación personal: Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo (Amós 8:10). Por los mismos símbolos proféticos, Jesús anuncia el juicio de Dios contra la religión hipócrita del templo que había denunciado detalladamente en Mateo 21 – 23: El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas (Mateo 24:29). Todo el sistema religioso asociado con el templo será derrocado por el juicio justo de Dios.
Será remplazado por una nueva época centrado en Jesucristo, no en el templo: Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria (Mateo 24:30). Este versículo no refiere a la segunda venida de Jesucristo a la tierra sino al acercamiento del Hijo del Hombre al Anciano de días en el cielo en Daniel 7: He aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Daniel 7:13-14). La destrucción del templo será la vindicación de que ha sido superado por el reino de Jesucristo, el Hijo del Hombre que desde el cielo ejerce dominio sobre todas las naciones a la diestra del Padre (France, The Gospel of Matthew, 924). La reacción de las tribus de la tierra cumple la profecía de Zacarías: Mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén (Zacarías 12:10-11). En Mateo 24:30 refiere específicamente a las tribus de Israel en la tierra prometida, y lamentan el hecho de que el Hijo de Hombre a quien han rechazado ahora ha sido entronado como el Ungido de Jehová por excelencia (France, The Gospel of Matthew, 924-25). Si entendemos que las palabras “en el cielo”modifican al “Hijo del Hombre” en vez de “la señal” para indicar de dónde reina, la señal del Hijo del Hombre es la destrucción del templo en Jerusalén (France, The Gospel of Matthew, 926). Este cumplimiento de sus decretos de juicio en Mateo 21 – 23 demuestra que reina en lo alto.
Luego: Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro (Mateo 24:31). Así describe el anuncio del evangelio con poder a todas las naciones, la comisión con que terminará el libro de Mateo. Así la religión centrada en el templo será superada por la devoción centrada en Cristo Jesús.
Jesús confirma la respuesta que les ha dado a los discípulos por su pregunta: ¿Cuándo serán estas cosas? (Mateo 24:3) De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca (Mateo 24:32-34). Y en menos de 40 años, los eventos que profetiza serán cumplidos. Por eso insiste: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mateo 24:35).
Luego Jesús cambia de tema para contestar la segunda pregunta de los discípulos: ¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? (Mateo 24:3). Mientras Jesús pudo decir que la destrucción de Jerusalén ocurriría en esa misma generación, contesta sobre su segunda venida: Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre (Mateo 24:36). Además, va a ocurrir con una rapidez que no admitirá ninguna señal: Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:37-39). La abominación desoladora servirá de señal para la destrucción de Jerusalén – aunque no habrá tiempo para descender de la azotea para sacar algo de la casa, todavía habrá tiempo para reconocer la señal y correr. Pero no habrá tal señal para la segunda venida de Jesucristo: Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada (Mateo 24:40-41). Estarán trabajando en los quehaceres diarios sin sentir ningún peligro ni
ansiedad – de repente, uno será llevado. Note que Jesús no nos dice adónde será llevado ni para qué, si es por
juicio o por protección – sólo quiere indicar la rapidez y la falta de anticipación con que va a ocurrir. Por eso insiste en la lección que va a subrayar con las parábolas que siguen en todo capítulo 24 y 25: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mateo 24:42).
Porque no habrá señal, el verdadero discípulo necesitará estar preparado en todo momento. Así enseña Jesús en la parábola que sigue: Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis (Mateo 24:43-44).
¿Cómo estarán preparados los discípulos? Por servir diligentemente a sus consiervos: ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá (Mateo 24:45-47). Y los discípulos tendrán que guardarse de la tentación de servirse a sí mismos y sus placeres carnales por la aparente falta de supervisión y vigilancia de parte de su Señor: Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 24:48-51).
Jesús explica la preparación de los discípulos por las tres parábolas de Mateo 25. En la parábola de las 10 vírgenes (Mateo 25:1-13), Jesús insiste que la preparación sea hecha con anticipación; cuando llegue la hora, no habrá tiempo para prepararse. También, la preparación es individual; no se puede depender de la preparación de otros cuando llegue ese día. Note también que termina con la misma lección que declaró en Mateo 24:42: Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir (Mateo 25:13).
En la parábola de los tres siervos y los talentos (Mateo 25:14-30), Jesús expande la lección sobre la preparación individual con anticipación. Será una inversión de todo lo que ha recibido para el beneficio del Señor, y como las inversiones, será de largo plazo. Los esclavos fieles van a ser premiados; los negligentes recibirán castigo. Pero, ¿cómo será esta inversión? ¿Qué exactamente se va a invertir? La parábola de las ovejas y los cabritos en Mateo 25:31-46 la explica. El discípulo verdadero pone en evidencia su fe firme en Jesús por servir diligentemente a sus hermanos necesitados. En servirles a ellos, le han servido a Jesucristo mismo.
En resumen, la respuesta de Jesús a las preguntas de los discípulos (¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?) hace mucho más que satisfacer una curiosidad intelectual. Prepara a los discípulos a perseverar en medio de engaños agresivos, tribulación y persecución. Confirma la fe en su palabra por predecir la destrucción de Jerusalén y el dominio universal del Hijo del Hombre. Les informa que no habrá señal antes de su segunda venida, y por eso les entrena en la inversión diligente y a largo plazo en el reino por aliviar el sufrimiento físico de sus hermanos necesitados.
Si hemos leído correctamente Mateo 24 – 25, encontraremos no sólo la satisfacción intelectual sino la reconfirmación en la fe manifestada en una perseverancia en la doctrina sana sobre Jesucristo y un servicio diligente y constante a nuestros hermanos necesitados en la fe. Que escuchemos también las palabras: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mateo 25:21, 23).
Jesús ha decretado el juicio contra la religión hipócrita que encontró en el templo:
1) Como parábola de juicio, maldijo la higuera en Mateo 21:19.
2) Les anunció a los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo: El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él (Mateo 21:43).
3) En la parábola del rey que hizo fiesta de bodas a su hijo, les contó de la reacción del rey afrentado: Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad (Mateo 22:7).
4) Juzgó la hipocresía de los fariseos y anunció: He aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad; para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar. De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación (Mateo 23:34-36).
5) Jesús lamenta el juicio que vendrá sobre la ciudad y anuncia: He aquí vuestra casa os es dejada desierta (Mateo 23:38).
Pero estando allí entre tanta gente, con la realidad del día presente, los planes para los días próximos y la seguridad que se sentían al caminar entre las piedras grandes que forman el templo, los discípulos no han captado el significado del juicio que acaba de anunciar Jesús: Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo (Mateo 24:1). Según Marcos 13:1, están maravillados con el tamaño de las piedras y la arquitectura impresionante que se había levantado. Pero con una profecía de un versículo, Jesús los despierta del sueño: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mateo 24:2).
Más tarde, cuando están en el monte de Olivos, probablemente con el templo a la vista, le preguntan a Jesús: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (Mateo 24:3)
[Antes de continuar, note que hay muchos cristianos devotos, sabios y bien preparados en la palabra de Dios que elaboran interpretaciones muy diferentes de los versículos que siguen. Mi intención no es criticar ninguna de esas teorías sino presentar con humildad lo que me parece la interpretación más lógica para un lector de esa época que del Nuevo Testamento sólo tiene enfrente el evangelio de Mateo. Luego, deseo ver cómo esta interpretación nos impacta el día de hoy, concentrando sólo en la lectura que tenemos delante.]
La puntuación de la traducción española Reina Valera 1960 sugiere que los discípulos preguntan por tres cosas: 1) ¿Cuándo serán estas cosas? 2) ¿qué señal habrá de tu venida? 3) ¿y [qué señal habrá] del fin del siglo? Hay que acordarse de que en el griego de esa época, no hubo puntuación para indicar las comas que utilizamos hoy. Creo que una lectura más natural del griego encuentra dos preguntas aquí: 1) ¿Cuándo serán estas cosas? 2) y ¿qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? Así lo han interpretado los editores de la Nueva Versión Internacional también, sin coma entre las palabras “venida” y “y del fin del…” Por eso, entiendo que la respuesta de Jesús cubre dos temas principales:
1) cuándo serán estas cosas, es decir, la destrucción del templo que anunció en versículo 2 en que no se quedará piedra sobre piedra, y
2) qué señal habrá de su venida, una venida que incluye también el fin del siglo.
Primero que todo, Jesús les dice a sus discípulos: Mirad que nadie os engañe (Mateo 24:4). Acuérdese de la confusión que ha seguido el ministerio de Jesucristo por casi todo el libro, una confusión en que han caído los discípulos a veces. No se va a acabar con su crucifixión y resurrección. Además, será una confusión agresiva cuando llegan algunos como lobos vestidos de ovejas: Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán (Mateo 24:5). Encima de esto, los eventos mundiales van a indicar un gran cambio como el fin del siglo: Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin (Mateo 24:6). Es decir, estos eventos preocupantes mundiales no serán evidencia de la llegada del fin, y los discípulos no deben perder su tiempo en preocuparse por esa conexión. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores (Mateo 24:7-8). El fin verdadero será mucho más impactante que lo que indican esos eventos.
Entonces os entregarán a tribulación (Mateo 24:9). Note que la tribulación es la experiencia del discípulo; Jesús no les prometió a sus discípulos una vida sin tribulación. Y su experiencia será más severa: Y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre (Mateo 24:9). Mucho más llamativa que los eventos mundiales será la experiencia personal de persecución por seguir a Jesús. Los discípulos van a experimentar la traición y el engaño: Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos (Mateo 24:10-11). Hasta se sentirá la falta de dos características esenciales del reino de Dios, la santidad y el amor: Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:12).
Por eso, Jesús presenta el tema principal que desea que sus discípulos guarden en toda esa confusión y tribulación, el tema principal que va a elaborar en todo capítulo 24 y 25: Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mateo 24:13). El verdadero discípulo de Jesucristo tiene que prepararse de antemano para perseverar en la fe y el amor a su Señor a pesar del engaño agresivo y la confusión que engendra, la persecución que termina en la muerte y la falta de santidad y amor en su iglesia. Tiene que perseverar porque así hará su Señor también: Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin (Mateo 24:14). Como el Señor no va a abandonar el anuncio del evangelio a pesar de la tribulación, la persecución, la confusión, la inmoralidad y la soberbia en el mundo sino que lo empoderará para que sea predicado a todas las naciones, así su verdadero discípulo va a perseverar activa y poderosamente en la fe sin tropezar por los obstáculos alrededor.
Ahora que Jesús ha destacado la actitud que tienen que guardar sus discípulos a estos eventos, contesta la primera pregunta de los discípulos: ¿Cuándo serán estas cosas? (Mateo 24:3), la pregunta en referencia a la profecía de Jesús: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada (Mateo 24:2). La contesta por una referencia profética: Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (Mateo 24:15). La abominación desoladora se describe en Daniel 8:13; 9:27; 11:31; 12:11 en conexión con el rey del norte que profanará el santuario y sobre quien será derramada la destrucción. La profecía fue cumplida en 167 a.C. cuando Antíoco Epífanes conquistó Jerusalén, prohibió los sacrificios judíos en el templo y levantó un altar por sacrificios paganos. Esta situación continuó por tres años hasta que Judas Macabeo tomó control de Jerusalén de nuevo, purificó el templo y reinstituyó los ritos judíos (France, R.T, The Gospel of Matthew, New International Commentary of the New Testament; 2007: Grand Rapids, Eerdmans, pág. 911). Aunque la profecía de Daniel se ha cumplido, Jesús hace referencia de la
abominación desoladora como algo futuro que sus discípulos van a ver. Es decir, esta profecía de Daniel tiene un cumplimiento múltiple. Como hemos visto en las profecías acerca de Jesucristo (por ejemplo de Isaías 7:14 en Mateo 1:22-23), su Presencia y su enseñanza reconfiguran las profecías del Antiguo Testamento y las llenan con un nuevo significado y aplicación.
¿A qué refiere la abominación desoladora, entonces? Una referencia editorial nos dice: El que lea, entiende (Mateo 24:15), otra referencia a Daniel: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin… pero los entendidos comprenderán (Daniel 12:9-10). El discípulo que persevera igual como Daniel le va a pedir sabiduría de Dios para poder entender estos eventos. Y en el evangelio de Lucas se revela su significado: Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado (Lucas 21:20). Es una referencia a la campaña militar romana en los años 67-68 d.C. para aplastar la rebelión judía en la Palestina que, después de ser suspendida en 68-69 d.C. por la guerra civil en Roma, se reinició en el año 69 y se culminó en el sitio de Jerusalén y la destrucción entera de la ciudad y el templo en 70 d.C.
Note que aquí habla Jesús de una destrucción local: Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes (Mateo 24:16). La llegada de las tropas paganas (menos de 40 años después de que la describió Jesús) va a ser tan rápida que no habrá tiempo para contemplarla: El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa (Mateo 24:17-18). Todos, hasta los más vulnerables, serán expuestos al terror venidero: Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! (Mateo 24:19) Cuando los discípulos levantan peticiones en anticipación de ese evento, no deben pedir que no ocurra – ya se ha decidido que va a ocurrir – sino que encuentren alguna misericordia en sus esfuerzos para escaparlo: Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo (Mateo 24:20; note que uno no quiere que sea en día de reposo, no porque tendría que quebrar algún mandamiento que restringe la distancia que puede viajar sino porque sería mucho más difícil encontrar el alimento y la ayuda que necesitan mientras no hay mercados en camino).
El peligro, terror y sufrimiento de esos días para los discípulos no tendrán comparación: Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá (Mateo 24:21). También serían intolerables si no fuera por la misericordia de Dios: Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los elegidos, aquellos días serán acortados (Mateo 24:22). Como hemos visto en muchas profecías del Antiguo Testamento, cuando se descarga el juicio de Dios, Él será fiel para proteger a los suyos aunque sufrirán gran tribulación.
En esta revelación, Jesús vuelve al tema de la perseverancia en medio de la confusión y el engaño agresivo: Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos (Mateo 24:23-24). Que se mantengan preparados para no ser engañados: Ya os lo he dicho antes (Mateo 24:25).
De aquí Jesús empieza a enseñar la diferencia entre su llegada según los falsos profetas y su llegada verdadera: Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:26-27). Su venida será rápido, claramente visible a todos y notable: Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas (Mateo 24:28).
Note que Mateo 24:26-28, y sobre todo versículo 27, es un paréntesis en que Jesús brevemente pone de lado su profecía sobre la destrucción de Jerusalén para señalar algunas características de su segunda venida. Ahora en versículo 29 vuelve al tema de la destrucción de Jerusalén, un tema que dejó incompleto – todavía no ha hablado de la destrucción del templo mismo; sólo ha hablado del engaño agresivo, de la abominación desoladora y la gran tribulación que van a sufrir los discípulos al huir de este evento local. Vuelve a este tema al decir: Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días (Mateo 24:29), los días cuando huyen del sitio de Jerusalén.
Luego dice: El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas (Mateo 24:29). Aquí Jesús declara en símbolos proféticos del Antiguo Testamento la caída violenta de una época y el inicio de una nueva. Acuérdese de que los leímos en Isaías 13 cuando profetizó de la caída de Babilonia: He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes (Isaías 13:9-11). El cosmos se disuelve también cuando Jehová juzga a todas las naciones, específicamente a Edom: Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera. Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema (Isaías 34:4-5). Ezequiel levanta endechas por Faraón por los mismos símbolos: Cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor (Ezequiel 32:7-8). El día de Jehová juzga a los israelitas en la plaga de langostas en la generación del profeta Joel: Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor… El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová (Joel 2:10, 31). El mismo desorden cósmico anunciará el juicio de Jehová contra Israel en la época del profeta Amós: Acontecerá en aquel día, dice Jehová el Señor, que haré que se ponga el sol a mediodía, y cubriré de tinieblas la tierra en el día claro (Amós 8:9). Será seguido por la lamentación personal: Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones; y haré poner cilicio sobre todo lomo, y que se rape toda cabeza; y la volveré como en llanto de unigénito, y su postrimería como día amargo (Amós 8:10). Por los mismos símbolos proféticos, Jesús anuncia el juicio de Dios contra la religión hipócrita del templo que había denunciado detalladamente en Mateo 21 – 23: El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas (Mateo 24:29). Todo el sistema religioso asociado con el templo será derrocado por el juicio justo de Dios.
Será remplazado por una nueva época centrado en Jesucristo, no en el templo: Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria (Mateo 24:30). Este versículo no refiere a la segunda venida de Jesucristo a la tierra sino al acercamiento del Hijo del Hombre al Anciano de días en el cielo en Daniel 7: He aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Daniel 7:13-14). La destrucción del templo será la vindicación de que ha sido superado por el reino de Jesucristo, el Hijo del Hombre que desde el cielo ejerce dominio sobre todas las naciones a la diestra del Padre (France, The Gospel of Matthew, 924). La reacción de las tribus de la tierra cumple la profecía de Zacarías: Mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén (Zacarías 12:10-11). En Mateo 24:30 refiere específicamente a las tribus de Israel en la tierra prometida, y lamentan el hecho de que el Hijo de Hombre a quien han rechazado ahora ha sido entronado como el Ungido de Jehová por excelencia (France, The Gospel of Matthew, 924-25). Si entendemos que las palabras “en el cielo”modifican al “Hijo del Hombre” en vez de “la señal” para indicar de dónde reina, la señal del Hijo del Hombre es la destrucción del templo en Jerusalén (France, The Gospel of Matthew, 926). Este cumplimiento de sus decretos de juicio en Mateo 21 – 23 demuestra que reina en lo alto.
Luego: Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro (Mateo 24:31). Así describe el anuncio del evangelio con poder a todas las naciones, la comisión con que terminará el libro de Mateo. Así la religión centrada en el templo será superada por la devoción centrada en Cristo Jesús.
Jesús confirma la respuesta que les ha dado a los discípulos por su pregunta: ¿Cuándo serán estas cosas? (Mateo 24:3) De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca (Mateo 24:32-34). Y en menos de 40 años, los eventos que profetiza serán cumplidos. Por eso insiste: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mateo 24:35).
Luego Jesús cambia de tema para contestar la segunda pregunta de los discípulos: ¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? (Mateo 24:3). Mientras Jesús pudo decir que la destrucción de Jerusalén ocurriría en esa misma generación, contesta sobre su segunda venida: Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre (Mateo 24:36). Además, va a ocurrir con una rapidez que no admitirá ninguna señal: Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre (Mateo 24:37-39). La abominación desoladora servirá de señal para la destrucción de Jerusalén – aunque no habrá tiempo para descender de la azotea para sacar algo de la casa, todavía habrá tiempo para reconocer la señal y correr. Pero no habrá tal señal para la segunda venida de Jesucristo: Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada (Mateo 24:40-41). Estarán trabajando en los quehaceres diarios sin sentir ningún peligro ni
ansiedad – de repente, uno será llevado. Note que Jesús no nos dice adónde será llevado ni para qué, si es por
juicio o por protección – sólo quiere indicar la rapidez y la falta de anticipación con que va a ocurrir. Por eso insiste en la lección que va a subrayar con las parábolas que siguen en todo capítulo 24 y 25: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mateo 24:42).
Porque no habrá señal, el verdadero discípulo necesitará estar preparado en todo momento. Así enseña Jesús en la parábola que sigue: Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis (Mateo 24:43-44).
¿Cómo estarán preparados los discípulos? Por servir diligentemente a sus consiervos: ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá (Mateo 24:45-47). Y los discípulos tendrán que guardarse de la tentación de servirse a sí mismos y sus placeres carnales por la aparente falta de supervisión y vigilancia de parte de su Señor: Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 24:48-51).
Jesús explica la preparación de los discípulos por las tres parábolas de Mateo 25. En la parábola de las 10 vírgenes (Mateo 25:1-13), Jesús insiste que la preparación sea hecha con anticipación; cuando llegue la hora, no habrá tiempo para prepararse. También, la preparación es individual; no se puede depender de la preparación de otros cuando llegue ese día. Note también que termina con la misma lección que declaró en Mateo 24:42: Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir (Mateo 25:13).
En la parábola de los tres siervos y los talentos (Mateo 25:14-30), Jesús expande la lección sobre la preparación individual con anticipación. Será una inversión de todo lo que ha recibido para el beneficio del Señor, y como las inversiones, será de largo plazo. Los esclavos fieles van a ser premiados; los negligentes recibirán castigo. Pero, ¿cómo será esta inversión? ¿Qué exactamente se va a invertir? La parábola de las ovejas y los cabritos en Mateo 25:31-46 la explica. El discípulo verdadero pone en evidencia su fe firme en Jesús por servir diligentemente a sus hermanos necesitados. En servirles a ellos, le han servido a Jesucristo mismo.
En resumen, la respuesta de Jesús a las preguntas de los discípulos (¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?) hace mucho más que satisfacer una curiosidad intelectual. Prepara a los discípulos a perseverar en medio de engaños agresivos, tribulación y persecución. Confirma la fe en su palabra por predecir la destrucción de Jerusalén y el dominio universal del Hijo del Hombre. Les informa que no habrá señal antes de su segunda venida, y por eso les entrena en la inversión diligente y a largo plazo en el reino por aliviar el sufrimiento físico de sus hermanos necesitados.
Si hemos leído correctamente Mateo 24 – 25, encontraremos no sólo la satisfacción intelectual sino la reconfirmación en la fe manifestada en una perseverancia en la doctrina sana sobre Jesucristo y un servicio diligente y constante a nuestros hermanos necesitados en la fe. Que escuchemos también las palabras: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mateo 25:21, 23).
Citas de otros autores:
Mateo 24 - ¿Qué le gustaría estar haciendo, diciendo, pensando o planeando cuando Jesús vuelva? ¿Qué no le gustaría estar haciendo, diciendo, pensando o planeando cuando Jesús vuelva? Jesús te dice siempre: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mateo 24:42).
(De D.A. Carson, For the Love of God: A Daily Companion for Discovering the Riches of God’s Word. Wheaton, IL, Crossway Books, 1998, pág. January 24.)
Mateo 24 - ¿Qué le gustaría estar haciendo, diciendo, pensando o planeando cuando Jesús vuelva? ¿Qué no le gustaría estar haciendo, diciendo, pensando o planeando cuando Jesús vuelva? Jesús te dice siempre: Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor (Mateo 24:42).
(De D.A. Carson, For the Love of God: A Daily Companion for Discovering the Riches of God’s Word. Wheaton, IL, Crossway Books, 1998, pág. January 24.)