Números 18 - 20
En resumen:
La rebelión de Coré ha dejado una rotura en la protección de Israel contra la santidad de Jehová. Jehová la repara por señalar las diferencias entre las funciones de los sacerdotes y los levitas en el tabernáculo. Por eso, su Presencia santa puede acompañarlos durante los próximos desafíos a la generación que desvanece.
La rebelión de Coré ha dejado una rotura en la protección de Israel contra la santidad de Jehová. Jehová la repara por señalar las diferencias entre las funciones de los sacerdotes y los levitas en el tabernáculo. Por eso, su Presencia santa puede acompañarlos durante los próximos desafíos a la generación que desvanece.
En más detalle:
Acuérdese que en Números 8 vimos la purificación de los levitas. Además de cargar los materiales del tabernáculo, iban a servir como un amortiguador para preservar a los israelitas de la santidad devastadora de Jehová. Pero la rebelión de Coré y los otros levitas en liga con él causó una rotura en esa protección: Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré (Números 16:49). Los israelitas ahora no ven la Presencia de Jehová como una bendición sino como un peligro grave que hay que evitar: Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos. Cualquiera que se acercare, el que viniere al tabernáculo de Jehová, morirá. ¿Acabaremos por perecer todos? (Números 17:12-13) Números 18 repara el daño de la rotura y les asegura a los israelitas que pueden acercar a Jehová otra vez.
Note que Jehová habla directamente a Aarón solo, la única vez que le habla así en todo el libro de Números. Así había hecho en una ocasión más, en Levítico 10:8 para subrayar la responsabilidad de los sacerdotes de enseñar al pueblo sobre la diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio. Esta vez Aarón va a enseñar a los levitas a distinguir entre las responsabilidades sacerdotales y las levíticas para que éstos no se atrevan a tomar para sí lo que Jehová les ha prohibido, como en la rebelión de Coré.
Jehová vuelve a unir a Aarón y los levitas en versículo 2, pero también les impone a los levitas un límite en el versículo que sigue: No se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros (Números 18:3). Los levitas le van a ayudar en las responsabilidades del tabernáculo, pero: Ningún extraño se ha de acercar a vosotros (Números 18:4). Así que van a haber límites claramente definidas para preservar al pueblo de la santidad devastadora del tabernáculo:
1) los otros israelitas no se pueden acercar al tabernáculo para servir a los sacerdotes;
2) sólo los levitas sirven a los sacerdotes, pero no pueden presentar ofrendas en el altar ni entrar el
lugar santo;
3) sólo los sacerdotes ponen ofrendas en el altar y entran el lugar santo, pero ninguno entra el lugar santísimo sino el sumo sacerdote una vez por año en el día de expiación descrito en Levítico 16.
En el resto de Números 18 Jehová manda el apoyo por los sacerdotes y los israelitas de acuerdo con las diferencias que acabamos de ver. Los israelitas van a dar su diezmo para el apoyo de los levitas. De lo que reciben los levitas, van a dar su diezmo a los sacerdotes. Y los sacerdotes van a recibir su apoyo de las ofrendas que presentan en el altar. Así que los ingresos y las responsabilidades van a ser claramente designadas para que nadie pase fuera de lugar y contamine las cosas santas para castigo en Israel.
Por el número alto de muertos por la plaga y la rebelión de Coré en Números 16, muchos se habrán contaminado por contacto con un cadáver. ¿Cómo se iba a purificar a tanta gente en medio de tanta muerte? ¿Y qué harán en el futuro cuando entran a conquistar la tierra prometida y habrá cientos o miles de muertos en una sola batalla? Números 19 responde por dar las leyes para la purificación por medio de las cenizas de una vaca alazana para la preparación del agua de purificación.
Note que es el único sacrificio en que se quema el cuero y la sangre del animal, y todo se quema fuera del tabernáculo. Ninguna parte se quema en el altar, ni se lleva la sangre dentro del tabernáculo. Al final, las cenizas son guardadas por la comunidad. Parece que la sangre, quemada y con las cenizas, sirve para expiar contaminación al ser rociada con agua. De esta forma hace “portátiles”los beneficios del sacrificio; la purificación ministrada desde cerca del tabernáculo se esparcirá a donde hay necesidad.
Después de que Números 18 y 19 reparan el daño hecho por la rebelión de Coré, recibimos más malas noticias en Números 20. Primero, muere María, señalando otro paso más al fin de la generación que ha experimentado la redención de Jehová de Egipto (Números 20:1). Segundo, Moisés y Aarón desobedecen a Jehová en las aguas de rencilla (Números 20:13; también llamadas Meribah) y por castigo no pueden entrar la tierra prometida (Números 20:2-13). Tercero, el gozo con que Esaú recibió a Jacob en Génesis 33 se ha perdido por los siglos. Ahora los descendientes de Esaú no quieren recibir a los descendientes de Jacob; prefieren pelear con ellos si los acercan (Números 20:14-21). Y cuarto, Aarón, el que hizo tanto por los israelitas en su redención y también al interceder por ellos regularmente como el sumo sacerdote, también muere (Números 20:22-29). Termina la lectura apropiadamente con treinta días de duelo.
Pero no termina con desesperación. Aarón murió en el monte de Hor, pero Moisés y Eleazar descienden del monte con éste vestido en las vestiduras santas del sumo sacerdote (Números 20:28). Aunque llegó la muerte para robar a alguien tan importante en Israel, las promesas de Jehová continúan firmemente. Ha levantado y preparado otro para interceder por ellos. Sus promesas, su misericordia, su santidad y su poder continuarán por otra generación.
Note que Jehová habla directamente a Aarón solo, la única vez que le habla así en todo el libro de Números. Así había hecho en una ocasión más, en Levítico 10:8 para subrayar la responsabilidad de los sacerdotes de enseñar al pueblo sobre la diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio. Esta vez Aarón va a enseñar a los levitas a distinguir entre las responsabilidades sacerdotales y las levíticas para que éstos no se atrevan a tomar para sí lo que Jehová les ha prohibido, como en la rebelión de Coré.
Jehová vuelve a unir a Aarón y los levitas en versículo 2, pero también les impone a los levitas un límite en el versículo que sigue: No se acercarán a los utensilios santos ni al altar, para que no mueran ellos y vosotros (Números 18:3). Los levitas le van a ayudar en las responsabilidades del tabernáculo, pero: Ningún extraño se ha de acercar a vosotros (Números 18:4). Así que van a haber límites claramente definidas para preservar al pueblo de la santidad devastadora del tabernáculo:
1) los otros israelitas no se pueden acercar al tabernáculo para servir a los sacerdotes;
2) sólo los levitas sirven a los sacerdotes, pero no pueden presentar ofrendas en el altar ni entrar el
lugar santo;
3) sólo los sacerdotes ponen ofrendas en el altar y entran el lugar santo, pero ninguno entra el lugar santísimo sino el sumo sacerdote una vez por año en el día de expiación descrito en Levítico 16.
En el resto de Números 18 Jehová manda el apoyo por los sacerdotes y los israelitas de acuerdo con las diferencias que acabamos de ver. Los israelitas van a dar su diezmo para el apoyo de los levitas. De lo que reciben los levitas, van a dar su diezmo a los sacerdotes. Y los sacerdotes van a recibir su apoyo de las ofrendas que presentan en el altar. Así que los ingresos y las responsabilidades van a ser claramente designadas para que nadie pase fuera de lugar y contamine las cosas santas para castigo en Israel.
Por el número alto de muertos por la plaga y la rebelión de Coré en Números 16, muchos se habrán contaminado por contacto con un cadáver. ¿Cómo se iba a purificar a tanta gente en medio de tanta muerte? ¿Y qué harán en el futuro cuando entran a conquistar la tierra prometida y habrá cientos o miles de muertos en una sola batalla? Números 19 responde por dar las leyes para la purificación por medio de las cenizas de una vaca alazana para la preparación del agua de purificación.
Note que es el único sacrificio en que se quema el cuero y la sangre del animal, y todo se quema fuera del tabernáculo. Ninguna parte se quema en el altar, ni se lleva la sangre dentro del tabernáculo. Al final, las cenizas son guardadas por la comunidad. Parece que la sangre, quemada y con las cenizas, sirve para expiar contaminación al ser rociada con agua. De esta forma hace “portátiles”los beneficios del sacrificio; la purificación ministrada desde cerca del tabernáculo se esparcirá a donde hay necesidad.
Después de que Números 18 y 19 reparan el daño hecho por la rebelión de Coré, recibimos más malas noticias en Números 20. Primero, muere María, señalando otro paso más al fin de la generación que ha experimentado la redención de Jehová de Egipto (Números 20:1). Segundo, Moisés y Aarón desobedecen a Jehová en las aguas de rencilla (Números 20:13; también llamadas Meribah) y por castigo no pueden entrar la tierra prometida (Números 20:2-13). Tercero, el gozo con que Esaú recibió a Jacob en Génesis 33 se ha perdido por los siglos. Ahora los descendientes de Esaú no quieren recibir a los descendientes de Jacob; prefieren pelear con ellos si los acercan (Números 20:14-21). Y cuarto, Aarón, el que hizo tanto por los israelitas en su redención y también al interceder por ellos regularmente como el sumo sacerdote, también muere (Números 20:22-29). Termina la lectura apropiadamente con treinta días de duelo.
Pero no termina con desesperación. Aarón murió en el monte de Hor, pero Moisés y Eleazar descienden del monte con éste vestido en las vestiduras santas del sumo sacerdote (Números 20:28). Aunque llegó la muerte para robar a alguien tan importante en Israel, las promesas de Jehová continúan firmemente. Ha levantado y preparado otro para interceder por ellos. Sus promesas, su misericordia, su santidad y su poder continuarán por otra generación.